Proyecto ¿Dignidad?

Voces Emergentes

Eso de los apellidos de los partidos es asunto importante porque los partidos no heredan apellidos, sino que se les designan, se les imponen, se bautizan con ellos. Si se tratara de humanos, los que tienen apellidos, porque no todos los tienen, casi todos son heredados o adoptados y la herencia al igual que la adopción, no es determinante para nada que no sean condiciones físicas hereditarias, y tal vez para dones o regalos especiales de la naturaleza. Usted no puede decir que por ser de tal apellido es mejor o peor, más malo o bueno, más importante, relevante, opaco o insignificante, porque su historia nace desde que echa el primer llanto, aunque algunos crean que heredan glorias pasadas, porque nunca nadie se vanagloria de las barbaridades de sus antecesores.

La dignidad, que es usada como apellido por un partido en esta atribulada y abandonada tierra, no es otra cosa que un principio ético, de moral, de decencia, de decoro, de vergüenza. Cuando nos referimos a la dignidad hablamos de rectitud de ánimo, integridad en el obrar, sinónimo de integridad, honorabilidad, nobleza, decencia, honestidad, moralidad y probidad. Es el antónimo de corrupción. La dignidad es un concepto ajeno a la ley, aunque la ley propicia indignidades y no debería ser indigna. Casi nunca, por no decir jamás, se proclama la dignidad desde el púlpito de la ley. Es por eso que existe el principio, muy usado en la política, de “Eso será legal, pero no moral”. O sea, tal acto es permitido por la ley, pero es una inmoralidad. Ejemplos de lo que es legal, pero no moral abundan en las acciones del ejecutivo, el legislativo y el judicial.

La Lcda. Ada Norah Henríquez, precandidata a la gobernación por el Proyecto Dignidad –de la misma dignidad que hablé en el párrafo anterior porque no existe otra– impugnó la aspiración de Javier Jiménez Pérez, otro precandidato a la gobernación de su partido. Javier debe ser un hombre con dignidad porque él dice que se desafilió de un partido que abandonó sus postulados de dignidad, pero sigue siendo el alcalde de San Sebastián elegido por el PNP y cobrando mientras hace campaña para otro partido, asunto que es totalmente legal pero no moral, como dije antes.

La precandidata Lcda. Henríquez dice que, al amparo de una disposición reglamentaria de su partido, o sea, del Proyecto Dignidad –apellido significativo que aspira e invita a la decencia y al cumplimiento moral de lo que ellos entienden que es moral– el candidato al máximo puesto electivo, o sea, a la gobernación, tiene que ser un miembro “bona fide” (auténtico, de buena fe) de la colectividad por al menos, un año. Sabemos que los reglamentos no pueden ir sobre la ley, porque en el orden jerárquico de validez o importancia, primero es la primera, y segundo, la segunda. Las leyes, como dije, con frecuente escasez de moralidad, regulan a los partidos políticos. Pero estos, una vez formados, internamente hacen un reglamento para suplir a su grupo de los más altos conceptos éticos, de valores y principios de orden superior, asunto, repito, que no existe en la escueta ley que los regula. Todos los partidos políticos tienen su reglamento. El reglamento es asunto interno y por lo tanto, regula las actividades internas de la colectividad porque los asuntos externos los regula la ley. Los partidos se diferencian en muchas cosas, pero es su reglamento el que contiene sus normas, particularmente, las de orden moral porque la moral no puede ser legislada pero sí reglamentada.

Y cuando el presidente del partido Dr. Vázquez y Javier Jiménez, el alcalde que sigue siendo alcalde, cobrando y haciendo campaña para otro partido, como ya dije, escucharon el argumento de la Lcda. Henríquez, de orden moral, ético, de decencia y de la dignidad que postula su partido, les voló la dignidad alto y lejos y esgrimieron la ley, la bendita y amada ley que va por encima de lo digno. Según ellos, el asunto de su reglamento, el mismo que hicieron ellos como dignos para regular la dignidad, queda supeditado a la ley porque cuando la Lcda. Henríquez, del Proyecto de la decencia, la moral, la ética y la dignidad hizo un planteamiento moral, ellos esgrimieron la ley.

El Dr. Vázquez y Javier, no tenían que pedirle a la Lcda. Henríquez que leyera la ley porque ella la conoce y sabe que ustedes están en lo correcto y actúan legalmente. Sus acciones son legales, aunque, evidentemente, no son morales. ¿Qué hay de la dignidad? Bueno, depende de lo que se trate, ¿verdad, Dr. Vázquez y Javier?

Al final, en el Proyecto Dignidad, “El amor y el interés se fueron al campo un día y pudo más el interés… que el amor que le tenía”.