(San Juan, 1:00 p.m.) Puerto Rico es una colonia, donde el sentido del control del individuo, la subordinación de sus actos, y sobre todo la restricción de la libertad, es asumida por todo el país, como un acto de pleitesía colonial. Todo esto, hasta que Zulma Figueroa, junto a su esposo Luis Ángel Colón se apertrechan en su auto, reclamando que desean ser libres, sin intervención del estado en su cuerpo.
Zulma Figueroa y Luis Ángel Colón plantean un derecho a su libertad, al control de su cuerpo. Mientras ellos lo reclaman al entrar a la isla el pasado 2 de enero, un grupo de boricuas plantea lo mismo en un campamento frente al Capitolio, y en contra de las medidas de salud que restringen la libertad de cada cual y en particular al escoger o no vacunarse.
Nos parece que seguir en la lógica de las dos vacunas y el refuerzo, es asumir una postura de complacencia con el estado, pese a que es completamente válido cuestionar si uno no se quiere vacunar. El estado en su capacidad soberana nos lo puede exigir, pero en un acto de soberanía de pueblo, uno puede decidir hacerlo o no hacerlo. Lo que pasa es que en la lógica colonial, se hace a nombre del CDC de Atlanta, lo cual lo convierte en un acto de subordinación y colonialismo.
Vivir como Cuba, a manera de ejemplo, con un 88 por ciento del pueblo vacunado por su propia medicina anti-viral, es un acto de soberanía nacional. Vivir en Puerto Rico, con un 90 por ciento de la población vacunada, como parte de una transferencia de fondos federales, y bajo la dirección del Dr. Anthony Fauci, es un acto de colonialismo, subordinación y dominación.
Ante este cuadro, es momento de pensar si el reclamo de libertad levantado por Zulma Figueroa, no debería traducirse en un llamado a la independencia nacional para romper con el colonialismo. Pensemos.