Corrupción en el sector privado: ¿paneles solares: conveniencia o racquet?

Caribe Hoy

El costo de la electricidad en Puerto Rico esta por las nubes. Eso lo sabemos y lo sufrimos todos. Nos urgen que nos movamos a energía renovable para ayudar al ambiente y nuestros bolsillos. Sin embargo, cuando uno explora las alternativas para instalar paneles solares, la inversión a largo plazo resulta onerosa y el llamado ahorro, se lo comen las compañías instaladoras de los paneles.

El mercado de paneles solares se disparó con el alza de la electricidad. Esto le ha dado un margen amplio de ganancia a las compañías dedicadas a la venta e instalación del sistema de energía solar. El problema, con estas compañías es la llamada “letra pequeña” del acuerdo o como dice el norteamericano el “fine print”. Los contratos que ofrecen estas compañías “grandes” son uno de adhesión. Envían a un vendedor para describir los supuestos beneficios y ventajas económicas que la instalación de uno de estos sistemas tiene, más aún si lo tomas a plazo o lo alquilas.

Los vendedores intentan desalentar la compra en efectivo del sistema. En primer lugar, argumentan, correctamente, que el comprador tendría que sacar alrededor de veinticinco a treinta mil dólares del bolsillo, de cascajo. Lo que no dicen es, que la venta a plazos o el alquiler del equipo, en 25 años que es el termino máximo para pagar, le representa a la compañía una ganancia mucho mayor. El consumidor, en esa opción asume una deuda personal y termina pagando casi cien mil dólares por el sistema.

El “pitch” o enganche de venta es que de la factura de electricidad actual se pagara solo un par de pesos; claro los casi cien, doscientos o trescientos dólares extras se lo pagas a la compañía. ¿Cuál es el ahorro de esto? Realmente muy poco, pero el vendedor mete las cabras diciendo que le están fijando el costo de la electricidad al consumidor, quien no tendrá que pagar más de esa cantidad. También dicen que dan servicio por el término del contrato, que son compañías de solidez, que cambian las placas que se dañen sin costo para el cliente, etc., etc., etc. Realmente todo estos son estrategias de venta, porque sabemos que la solidez de las compañías hoy día es como la solidez de una gelatina con buena consistencia, siempre movediza. Nada garantiza la vida de esa compañía por el término del contrato. Nada puede evitar que se vaya a quiebra, se fusiona con otra o desaparezca por cualquiera otra razón.

Uno de los problemas mayores al firmar los llamados “acuerdos de instalación de un sistema solar”, es que dan solo un término de 7 días para cancelarlo. Sin embargo, en el acuerdo no surge con claridad que termino la compañía tiene para instalar el sistema. Pasados esos 7 días, si el consumidor cambia de parecer la compañía entonces, aunque no haya puesto ni un clavo del sistema, le quiere imponer al

consumidor unas penalidades exorbitantes que son más complicadas de calcular que la fórmula de la factura de Luma.

Recientemente he visto varias situaciones donde el consumidor intenta cancelar, la compañía no ha hecho absolutamente nada e intenta cobrar la penalidad, solo porque se firmó el contrato. En una de las situaciones, el vendedor verbalmente indica al consumidor que se le instalaría el sistema en 120 días. Pasaron 120 días y la compañía estaba en incumplimiento. Sin embargo, ese término de tiempo no aparecía escrito en ningún lado del contrato. Por suerte, el consumidor encontró un email suelto donde decía que el sistema debería estar instalado entre 90 a 120 días. Luego de mucho intercambio de correos electrónicos y de la compañía querer imponer sobre cuatro mil dólares en multa, sin haber hecho nada, se canceló el acuerdo.

Otra situación ocurrió donde el comprador firma el acuerdo. Resulta que luego le dan costos más altos que los originales y el vendedor empieza a justificarlos. La parte compradora solicita un desglose detallado de costos. Sin embargo, el vendedor empieza a darle de largas, y obliga al comprador a personarse a la compañía para cancelar el contrato. Allí en las oficinas de la compañía tanto los empleados como los gerentes, se ocuparon de darle al consumidor información confusa y engañosa para evitar que el cliente pudiese cancelar en los 7 días, y así ellos poder facturar la penalidad de cancelación. El cliente fue insistente, a pesar de que le mantuvieron casi dos horas en la oficina, y logro cancelar formalmente el acuerdo.

¿A dónde vamos con estas historias? A advertirle al consumidor que las placas solares se han convertido en un negocio muy lucrativo en estos días, y que las compañías no están cumpliendo con los términos de instalación, pero por dar un término tan corto de cancelación, están abusando de los consumidores e imponiendo unas penalidades leoninas solo por firmar un contrato que no cumplen. ¿De qué compañías hemos escuchado estos cuentos de horror? Entre ellas está Windmar y Solar Power. Es importante que antes de firmar un contrato o acuerdo con cualquier compañía averigüe con el DACO cuantas querellas tienen. También consulte con un abogado o con alguien que entienda el “fine print” del contrato. Los vendedores hacen su trabajo de venderle una nevera a un esquimal. Pero el abuso que hay contra los consumidores puertorriqueños, con el asunto de la energía, es mucho, para añadir injuria a la ofensa por uno querer ser partícipe de energía renovable y diz que ahorrarse alguito. ¡Basta de engaños!