La chica que ahora habita en la ciudad

Cartas de un(a) Antillano(a)
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Una vez una joven hogareña decidió que cumplir sus sueños era lo mejor. Confundida al principio por el cambio de ambiente, no importó todo lo que le dijeran tuvo la valentía de salir de su casa a sus 18 años, y mudarse a San Juan. Como todo cambio, por más sencillo que sea, al principio se le hizo difícil sobre todo por el hecho de estar separada de su costa, su salitre, los atardeceres que apreciaba y la tranquilidad que tenía. Mientras que en el área metro se le había hecho complicado el apreciar la luna, sentir la brisa fresca, y la tranquilidad de poder caminar por las calles sin estar alarmada.

Esta chica no se arrepiente de la decisión que tomó, al contrario, se siente orgullosa de si misma por tener la fuerza de desistir a todo lo que admiraba desde el balcón de su casa. Quizá ahora no ve la luna desde su ventana, ni el sol cuando desciende, pero cuando tiene el momento de apreciarlo, se siente llena, porque al no tenerlo a diario le ha hecho admirarlo de una manera profunda.

Ha logrado superarse con éxito, no ha temido al rechazo y mucho menos al no conseguir lo que se propuso al momento que decidió estudiar en la capital. Aunque no niega que extraña a sus mascotas, familia y su mar, sabe que la vida se trata de seguir hacia adelante.

Ahora pertenece a los dos mundos, la costa y la ciudad. Combinación complicada, pero no difícil de llevar. Orgullosa se siente de eso, nada la hará cambiar y asi seguirá. Con esto ha valorado lo que es una verdadera amistad, lo que se siente estar preparada para los fuertes cambios, entre otras cosas que muchos de sus allegados no entienden por el hecho de no arriesgarse a vivir en la capital.

Eso si, muchas historias le faltan por escribir…