Ahora pasó Sandy. Antes estuvieron otros huracanes, de menor o mayor grado, pero el Caribe es su punto más dulce de todo el universo terrenal. Vemos como este extraño huracán se inició en un punto distinto, y subió por la República Dominicana, Haiti, Jamaica hasta dar con Cuba y seguir para las Bahamas. A su paso, deja como mínimo comunidades y ciudades desorganizadas, edificios afectados y sobre todo afectadas las memorias personales que estos albergan. Pasando a cifras humanas las perdidas fueron de gran valor, por ejemplo, en Cuba, hubo un total de 11 muertos, mayormente en la provincia de Santiago. Pero en total en la zona del Caribe hasta ahora han ocurrido 21 muertos; 11 en Cuba,9 en Haiti y 1 en Jamaica.
Por eso es que debemos pensar como se prepara uno, como país, para enfrentar un huracán. Para muchos ya en el Caribe, los huracanes son fenómenos naturales con los cuales debemos cumplir a lo largo de toda una vida, en particular, durante las llamadas temporadas de huracanes.
Si tomamos el caso del paso de Sandy por Jamaica, Cuba y Bahamas, este huracán que transitaba a 175 millas de velocidad, lo que dejó a su paso fueron muchos estragos, arboles caídos y propiedades inservibles. El efecto de esto, si los estados tienen capacidades limitadas, es reinvertir a partir de las condiciones sociales precarias, lo cual impide el desarrollo humano pleno. Es problemático, pero fuerza a muchas sociedades, pensando en algunas de las islas de las Antillanas menores, donde los huracanes pasan continuamente, a pesar de las limitaciones socio-económicas limitadas que tienen dichos países.
Puerto Rico, por ejemplo, lleva varios años con un pequeño beneficio de vida, que es que los huracanes no han llegado a impactar la isla. Se vive siempre de la espera y del los preparativos, pero no pasa nada.
En fin, sopla barlovento, amarra el perro y no al viento.