“No aspiro a la fama, sino a la difícil tarea de escribir bien”

Crítica literaria
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“El amor lo es todo, el que das y el que recibes de tu pareja o de la gente que te quiere como tu familia y amigos. "Mi literatura", eso suena pomposo, pero en mis garabatos el amor es el centro. Cómo ama Papo en Morirás si da una primavera, ama a calzón quitao literalmente. O la pobrecita de Aurelia en mi segunda novela, donde como buena heroína posmoderna "lo da todo" por su macho. Algo que han ido descubriendo los últimos estudios de género, que darnos o someternos parece ser la consigna después de tanto como hemos avanzado en la construcción del género.  Mira tú por donde.  Ahora resulta que todas queremos ser sumisas... En mi vida como escritor el amor lo es todo.” Daniel Torres

“Como vampiros acosados por la luz

se esconden

por entre el puerto del San Juan viejo

siguiendo a tierra de puertas y la once

cerca de la dieciocho por la calle Vendig

(aunque mucho antes en la quince)

Se describen los espacios del deseo

cuando los helicópteros una noche interrumpieron

subirse con prisa

cerrar

apaga y vámonos

Cuando no es un apartamento de Santurce

o del Condado

como reinas de dos días antes de las

coronaciones

Pese a los clósets

entregarse a los escarabajos

parece ser todavía una consigna”

 

Poeta, narrador y ensayista, Daniel Torres reside en Estados Unidos desde 1984. Es catedrático de Español y Estudios Latinoamericanos en Ohio University. Sus publicaciones incluyen dos novelas: Morirás si da una Primavera (1993), Premio Letras de Oro 1991-1992 y Conversaciones con Aurelia (2007); un libro de cuentos, Cabronerías: historias de tres cuerpos (1995); dos plaquettes, Siete poemas de cariño (1995) y Una carta y cuatro poemas para Moma (2005); y los poemarios Fusilado Dios (2000), segundo Premio del PEN Club de Puerto Rico 2001 y De bellaqueras (2009), Premio Nacional de Poesía 2009. También ha publicado un libro de crónicas, cuentos y poemas titulado Mariconerías: escritos desde el margen (2006), Mención honorifica del PEN Club de Puerto Rico 2008.  Sus ensayos versan sobre poesía colonial y contemporánea en Hispanoamérica.

Tan intelectual como transgresor, desde el Barroco hispánico a la literatura denominada queer, Daniel Torres camina con dominio y naturalidad, con un toque de picardía, por estos mundos tan diversos (en apariencia).  Al fin de cuentas  es la sociedad la que se dedica a poner distinciones y letreros a las personas. Y los buenos escritores, los que hacen camino al escribir, como Daniel, son quienes se encargan de destruir y deconstruir esos límites y denominaciones. Romper esquemas para crear apalabradamente historias, libertades, pasiones y vidas.  Seriamente coqueto, divertidamente ceremonial, este poeta y narrador cagüense nos deleita con su intelecto y personalidad afable.

En lo personal, sencillamente amo a Daniel Torres. He aprendido a corregir y editar mejor mis libros y los de otros, tengo el don de contar con un amigo solidario, confidente y sumamente generoso. Tres características de este escritor, pues encierra esas dos cualidades que lo hacen grande: ser un extraordinario ser humano y un impecable escritor. Conversamos, nos tomamos una Presidente con mangú, nos reírnos, hablamos del amor, los festivales literarios, la poesía, libros, algún que otro chisme cultural y hasta de los atributos físicos del guapo mulato que nos iba a entrevistar en un programa televisivo en Santo Domingo.

 

“Ahí nos conocimos, Ana María, ¿te acuerdas del mambo taxi a la Almodóvar?  Aquel taxista descalzo con el carro lleno de todo como en botica, hasta revistas porno. Una delicia visitar la otra Antilla. Participar en la FIL de Santo Domingo ha sido para mí, en sus tres entregas, un viaje como el que hice a Cuba en el 2000.  Es encontrarme con realidades tan pero que tan parecidas a la mía en su propio estilo muy particular.  En Santo Domingo el público en general se vuelca a la feria como si fuera un acto obligatorio y patriótico de todo dominicano que se respete.  Escuelas enteras así como en el Festival de la Palabra con su “tapón literario”, como lo llamó Mayra Santos Febres en la ceremonia inaugural, pero en mayor escala.  No debemos olvidar que San Juan es la más chiquita de las tres ciudades, entre La Habana y Santo Domingo, y que ésta última es la única de las tres que está de cara al mar Caribe, pues las otras son en realidad ciudades Atlánticas.  La FIL dominicana la recomiendo no solo a lectores y escritores sino al público en general, a darse una vuelta cada abril por la FIL dominicana porque es una experiencia única en la vida.  Y aparte de la anécdota del mambo taxi, hay un lugar, un batey cerca de la ciudad que hemos visitado varios escritores en distintos viajes y hay ahí una escuelita rural en medio de ese batey, donde los niños y los maestros nos recibieron con los brazos abiertos y les llevamos útiles escolares que profesores aguadillanos traían para ellos.  La luz de agradecimiento en esas caritas es algo que jamás olvidaré.  Todavía tengo en mi oficina de Ohio la estrellita cortada en papel de colores que me regalaron esos niños en señal de agradecimiento.” Comenta Daniel Torres, cuando le pregunto sobre los viajes literarios, en especial de la Feria del Libro de Santo Domingo, donde nos conocimos siendo parte de la delegación de escritores puertorriqueños de la Editorial Isla Negra.

 

“En la plaza de la fuente

se han desplazado los centros

Otro margen tiende los límites

cuando se va quedando el sueño a oscuras

mientras se tienen las manos llenas

apenas un momento que se desvanece

detrás de las incertidumbres del deseo”

Daniel Torres

 

Ana María Fuster: ¿Cómo llegaste al mundo de la palabra? ¿Y ese primer encuentro con el mundo de los libros, ese que nos lleva a la necesidad de escribir?

Daniel Torres: “Aunque tú no lo creas, Pasarás por mi vida sin saber que pasaste... de José Ángel Buesa.  Recuerdo que en mi pueblo, en Caguas, había una librería en la calle Gautier Benitez que se llamaba igual que nuestro poeta decimonónico.  Y yo me compré un libro de poesías de Buesa.  Había yo tenido ya uno que otro requiebro amoroso a los 14, ya sabes, el Caribe, empezamos temprano, y ese poema me abrió toda una vena que no se ha cerrado hasta hoy, la del melodrama puro.  En la escuela siempre fui muy aplicado y un buen estofón, y por eso leer me apasionaba.  Pero también recuerdo de chiquito que mi Papi Chente (mi papá adoptivo) me compraba las novelitas de Julio Verne en el supermercado.  La necesidad de escribir la tuve siempre.  Yo era uno de esos nenes calladitos que estaba con el lápiz y el papel todo el santo día.  Aunque ahora que me acuerdo tenía también una obsesión por las imágenes corriendo del celuloide.  El gran Manolo Urquiza tenía un programa de cine en televisión donde mostraba obras de la literatura universal llevadas al cine. Yo no me lo perdía y buscaba en la biblioteca de la escuela superior las novelas que había visto en imágenes en el televisor.  Así me leí a las hermanas Brontë, a Víctor Hugo, a los clásicos que iban pasando en imágenes y yo corroboraba en la palabra.  Así fue que di con la palabra literaria.”

 

AMF: ¿Qué autores y libros te han conmovido como escritor y lector? ¿Qué nos recomiendas?

DT: “La lista sería muy larga.  Pero todos sabemos que el mundo es antes y después de Rayuela, así como antes y después de Cien años de soledad, y antes y después de La amortajada; como la poesía toda de nuestra Julia de Burgos.  Con esas cuatro glorias lo dejo.  Como escritor me marcan libros a los que quiero aspirar. Almudena Grandes es mi escritora contemporánea viva. Cuando sea grande quiero escribir como ella. El corazón helado me parece una novela perfecta. Y su serie de novelas como episodios de una guerra interminable con Inés y la alegría y El lector de Julio Verne son libros que me han descojonado la vida, perdona el exabrupto, pero no lo puedo decir de otra manera.  Por eso me he estancado con la tercera parte de mi trilogía, con Y Lucy, tú qué sabes… Iba yo muy bien con mi proyecto oral de draga libre al viento cerrando la historia de Morirás si da una primavera y Conversaciones con Aurelia (novela que tú titulaste cuando leíste el manuscrito porque iba a ser Conversación con Aurelia y me señalaste que había más de una conversación entre esas dragas malas), cuando me topo con El corazón helado y no supe más de mí. Almudena Grandes me obsede y no sé si salga de este bloqueo por no poder escribir como ella.  Ahora me he leído la serie de los juegos del hambre o The Hunger Games, a poetas del Caribe inglés como Kamau Brathwaite de Barbados, y los materiales para mis clases de cuento y de literatura colonial y del siglo XIX. Volver sobre La charca es también una obsesión porque la enseño en mis clases y creo que Zeno Gandía construyó tan bien ese mundo enfermo nuestro que alguien debería sentarse a escribir la historia de las nuevas Silvinas de nuestra sociedad actual.”

 

AMF: Trabajas tanto la crítica literaria como la narrativa y la poesía. ¿Cómo haces ese balance entre los trabajos de investigación y la crítica con tus trabajos creativos?

DT: “Una se nutre de la otra. Cuando escribo crítica estoy también aprendiendo cómo se hace literatura.  Ves cómo están armadas las obras, es como el mecánico que se mete en el motor del carro y lo desarma hasta que da con la pieza que no funciona para reemplazarla.  Así mismo es el ser crítico y escritor a una.  Aprende uno a ver los modelos y descubrir los intersticios de las obras para copiarlas, recontextualizarlas y apropiárselas. Mi Conversaciones con Aurelia es una reescritura a mi manera de una novela rusa a la que tuve acceso primero como ballet en Santiago de Chile, se trata de Eugene Oneguin del gran Pushkin.  A lo mejor Aurelia no tiene nada que ver con Eugene, pero de ahí salió el germen para esa draga que me ha dado tanta candela. Y creo que es la misma moneda de cambio de la creación a la crítica. Uno puede profundizar más como crítico porque tiene la malicia del escritor.  Por ejemplo, acabo de compilar la poesía completa de Don Carlos de Sigüenza y Góngora, y hubiera querido escribir una novela sobre su vida y su obra, en ese señor barroco novohispano, amigo de Sor Juana y de Francisco de Ayerra y Santa María, el primer poeta puertorriqueño de nombre conocido, quien estaba en México o en la Nueva España y le autorizó a Don Carlos, como juez del Santo Oficio, la publicación de los Infortunios de Alonso Ramírez, ese trotamundos boricua del siglo XVII que sale de la isla a finales del siglo XVII y "le roba el cuerpo a la patria" como bien dice, e inaugura toda la literatura de la diáspora, de la cual soy integrante hoy día.  Como ves, crear y criticar son dos actividades que se complementan.”

 

AMF:¿Cómo sientes la poesía? ¿Cómo llevas el oficio de poeta? ¿Escribes a diario? ¿Tienes manías al escribir?

DT: “Como un aleph en el que están contenidos todos los puntos del universo. El oficio de poeta lo llevo mal porque escribo poco. Dar clase y conferenciar te quita tiempo para escribir creativamente.  Amén de la burrocracia de la Cacademia. Es tanta la estupidez institucionalizada en la que tiene uno que perder el tiempo para que marche el engranaje de la educación superior que no te quedan ánimos al final del día para esbozar una palabra.  Pero se hace lo que se puede en la medida de lo posible... Mi única manía es la de hablar solo.  Cuando se me mete entre cuero y carne un personaje, una frase, una imagen, no descanso hasta dar con ella y plasmarla en el papel o en la pizarra cuando estoy dando clases.  O en la ducha que es a donde a uno le viene todo y hay que salir corriendo a la libreta, a borronear con lápiz aquello que no quiere uno que se le escape. Estamos ahora mismo compilando mi poesía incompleta y saldrá en Isla Negra, mi editorial titular, en el volumen En (el) imperio de (los) sentidos. Ahí se recogerán los libros publicados como Fusilado dios, De bellaqueras, las plaquettes u hojas poéticas Una carta y cuatro poemas para Moma, Siete poemas de Cariño, Invasión de ternura y varias series de poemas inéditas como De efe y Merlín.  El Premio Nacional de Poesía 2009 que me concediera con tanta generosidad el PEN Club de Puerto Rico ha sido el acicate para que mi editor pensara en sacar este junte incompleto de mi poesía.”

 

“Conversación con Aurelia

 

Para Santos Torres-Rosado y Luzma Umpierre

 

Llega:

se me sienta ahí delante

y me mira hasta volverme loca

-un poco más de lo que ya soy-

Es alto, bello y esas cosas:

¿por qué Dios mío, por qué

me gustarán tanto?

Y justo ahora en medio de mi número

de estrella del espectáculo

me sonríe y súbitamente el mundo

se me llena todito de colores

para próximos amaneceres...

Si no te digo:

se me sienta ahí delante.

Yo alzo la pierna toda sensual

como la Favery

siendo de un país tropical-

y de repente me lluevo toda

-los aplausos-

el silicón se me deshace

entre el brasier

hasta que se me corre el maquillaje.

Un auténtico desastre, nena,

pero él

como si no notara este caos y este orden

simultáneo de emociones

él

se me mete entre el deseo

y no sé ya de mí

sino hasta cuando friendo y comiéndome

por dentro

algo me dice

que ese huevo quiere sal.”

(Daniel Torres)

 

AMF: Sobre el erotismo, y tu literatura marcadamente sexual, ¿crees que todavía hay tabúes para escribir sobre la sexualidad en general? ¿y en particular sobre la sexualidad queer?

DT: “Ese es mi mal, la bellaquera a ultranza. Por eso mucha gente no considera seria la pobre literatura de Daniel Torres.  Los tabúes están y seguirán estando ahí en su sitio y los necesitamos. De eso nutrimos la literatura erótica y pornográfica, porque no hay que tenerle miedo tampoco a lo porno. Si no existiera el tabú no podríamos innovar. Imagínate un mundo donde todos estemos en cueros, lo mejor es insinuar y mantener ese misterio que a puertas cerradas se desvanece porque hasta el más santurrón de los santurrones tiene sus buenos vicios en la cama, pero como de eso no se habla...  La sexualidad queer o maricona, por su parte, participa también de todo lo antes dicho, solo que hay ciertas libertades que se tienen cuando sabemos que nuestro lector también queer o maricón o entendido sabe que no hay límites para entrar a un local como Tía María en Santurce y ver aquello que no se quiere ver. Existe un sujeto queer o maricón en la Isla que tiene que encontrar espacios alternos así como hay una literatura que se ha gestado en los últimos años de Manuel Ramos Otero (Invitación al polvo) a Ángel Antonio Ruiz Laboy (El tiempo de los escarabajos), por ejemplo, o de Lilliana Ramos Collado (Proemas para despabilar cándidos) a Yolanda Arroyo Pizarro (Caparazones).”

 

AMF: Eres autor de la "primera novela gay boricua" sobre el SIDA, Morirás si da una primavera, que Isla Negra reeditará. Esta, a su vez, es parte de una trilogía de novelas con la divina y draguil Conversaciones con Aurelia y que pronto veremos una tercera novela.  Coméntanos algo más sobre esta trilogía y cómo te ha marcado. ¿Qué nos adelantas de la tercera entrega?

DT: “Ya he hablado antes un poco sobre esta trilogía, pero no quiero extenderme mucho. Papo, el personaje de Morirás..., tiene a su haber la inocencia del muchacho boricua que se va para Niuyol en los 80 con la fuga de cerebros y allí vive de todo. En el mundo de las dragas boricuas en la Isla y en la gran manzana encuentra un asidero para ser. En la escena final está en una parada de guaguas esperando y no sabe qué hacer cuando ha descubierto que es VIH positivo. Y a lo largo de la novelita azul, que es muy breve, unas sesenta y tanto de páginas, se la pasa buscando el amor. Hay un ÉL (con mayúscula) que lo arrebata. Pero como siempre pasa en estos casos, el amor se les rompe y tiene que buscar otras alternativas. Lo mismo ocurre con Aurelia, una novela nostálgica en una ciudad llamada San Juan, como diría Rene Marqués, nuestro autor gay por excelencia. Las dragas de Aurelia son muy masculinas y saben lo que quieren, pero juegan al extraño juego de construir cuerpos femeninos y no en balde la novela está dedicada a nuestra Lizza Fernanda así como a mi medio hermano Jorge Carrasquillo, la gran Fara, que en paz descanse. Son situaciones todas estas que se esperan resolver o cerrar en Y Lucy, tú qué sabes… No quiero adelantar nada porque apenas tengo esbozos, yo trabajo como las costureras pobres que toman retazos de tela de aquí y de allá y van armando el vestido hasta dejarlo como nuevo. Yo trabajo la novela como la poesía, por partes, fragmentos, episodios, nada coherente como una Almudena (Grandes) sino que dejo que las imágenes y las situaciones, como la vida misma, me vayan guiando hasta dar con el espacio claro en el que se da la narración. Y así me quedan porque quien haya leído Aurelia sabe que tiene que volver a empezar nada más termina para ir ordenando, como lector activo, todo el entramado de la historia. Nada más otra cosa, estas novelas tienen mucho de El vampiro de la colonia Roma del mexicano Luis Zapata, en su acentuada oralidad. Son para oírse que no para leerse. Es para mí un honor que mi editorial quiera sacar una edición aniversario de los veinte años de publicación de Morirás si da una primavera para que las nuevas generaciones de lectores puedan degustar el inicio de la trilogía que algún día desemboque en Lucy después de Aurelia.”

 

AMF: Nos vimos en el Festival de la Palabra hace unas semanas. ¿Cómo fue tu experiencia en este?  ¿Cuál es la importancia de este evento como escritor?

DT: “Es una experiencia única.  Estuve en el primero y ahora en este, el año pasado no pude venir. En ambos casos ha sido un encuentro con lectores y amigos, con la familia, con escritores de todas partes del mundo.  Ahora conocí a Almudena Grandes y le di un abrazo y un beso y le pedí que me autografiara un libro para mi amiga yucateca Lourdes González Prieto.  Yo ya tenía libros de Almudena autografiados de cuando vino a The Ohio State University, pero ahora pude departir con ella en una dimensión más personal. También conocí a escritores cubanos, peruanos, argentinos y haitianos, entre otros. Y ha sido muy productivo el intercambio. Me acompañó este año por primera vez en nuestra historia mi compañero Carlos. Después de 16 años de intentos de visa para venir a la Isla, Mayra Santos Febres consiguió lo imposible y le concedieron la visa a mi mexicano para que me acompañara. ¡Y sabrás lo que fue mostrarle a vuelo de pájaro la Isla en los pocos tiempos libres del festival!  Creo que es un evento sumamente importante porque nos ha puesto en el mapa literario contemporáneo. Le oí una plenaria a Edgardo Rodríguez Juliá que te paraba los pelos de punta. Una cosa es leer toda su obra y otra muy distinta es oír al gran  escritor e intelectual que tiene muy clara la historia de nuestro país y cómo para él, en su estética carpenteriana, el papel del escritor es procesar su realidad histórica para devolverla en historias que atestigüen la situación de ese mismo escritor y su entorno. Ese Caribe diverso y repetible de isla a isla que concibe Rodríguez Juliá en su trilogía del Niño Avilés, una serie de nuestras mejores novelas. También estuve de público en un conversatorio sobre la novela histórica y pude escuchar extasiado a Maira Landa, autora de Concierto para Leah, hablar de su nuevo proyecto narrativo al lado de Jorge Volpi, quien nos deleitó con su particular manera de concebir la realidad. Todo esto es muy enriquecedor para un aprendiz de la palabra como yo. Me encanta siempre volver a ser alumno.”

 

AMF: ¿Cuál quisieras que fuese tu legado como escritor? ¿Dónde te visualizas de aquí a 20 años?

DT: “Ninguno. Si yo pudiera, y que no me lea Carlos Roberto Gómez Beras, nuestro editor de Isla Negra, regalaría todos mis libros. Que la gente venga y los coja y los huela y los lea y se vaya con ellos para su casa a leerlos.  No aspiro a la fama sino a la difícil tarea de escribir bien y eso a mis 51 años todavía no lo consigo. Es una lucha. En 20 años tener 71 y si estoy vivo estaré jubilado, Dios mediante, pero leyendo como loco todo lo que me caiga en las manos, escribiendo, eso seguro, pero ya no publicaría porque dime tú,  ¿quién querrá leer las chocheras de un Daniel ya viejito?  Aparte de que publicar sin agente literario ni fama alguna sale caro.”

 

 

 

“te he dejado

abandono de formas

por la impresión de la imagen

cuando cada mañana desde ahora

se hayan marchado las oraciones

plegarias del miedo

al sentido exacto de la vida

pues        ataron la verdad

al árbol que se secó de espera

fustigaron la palabra

acomodando a tijeretazo de silencio

la idea que se desborda

y despojando cada tarde

de la dosis de pecado cotidiano

que nos niegan

pretendieron que se callara

la necesaria tierra muerta

para crecer”

Daniel Torres