El caso de Sixto George y la entramada de poder

Caribe Hoy

El caso de Sixto George es uno interesante para analizar de diversas vertientes. Este caso nos permite dar una mirada a los juegos de poder que ocurren tras el telón bajo el Partido Nuevo Progresista (PNP), sus seguidores y los amigos del alma de los más allegados al gobierno. Además, nos da la oportunidad a mirar como la intervención de la prensa y los programas de llamados análisis políticos tienen fuerza en manipular la opinión pública. Otro punto que se puede observar es la forma en que la fiscalía federal enfoca sus casos contra los acusados. También nos da la oportunidad de evaluar como el mundo virtual interviene con los derechos de los acusados y en su procesamiento.

Para comenzar estas miradas es fundamental regresar a lo básico, la acusación (“Indictment”) contra Sixto George. George en el Cargo I, está acusado de “intento de extorsión” en violación al Titulo 18, Sección 1951 del Código de Estados Unidos. Esa sección establece que “quienquiera, en cualquier forma o grado, obstruya, dilate, o afecte el comercio … mediante extorsión, o intente hacerlo (en este caso intente extorsionar) será multado o encarcelado no más de 20 años, o ambas penas”. Esa misma sección, define extorsión como: “obtención de bienes de otra persona, con su consentimiento, inducida por el uso indebido de la fuerza real o amenazada, la violencia o el miedo, o bajo el pretexto del derecho oficial”.

Lo anterior requiere que el gobierno pruebe: (1) que Sixto George intentó tomar de la alegada victima (¿Maceira, Ricardo Rosellٕó?) bienes (dineros) con el consentimiento de la víctima; (2) que Sixto George usando fuerza real o amenaza indujo a la víctima a entregarle los bienes (dinero); (3) que Sixto George actuó con conocimiento y de forma voluntaria; y (4) que como resultado de la acción de Sixto George contra la víctima, se intentó obstruir, dilatar o afectar el comercio interestatal (movimiento de dinero).

Es importante que al aquilatarse la prueba se saque el grano de la paja. No hay duda que las interioridades de este caso nos permiten ver los entramados y las artimañas de corrupción de gobernantes, ayudantes del gobierno y, en este caso, personajes allegados al PNP. Sin embargo, tenemos que ser cuidadosos de no desviar la mirada y condonar a los fiscales del gobierno federal de probar adecuadamente los elementos de la ofensa. A pesar de lo jugosos u ofensivos que puedan parecer los contratos y tramoyas vinculados a los hechos, no necesariamente se están probando los elementos constitutivos del delito en lo que va de juicio. Parte de las estrategias de la fiscalía es desviar la atención hacia otras actuaciones de un acusado para crear una opinión pública desfavorable. En lo personal, Sixto George me vale un “plin”. Pero el sano balance del sistema de justicia y que se hagan valer los derechos que nos cobijan a todos los ciudadanos llevando el proceso como es, sin cegarnos con cortinas de humo, es importante.

Un jurado va a tener que determinar ¿Quién es la víctima en este caso, Maceira o Roselló? Realmente, ¿Sixto George intentó extorsionar a Maceira o era a Ricky y a su gobierno? ¿Las conversaciones con Maceira, eran una amenaza o eran un intento de advertirle lo que iba a pasar? Todo esto será motivo de argumento al jurado tanto por los fiscales como por el licenciado Rafael Castro Lang, quien dicho sea de paso es un jurista muy zagas, experimentado litigante y respetado por sus pares.

La prensa y los programas de llamados análisis políticos, en su esfuerzo de lograr “ratings”, pueden caer en la manipulación de la opinión pública. Hoy día, con la rapidez de movimiento global, el mundo virtual y los medios televisivos sirven de herramienta para capitalizar o mover la opinión pública, casi siempre para el lado de la persona con mayor poder económico. Muchas veces, hasta los abogados que participan como analistas, olvidan educar y salvaguardar los derechos constitucionales de los acusados. Derechos, repito, que son importante sostener por la protección de toda la ciudadanía.

Estamos ante el mejor “reality show” de estos días que tiene el país. Sin embargo, lo importante, diría yo, es que el pueblo se desgarre las vendas políticas y se aleje de la politiquería para aprender a descorrer las cortinas y exigir al gobierno presente y al futuro, cambios reales que sean de beneficio para el pueblo, y no solo para unas sanguijuelas que le rinden culto a don dinero.