Se fue en el largo viaje [crónica]

Voces Emergentes

En junio del 2019, cuando la humanidad no esperaba estar confinada en sus casas por el Covid-19, Amanda y su amiga Camila viajaron a Marruecos. Desde España, el guía José, seleccionó el trayecto más corto para llegar a África del Norte, usando la ruta del ferry entre Tarifa y Tánger. Hay que señalar que Tarifa es la municipalidad de Cádiz más cercana a Marruecos, y la duración del viaje, es de una a dos horas. Resultó muy penoso que Camila no tuvo la oportunidad de ver el Estrecho de Gibraltar, como lo hizo Amanda en el 1998, porque en esa vía no puede apreciarse el peñón. Al desembarcar en Tánger, las esperaba el guía marroquí llamado Soussi, un bereber que se encargaría de recibir y servir de guía, a un grupo heterogéneo de puertorriqueños. Fue así como inició la travesía, con este interesante hombre, practicante del islam y de las tradiciones. Amanda y Camila no conocían a nadie en el grupo, aunque al pasar los días, Amanda descubrió que la hermana de un amigo médico a quien ella quiere mucho estaba entre los viajeros. Cuando fue a recogerlos en Tánger, Soussi llevaba puesta la tradicional chilaba marroquí y un turbante Las primeras impresiones son importantes y Amanda observó que el hombre era muy delgado, y que de su mano derecha colgaba el tradicional masbaha, que se usa para rezar. Él hablaba un español perfecto y resultó ser un excelente anfitrión magrebí.

 

De camino a Fez, Soussi no dejaba de mover las cuentas de su tasbih y rezaba el dikr. Los puertorriqueños del grupo, no se sentían cómodos con lo que hacía el guía marroquí y Amanda les comentó, que el masbaha, era una especie de rosario que tiene noventa y nueve cuentas, porque guarda relación con los noventa y nueve nombres de Al-lah. Una mujer le preguntó qué cómo ella sabía eso y Amanda, ni corta ni perezosa, le contestó: “En primer lugar es mi segundo viaje a Marruecos; en segundo lugar, era guía de viajes a Europa con estudiantes universitarios y, en tercer lugar leyendo, porque me fascina aprender la cultura de otros países.” Camila suavemente le tocó el hombro izquierdo en apoyo y Amanda le dijo: “No puedo comprender tanta gente inculta que se lanza a visitar un país y ni siquiera conocen lo básico de la cultura de ese lugar.” Así fue como Amanda les indicó que los nombres de Al-lah tenían que ver con sus atributos. Entonces Soussi les indicó que Ar Rajman, era el primer nombre, y significa el compasivo con toda la creación. Por su parte, Ar Rajim, quiere decir el misericordioso con los creyentes; mientras que Al Cudús designa al santísimo. Por su parte, As Salam, indica la paz; Al Aziz representa el todopoderoso; Al Jálik es el creador; Al Gafar perdona y Al Wahab es reconocido por ser dadivoso.  Soussi continuó enumerando nombres hasta llegar al noventa y nueve As Sabur que significa el paciente. Y precisamente paciencia tenía este hombre con varios puertorriqueños, que por lo bajo comentaron que los tenía hartos, y que a ellos no les importaba saber nada de Al-lah. Amanda y Camila jamás pensaron que había puertorriqueños islamofóbicos, pero se dieron cuenta por sus críticas, que algunos sí lo eran.

Junto a Soussi recorrieron Tánger, Fez, Marrakech, Rabat y Casablanca. También conocieron pequeños pueblos a su paso por las grandes y más conocidas ciudades. Él provenía de Jenifra a dos horas y media en coche de Fez. En el autobús, explicó que los bereberes eran nativos del Norte de África y que la mayoría vive en Marruecos y Argelia. Como un buen guía turístico, contó que los bereberes fueron conquistados por los árabes y por eso, se convirtieron al islam. De forma sencilla explicó, la diferencia entre árabes, musulmanes e islamistas. Comentó que los árabes comparten etnia y lengua; los musulmanes religión y, los islamistas, la doctrina política. Para Amanda esa aclaración además de interesante resultaba magnífica, porque la primera vez que fue a Marruecos en 1998, no le explicaron esas diferencias, ya que el viaje había sido una pesadilla; una estudiante se había perdido en el bazar de Tetuán. Soussi mencionó que la mayoría de los bereberes eran musulmanes sunitas. Que seguían una estructura social que dependía de la región en que habitaran. Según la tribu, la estructura familiar podía ser patriarcal o matriarcal. El sereno hombre también indicó que hay muchos estereotipos sobre los bereberes porque no todos son nómadas como los tuaregs o los iznagen. A una turista se le ocurrió preguntarle por la mujer bereber y él señaló que tenían miradas penetrantes, que eran sensuales y coquetas, pero que seguían los preceptos de la religión.

Cuando el grupo llegó a Fez, que fue la capital de Marruecos, unos dijeron que era una ciudad vieja y decrépita. Amanda por poco les brinca encima porque el pobre Soussi, puso una cara de espanto, al oír el inoportuno comentario. Amanda recordó cuando en el año 2000, un estudiante al ver el Coliseo Romano manifestó que era un edificio viejo y con mucho polvo. De forma gentil, Soussi explicó que Fez es la capital del islam en Marruecos; que es una de las ciudades más conservadoras y tradicionales, con muchas escuelas donde se estudia el Corán. Amanda lo escuchaba en silencio y no podía contener los nervios porque iba a ver la Universidad de Al Qarawiyyin fundada en el 859 y considerada por la UNESCO como la más antigua del mundo que sigue funcionando. Abrió sus puertas 200 años antes que la de Bologna, en Italia, considerada la primera de Europa, en 1088. Todo esto Amanda lo sabía porque había leído las crónicas sobre Fez que había escrito el guatemalteco Enrique Gómez Carrillo en su libro Fez, la andaluza.

A su paso por la Medina y las estrechas calles, Amanda observaba los vendedores de frutas, de dátiles, textiles, lámparas y comenzó a regatear. En Fez, Soussi contactó a un guía local que los llevó directamente a una joyería. Como buenos puertorriqueños arrasaron con la tienda. Amanda se alejó del grupo y se puso a ver unos collares exóticos y el vendedor le prometió que, si lo compraba, le regalarían una mano de Fátima extragrande de plata y con un jade incrustado. Amanda no lo pensó dos veces adquirió el dichoso collar que el vendedor se llevó para envolverlo junto a su mano de Fátima. Por la noche, ya descansando en el cuarto, Amanda abrió el paquete del collar y para su sorpresa no había ni la mano, mucho menos el pie de Fátima. ¡La habían timado! Ni modo no es la primera vez que cae de tonta. En las largas travesías, Soussi hacía chistes para entretener a los pasajeros. Muchos se reían con sus ocurrencias, otros lo detestaban. Sin embargo, Amanda y su amiga Camila, disfrutaban de sus ocurrencias, porque hacía el viaje por carretera menos difícil y agotador. A las amigas lo más que le atrajo fue su filosofía de vida. Les contó que para los bereberes la palabra muerte no existía porque sería el final de todo. Ellos, cuando una persona muere, prefieren decir que se fue en el largo viaje porque así, piensan que está vivo, y que en algún momento se reencontrarán. Soussi que ayunaba a diario y comía muy poco, le enseñó a Amanda y Camila, que todos estamos destinados, en algún momento a irnos en el largo viaje, para encontrarnos con nuestros seres queridos.