Paraísos y parajes

Cultura

(San Juan, 11:00 a.m.) Decía un amigo de juerga y borracheras sublimes que el problema de la excreta es cuando apesta. Reventó el engranaje legal, pero inmoral de las cuentas offshore (compañía extraterritorial). Palabreja oscura como los paraísos fiscales y sus visitantes. Por qué casi en su totalidad son individuos de la derecha neoliberal. Presumo que tiene que haber excepciones. Mario Vargas Llosa pulula o pululaba en esa cofradía. Estoy esperando su sesuda columna en el periódico El País (España). El novelista y presumido demócrata de la oligarquía maloliente solo le falta un título nobiliario y un florete de alta esgrima. Nobleza aparte, la lista abruma, pero tiene un denominador común: la infamia y el descaro del deseo sin medida del enriquecimiento.

       Habrá personajes de la élite boricua en ese dédalo de orgía bancaria. Bancos que no existen físicamente, son fluidos financieros, reservorios de las finanzas opacas de los altos señores. Hay otra pieza en ese engranaje de fina relojería; las firmas de abogados que estructuran la legalidad (cuestionable) de esos parajes. Dijo Segismundo, el de Venecia, que la característica fundamental de los poderes permanentes es que no existen en el imaginario del común de los jodidos. El Estado profundo, el gatopardismo, el gobierno permanente del que hablaba García Passalacqua es un hecho.

El ropaje de las sombras y la oblicuidad de su existencia es lo que lo sostiene. Esto no es novel, lo que sucede es que ahora los métodos de investigación y los nuevos recursos tecnológicos son más sofisticados. Han quedado como dice la muchachería de mi barrio: de día y sin gafas de sol.

     Aquí existe una práctica con una ecuación que tiene dos instancias: la legalidad del asunto denunciado y la inmoralidad que subyace en el acto. Por qué tienen que ser destinos ocultos, anónimos? Ese anonimato es el diablejo del detalle. Evadir una responsabilidad ciudadana como un Alfonso Alcapone; mientras el hombre y mujer de a pie cumple con sus obligaciones contributivas no es de listos, ni de sagaces; sino de fariseos. La doble moral de las élites saqueadoras conmueve. Es algo así como el doble discurso “pierluisiano”. Por la mañana arenga al populacho y por la tarde hace migas con Natalia Jaresko. Ese es el pozo séptico que cultivan esos parásitos. Políticos, personalidades de influencia pública, atletas millonarios, artistas queridos por su pueblo y figuras de los bajos fondos están en ese guiso.  Aquí no pueden decir como Messi cuando lo confrontaron con una evasión contributiva; de eso se encarga Papi.

      La moral líquida, parafraseando al fenecido sociólogo Zygmunt Bauman, es un virus. Está presente en todas las esferas de la política y en la todopoderosa imagen de la empresa privada. Solo una muestra. Los bancos pagan menos contribuciones, en términos relativos, que los contribuyentes individuales. Es algo sórdido. Hace mucho tiempo la legislatura trató de aprobar un proyecto para imponerle un impuesto a estas instituciones. El altavoz de estos señores fue vitriólico. Don Arturo Carrión (presidente, en ese entonces, de la Asociación de Bancos) fue cuestionado por el profesor José A. Torres. Este le cuenta que cuando atraparon a un famoso asaltador de bancos en los E.U; la prensa le preguntó por qué asaltaba los bancos. El brillante asaltante le dijo que era porque ahí es que estaban los chavos…. Pero vámonos de viaje con Bertolt Brecht cuando de forma retórica se preguntó: qué es más legal, fundar un banco o asaltarlo. Dónde está la luciérnaga de esta paradoja?  Los paraísos, los parajes y toda su clientela será protegida. El sistema neoliberal tiene una capacidad adaptativa más allá del celacanto.