Es curioso, pero terminadas las elecciones estamos viviendo un periodo interesante en el quehacer político de Puerto Rico. En el mismo, los partidos que ganaron, sobre todo el que se impuso, el Partido Popular Democrático, lo hicieron de forma alegada, en consorcio o alianzas con los llamados partidos emergentes o con los votantes indecisos. De ahí que se ha planteado que este partido, en gratitud a los que le apoyaron, ahora debe ofrecerles a estos, por lo pronto alguna posición digna en la gestión de gobierno. Esto suena interesante, pero no sabemos si es lo correcto.
Ahora bien, pasadas las elecciones, y traído por los pelos por uno de los principales periódicos nacionales de Puerto Rico, se parte de la premisa que ahora tienen que darse alianzas entre el Partido Popular Democrático y los partidos emergentes y sectores independentistas no afiliados. Esto es curioso, pues no se trata de alianzas muy bien pensadas ni negociadas; por el contrario se trata de procesos mediáticamente construidos y traídos por un sector particular de la prensa – tal si sugiriera que estas son las alianzas que le convienen a dicho sector de la prensa, independientemente si le convienen al pueblo.
Las elecciones pasaron ya, y hubo una expresión de pueblo. A favor o en contra de los intereses y necesidades de un partido que se impuso como el vencedor. Las fuerzas sociales, esos que votaron a favor o en contra, lo que podríamos llamar como el pueblo soberano, no se han expresado en torno a las alianzas. Los únicos que lo han hecho, son los sectores poderosos, o políticos perdidosos, quienes vestidos de gabán y corbata pretenden ahora hacer alianzas compradas o comprables.
Apoyar estas alianzas es negar lo político y social, como una forma tangible y meticulosa de entrecruzamiento de micro-relaciones sociales. Ya veremos que nos cuenta este cuatrienio.