(San Juan, 11:00 a.m.)
Brindo por el librero 24-7,
Por el de la mirada más que clara, clareante,
Por el defensor de la literatura arado
y de tierra adentro y firme,
Por el editor que patria de amor y a contracorriente,
Por el que sonreía, tímidamente y claro
como amanecer a canto de sol
urgidor, recio, acústico e inesperado,
Brindo por el empresario honesto
y de una sola pieza,
El que respetaba por igual
al escribiente amateur o al célebre escribiente,
El que daba la mano con apretón de corazón, indistintamente
y sin dobles de página
o de olvidos indiferentes,
Brindo por él de la memoria asombrosa y asombrista,
Por el antropólogo de títulos perdidos en rincones de anaqueles,
Por el corsario sin cuchillo en boca
que guardaba tesoros en islas libreras escondidas a la vida
rodeada de oleajes de tomos, ensenadas de portadas
fondeaderos de pasillos entrepisos
y lomas de lomos en pestañeos multicolores,
Brindo por el que siempre supo que una librería hechura y ya crecida
es estante y estandarte
de hogar refugio, de nación a la carta y de astillero cultura,
Por el hombre de palabra y la palabra en hombre,
Por Norberto González
Amigo caudaloso y entrañable amigo,
Servidor público de la imaginación impresa
en pliegue de ternura
que ampara, arte-a, mima y sapiencia,
Por el Boricua castao que por castao
ancla y revuela,
Por el paginista de lo eterno y el letrado paginista,
Por el anaquelador indomable
del compromiso invicto, la entrega fértil
y la siembra memorable,
¡Que viva, viva y viva
Norberto González,
Norberto González!