El montaje de Vlad nos dejó impactados. La actuación de Joaquín Jarque con su imponente presencia nos demostró una vez más lo grande que es como actor. Sus cambios de vestuario creando expectativa entre el público logró la metamorfosis para la evolución del monólogo. Sus cambios de voces expandieron el universo del circo. La interacción de los personajes con el público crearon un balance entre la jocosidad momentánea con la seriedad del tono predominante. Los sonidos ambientales y la música fueron claves para crear variedad en cada acto junto a los juegos de luces.
En cuanto al libreto, conocimos a los personajes al adentrarnos a su intimidad por medio de historias que se entrelazaban de maneras magistrales como en medio de un homenaje al arte de la narración oral. El subtexto elegante de la historia política y los sucesos del Cerro Maravilla surgen para dejarnos asombrados y hacernos recordar una época imposible de olvidar. Al final, las fotos de los artículos periodísticos nos crean pesar a quienes vivimos ese periodo de nuestro pasado.
Fue muy emotivo ver las fotos de artistas, familiares y mascotas en el homenaje in memoriam de Joaquín lo cual comprueba que además de ser un fenomenal actor es un ser humano muy sensible.
Felicito a la escritora de la pieza, Tere Marichal, porque nos hizo regresar al teatro tras el periodo de pandemia con este impresionante monólogo. Fuimos tres de mi familia y cinco amistades más nos encontramos en el teatro Victoria Espinosa, pero al salir nos quedamos con el compromiso de encontramos de nuevo para iniciar una tertulia en torno a Vlad, porque la pieza no terminó anoche, apenas comenzó para darnos el pie forzado para una conversación prolongada.
Mi esposa me acaba de decir que soñó con Vlad anoche.
Tere Marichal, Joaquín Jarque: Gracias por la experiencia,