Detonante [el bullying cibernético)

Crítica literaria
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Tras la muerte de la joven hija de una amiga se cuestionó ¿cuál había sido el detonante que la llevó a tomar esa fatal decisión con apenas diecinueve años? A esa edad se supone que uno es feliz y no tiene problemas. A esa edad se comparte con amistades, se trazan metas, uno se enamora y desamora fácilmente. A esa edad no hay tiempo para pensar en la muerte porque simplemente se vive. Pero ese no fue el caso de la hija de su amiga a quien quería como si fuera suya.

No quiso comunicarse con Maricarmen porque no sabía cómo podía abordarla; era su única hija y acababa de perderla. Sorprendentemente, fue ella quien la contactó, porque deseaba saber qué puede ser un detonante para que una joven tan llena de vida, decidiera ponerle fin a su existencia. Ángela sabía por qué su amiga la llamaba y la dejó desahogarse; primero fueron palabras de rabia, luego de dolor e impotencia y al final, de aceptación.

     Por favor, dime cuál puede ser un detonante para que una persona opte por suicidarse cuando lo tiene todo. Me consta que lo intentaste una vez.

     Maricarmen, primero hay que saber que la depresión es una enfermedad mental y emocional real. Me habías comentado que tu hija sufría de estados depresivos. ¿Buscaste ayuda? ¿La llevaste a un psicólogo a un psiquiatra?

     Claro. Estuvo en tratamiento con profesionales de la salud mental como tú, que llevas años en esas consultas.

     ¿La acompañabas, hablabas con los médicos, vigilabas que se tomara los medicamentos?

     Ángela sabes que no es fácil hablar de esos temas y más cuando tu esposo piensa que los que visitan un psiquiatra son locos.

     Quiere decir que tu marido no hablaba del tema, porque lo avergonzaba tener una hija con depresión. Exploraste qué la deprimía. Quizás el aislamiento social, la soledad, que un novio la rechazara, que fuera lesbiana.

El rostro de Maricarmen cambió de color y se notaba que estaba tensa. Miró a su amiga retándola y pronunció:

     Acaso afirmas que mi hija era lesbiana. Sabes algo que no quieres decirme.

     Maricarmen, tienes memoria corta, hace años que te comenté que tu hermosa hija era lesbiana, pero te negaste a aceptarlo.

     Y quién carajo eres tú para opinar sobre la sexualidad de mi hija.

     Soy quien más te conoce, porque te casaste para complacer a tus padres, sabiendo que estabas enamorada de mí. Para colmo, se te ocurrió la idea de que fuera tu madrina de bodas. Coño eso no se hace porque sabes que te amaba.

Hubo un silencio sepulcral porque Ángela tenía razón. Era una infeliz en su matrimonio. Sí, ella sabía cuáles eran las inclinaciones de su hija. Comenzó a sospecharlo cuando una amiga de la universidad empezó a visitarla todos los días en la casa, supuestamente para hacer tareas. Se encerraban en el cuarto y estaban horas estudiando. Lo mismo hacía ella y Ángela, cuando eran universitarias; buscaban cualquier excusa para estar juntas. Luego vino la pandemia y el distanciamiento físico. Su hija y su amiga se comunicaban a diario por Whatsapp e intercambiaban fotos por Instagram. Precisamente, su padre vio una foto que circuló en las redes donde su hija se besaba en la boca con su amiga. Él explotó en cólera y la confrontó. Ella le contestó que sí, que era lesbiana y que su amiga era su pareja. El hombre le dio dos bofetadas en la cara y ella miró a Maricarmen que se mantuvo callada. En voz alta y llorando le dijo: “lo más que me duele es que no sepas defenderme; Ángela, tu Ángela, lo sabe todo porque confío más en ella que en ti.”

Un buen día, comenzó el acoso cibernético; la foto del beso circuló por las redes sociales y los que ella creyó que eran sus amigos, fueron los primeros en divulgarlas. Recibía mensajes groseros donde la tildaban de pata y eso le destrozaba el corazón. Por eso, se refugió en Ángela, la amiga de su madre y le confesó todo lo que estaba viviendo. Esta decidió hablar sobre el tema con Maricarmen, porque sabía que algo terrible podía suceder. En fin, su amiga no le hizo caso y una tarde del mes de abril, descubrió el cuerpo de su hija en la cama. Había ingerido pastillas para dormir y se fue en el viaje eterno no sin antes escribirle una nota a su madre donde le pedía: “Divórciate, sabes que no lo amas; acéptate como eres; no desperdicies el resto de tu vida con ese hombre. Madre querida, sabes que por años, Ángela te sigue esperando con los brazos abiertos.”