¿Cómo pensar la vida con otro tipo de justicia? Esto lo digo pues la justicia dominante con la cual vivimos es siempre una que plantea que se le debe infligir el peor castigo a una persona que ha cometido un delito. Esto representa la dura realidad que nunca nos quedamos tranquilos ante el castigo que se le impone a una persona que ha violado la ley.
En el día de ayer escribimos en la columna en torno a los capos del Caribe sobre la vida y obra de Alex Capó Carrillo. Este joven hoy cumple 20 años de cárcel, por haber dirigido toda una operación de venta de drogas bajo una lógica de profunda violencia. Luego de varios anos en la cárcel, el joven Capó Carrillo se ha convertido a la religión y se desempeña en la cárcel como predicador religioso. Ahora bien leyendo en las redes sociales los comentarios que nos hacen, vemos que la gente, distinta al estado, está dispuesta a darle una oportunidad. Vaya, con limitaciones y mucha sabiduría, pero darle una oportunidad de vida a este joven puertorriqueño.
El discurso dominante, ese que se transmite por la prensa dominante o por los portavoces del estado, no están en el mismo nivel. Esos quieren cárcel y dura para Capó Carrillo. Para este joven o para usted, un día en la cárcel es más que suficiente. Nada podrá devolver los horrores que él u otras personas hayan cometido contra nuestra persona, seres queridos o comunidad. Por eso pienso que hay que pensar en otro tipo de justicia menos punitiva que nos permita vivir mejor, y no peor.
De igual forma en días recientes en Puerto Rico, se resolvió un caso complejo en el cual el padre intentó asesinar a su hija, al pegarle un tiro en medio de una discusión. Realmente, el padre peleaba con su hijo y desenfundó su arma. Su hija se cruzó en su camino y la bala que iba para su hijo la impactó a ella. En resumen, llegado el juicio ella decidió no radicarle cargos a su padre. Lo perdonó. El padre también le pidió disculpas.
Son dos historias de vida. Como se vive la vida, es un asunto importante a determinar. Realmente no sé. Lo que si es que perdonar me parece mucho más importante que castigar.