La restauración del viejo cine de Aibonito

Cultura

                                                                                    A propósito del Cine Roosevelt                          

(San Juan, 10:00 a.m.) El Cine de Aibonito es una de las primeras estructuras que fueron construidas a principios siglo pasado dedicadas a proyectar películas en movimiento. Originalmente llamado Cine Alegría (1910) cambió su nombre a Teatro Encanto alrededor de 1919. Junto al Teatro Nuevo y Cine Paradise de Rio Piedras el de Aibonito fue de los primeros en anunciar y proyectar una película de cuatro rollos.

     Típicamente acompañado por el piano del ilustre Don Pepe Pont esta estructura del Teatro Encanto en el centro montañoso de la isla marca la transición del cine mudo al sonoro en época tan temprana. El pueblo tenía 11,000 habitantes, la mayoría en zonas rurales. Su población urbana era pequeña, lo cual se refleja en el tamaño del cine. Su cabida debe haber sido en sus inicios cerca de 250 personas y después aumentó a 350 cuando se le añadió un mezanine. (José A. Hernández Mayoral. Los Viejos Cines de Puerto Rico. Fundación Rafael Hernández Colon. 2020).  

     Algunos entienden que el edificio (actualmente en restauración, siguiendo su estructura antigua); no se dedicó a cine desde su inicio, sino que pasó a ser cine a principios de los años veinte. En los años treinta, según se desarrollaron las reglas de seguridad, se le requirió ensanchar la entrada. Para cumplir unieron los espacios que antes ocupaban dos de sus puertas, como todavía puede observarse en el actual edificio.

     En este momento en que se produce el cierre del Cine Roosevelt sería conveniente evaluar las causas y lo que podrían ser posibilidades para salvar los que quedan en pie sirviendo como piezas vitales e icónicas en nuestras comunidades.

     Para el sociólogo Emilio Pantojas, “la crisis que atraviesan los cines constituye un punto de no retorno, resaltando la posibilidad de que persistan “burbujas”, como lo era el Cine Roosevelt. En Puerto Rico, quedan abiertos otros cines independientes como el Teatro Hollywood, en Coamo, y Autocine Santana, en Arecibo. Con relación a Coamo se debe destacar el gran esfuerzo y persistencia en restaurarlo y haberlo mantenido abierto.

     Estamos de acuerdo con el profesor en que “la tendencia ha sido a la suplantación de los espacios comunitarios como las plazas de los pueblos y que los cascos urbanos se han ido vaciando. Ante ese panorama, es claro que el entretenimiento se ha deslocalizado y descolectivizado, dos conceptos que nacen, por ejemplo, del crecimiento de la tendencia de no tener que ir al cine para ver una película y de que los ciudadanos no dependen de una estructura especifica de telecomunicaciones para entretenerse”. (El Nuevo Dia, 22 septiembre del 2021, pág. 29).

     Los recuerdos del pueblo de Aibonito de su Cine Comunitario están vinculados a lazos muy estrechos del cine como acontecimiento, como parte de la familia extendida, y claro está como espacio con calor humano. En nuestro caso quién no recuerda el siglo de oro del cine mexicano, las veladas escolares, y eventos especiales que tenían que ver tanto con los habitantes del campo como los del pueblo.  Era el gran suceso integrador.

      Ante la restauración del viejo Cine de Aibonito y puesto en marcha el proyecto de su reapertura es imperativo que rescatemos ese espacio no solo como baluarte de nuestra memoria colectiva, sino entendiendo que podría utilizarse para crear nuevas generaciones vinculadas a la cinematografía, al teatro y todo lo que puede significar su andamiaje artístico-tecnológico . Es hora de pensar en los cines no solo como negocios privados sino como espacios para forjar nuevas generaciones de puertorriqueños que tengan el mayor sentido de pertenencia comunitaria.