Por varios años el partido saliente de la gobernación en Puerto Rico, el Partido Nuevo Progresistas, habló de una gran reforma contributiva la cual le permitía a toda persona que no ganara más de $20,000.00 USD al año, estar exenta del pago de contribuciones.
Hoy, el nuevo gobierno electo, ya planteó que dicha reforma se encuentra tambaleando, pues se desconoce si los ingresos son conmensurados a los gastos del gobierno, como a su vez a los créditos y beneficios contributivos existentes. En fin, un desastre entender el estado del tiempo actual. Lo cierto que dar beneficios contributivos al grueso de la población que recibe un salario no adecuado, es un incentivo a la economía de la precariedad. Esto quiere decir, que el patrono prefiere tener poblaciones mal pagadas, mientras el gobierno los promueve ofreciéndoles incentivos contributivos.
En apariencia la gente, que ya gana poco, sale bien. Pero en realidad, el efecto es que siguen ganando poco, no contribuyen al fisco general, y tampoco pueden participar de la economía de mercado, pues lo ganado no es suficiente para consumir. Y peor aún, el importe de contribuciones en la venta de productos, es igual para toda la población: tanto para la que consume mucho como para la que consume poco. En otras palabras, se trata de un sistema que penaliza a los más pobres.
En fin, que tendríamos que apostar a otro tipo de sociedad donde el tributo sobre los ingresos personales, sea a todos en igual nivel de responsabilidad pero conmensurado a sus ingresos, necesidades y posibilidades de pago. Esto por lo pronto, ni bajo el pasado gobierno ni bajo el gobierno entrante, se ve posible.