¿Así es que queremos inculcar a nuestros niños la importancia del intercambio, de la convivencia pacífica y de la interculturalidad? Con tantas trabas y tantas fronteras tan rígidas que, no solo son simbólicas sino concretas; paredes que dividen territorios, ¿basado en qué? ¿No somos todos ciudadanos del mismo mundo? ¿No enseñamos a luchar por la conservación del mismo planeta? ¿No predicamos la solidaridad y la empatía?
Además, ¿quién es otro igual que yo para decirme lo que puedo o no puedo hacer? Más aún, si estoy aportando al bien común. Ah, es que actualmente eso también es relativo; tal vez el bien común para ti no sea el mismo que para mí. ANUNCIO IMPORTANTE: el bien común es solo uno; no le busquemos cinco patas al gato.
En resumen, el ser humano no es una mercancía para que otro decida arbitrariamente cuál quiere y cuál no. Si les vamos a servir, si les vamos a redituar o si vamos solo a ocupar un espacio que pudiese ocupar alguien a quién le pueda sacar más…¿No se asemeja esta práctica a una especie de trata o tráfico humano disfrazado en ser un proceso “legal” y burocrático de los países?¿El hecho de que lo haga un gobierno lo hace correcto? No señores y señoras; pensemos concienzudamente, seamos críticos en lo que otros dicten acerca de lo que, según ellos, debe ser nuestro destino. Identifiquemos: ¿migración o tráfico humano?