Algo fundamental al recordar el golpe de estado contra el gobierno de Salvador Allende, en Chile, el 11 de septiembre de 1973, es que el mismo da inicio a lo que hoy hemos llamado el neoliberalismo. El neoliberalismo desde sus comienzos ha sido un sistema basado en la violencia contra toda organización, institución o gobierno que apoye la solidaridad, la cooperación y la justicia social, ya que estos valores son vistos como enemigos de lo que entiende como el valor supremo: la libertad individual. Bajo este concepto de libertad ‘individual’ están incluidas, que duda cabe, las corporaciones, ya que en términos jurídicos las corporaciones, por más grandes y poderosas que sean (piense en Coca Cola, por ejemplo), son definidas, y defendidas, como ‘individuos.’
Para la doctrina neoliberal el único que puede garantizar la libertad individual es el mercado, donde el ‘individuo’ es libre de comprar y vender a gusto, siguiendo sus propios intereses. Desde esta perspectiva el Estado solo debe garantizar la protección y la permanencia de este tipo de dictadura del mercado, o del capital, pues de lo que se trata es de que el mercado vaya acaparando todo el espacio anteriormente ocupado por el Estado y más. Allí donde no hay ‘mercado’, necesita ser creado, ya que esto ‘garantiza’ el porvenir, la prosperidad y la libertad individual. Así, lo que antes se entendían y practicaban como bienes comunes: tierra, agua, aire, lugares públicos, etc., ahora deben ser ‘privatizados’ para que el mercado los regule y garantice ‘la libertad’.
Vaya usted a saber de qué libertad hablamos: la de vender y comprar, o morir. Si usted cree en este tipo de ‘democracia’ y ‘libertad’, sepa entonces que la misma ha sido hegemónica por las últimas cuatro décadas y ha llevado a una de las crisis económicas más profundas de la historia. Sepa además, que, como indicamos al principio, el sistema neoliberal que la promueve y ‘esparce’ a través del mundo, comenzó sus experimentos con el acto más antidemocrático y anti-libertad que existe: un golpe de estado contra un gobierno democráticamente electo y el establecimiento de una dictadura sanguinaria que mataba y desaparecía a la disidencia y que imponía toques de queda y asesinó la libertad de expresión.
La ‘libertad’ del neoliberalismo es la muerte social, y el ser humano, si no es social (lo que implica ser solidario) es un animal más, o mejor dicho un animal ‘menos’, pues muchas de las especies no humanas han demostrado tener éticas solidarias más en sintonía con la vida.