República Dominicana y la reforma fiscal de la muerte

Economia Solidaria

Finalmente, el viernes pasado, 9 de noviembre, se aprobó la nueva reforma fiscal de la República Dominicana. Desde que fuera presentada por el presidente dominicano, Danilo Morales, hará cerca de un mes, hasta su aprobación, el pasado viernes un total de cuatro manifestantes opositores a esta medida, fueron asesinados por efectivos de la policía de dicho país. El último de los asesinados lo fue un joven de 21 años llamado Alfredo William Florián. Este, como los anteriores tres, fue asesinado por efectivos de la seguridad del estado, mientras protestaba contra la medida legal. Es decir, fue asesinado mientras ejercía su derecho constitucional y derecho humano a la libertad de expresión.

 

La pregunta, ¿puede un estado imponer nueva legislación que imponga nuevas contribuciones, mientras el pueblo se opone tenazmente a las mismas? La contestación y el sentido común debería ser que no es posible. Pero en la República Dominicana tal parece que si fue posible. Entre el martes 6 de noviembre y el viernes 9 de noviembre, el gobierno aprobó primero en la cámara baja y luego en la cámara alta, la nueva medida.

Aunque el gobierno al principio quería imponer nuevas contribuciones por un valor de sobre mil trecientos millones de dólares, luego de las propuestas, ante las protestas sociales que se dieron en distintos puntos del país, y sobre todo la feria oposición que se dio por parte de los sectores profesionales medios, el estado tuvo que hacer concesiones. Al final, sólo se impusieron contribuciones por el monto de 227 millones de dólares.

La importancia de esta discusión versa sobre un debate mayor en el Caribe, las islas como en la cuenca. Se trata de una aspiración de los pueblos de la región a una vida más democrática en la toma de participación de lo económico. Ante esto, la experiencia en la República Dominicana, como a su vez la experiencia del pueblo de Colón, República de Panamá, nos hace pensar en la importancia de la lucha por la democracia y solidaridad económica.

Lo importante es que la gente pueda decidir de forma directa si le gusta o no las medidas contributivas y económicas que le van a afectar. No hacerlo es promover, metafórica y literalmente hablando, la muerte.