Ha llegado el futuro, y los que hoy asesinan, son simplemente sicarios que ejecutan a los excedentes humanos del futuro, pero lo hacen en tiempo presente. Es una idea un tanto macabra, que en parte podría sugerir el por qué se asesinan personas hoy. Por lo pronto en un filme comercial que se presenta hoy en cartelera, la idea es que las muertes se justifican de una forma, se desea sanear el futuro en el presente, para que sea mejor.
Hace mucho tiempo, el filósofo francés Michel Foucault, había argumentado que nuestras sociedades contemporáneas no administran la muerte. Por el contrario lo que hacen es administrar la vida. El valor de esto, es que la vida se administra para que aquellos que deben vivir, vivan. Pero los que mueren, bajo ésta lógica, es que su destino está para morir.
Para nosotros, los seres humanos de carne y hueso que perdemos a nuestros seres queridos, víctimas del crimen, la vida y la muerte no corresponden. Realmente hablando, vivimos para compartir la vida. De esta forma, el discurso que se debe imponer en todo momento es un discurso ético en torno a la vida.
Por lo cual, cada vez que nos tropezamos con una persona asesinada; o con una película que promueve que unos mueran y no otros; o con promociones que juegan con la ética de los vivos ante los muertos; en cualquier de estas situaciones, lo mínimo que podríamos sugerir es rescatar un discurso que garantice que la vida de todos y todas, es relevante. La vida de todo ser humano no es negociable.