SanSe 2013, el estado y las cerveceras

Política

Las recién finalizadas fiesta de la Calle San Sebastián (la Sansé) en San Juan de Puerto Rico, han terminado como las fiestas del rosario de la aurora: con críticas y críticas por todos lados. Parece algo insignificante – unas fiestas dedicadas a un santo católico, a las cuales asistió más gente de la esperada, cerca de 500 mil personas. Es decir, a estas fiestas en cuatro días asistió cerca del 12% de la población de Puerto Rico. Fue, sin lugar a dudas una asistencia significativa.

Los detractores conservadores alegan que la nueva alcaldesa, Carmen Yulín Cruz Ortiz, no las supo organizar adecuadamente. Los detractores lenientes alegan que hubo más gente de lo esperado, razón por la cual se le salió de control al estado. Lo cierto es que las fiestas provocaron toneladas de basura, la vandalización a vehículos del estado de transportación pública a un monto de $170,000 USD, y  la muerte innecesaria del joven pescador Julio Ramos. Este fue asesinado a manos de un sicario, que por haber tenido un tropezón y luego una discusión verbal le propinó dos disparos: uno en la boca y otro en la parte trasera del cráneo de ejecución terminante.

Me parece que la conversación no ha calado correctamente en lo profundo de este asunto. La pregunta de rigor es la siguiente: ¿por qué el estado debe proveer transportación gratuita a 500 mil personas, a cambio de que estas vayan a ingerir alcohol? ¿No sería mejor que fueran las propias cerveceras las que pagan por un sistema de transportación público masivo, a cambio del consumo masivo de sus productos?

No asumo una línea moral en cuanto a estas fiestas. Si la gente quiere parrandear, bebiendo alcohol de forma excesiva, y pagan por ello, puedo manejarlo. Pero unas fiestas donde el estado ofrece todo gratis a cambio de que la gente consuma alcohol no me parece adecuado.

Por otro lado, no me parece adecuado que las grandes cerveceras no asuman la responsabilidad por el control y comportamiento de los allí convocados – que a fin de cuentas vienen a bailar al ritmo de las tarimas auspiciadas por cada casa cervecera. En este sentido, deberían ser las propias compañías que venden alcohol las que garanticen la seguridad del evento, y se hagan responsables de los eventos desafortunados que ocurran.

Ahora bien si las cerveceras no desean asumir este grado de responsabilidad, pues entonces cambiemos la naturaleza de las fiestas. Hagámoslas menos capitalistas-corporativas y promovamos el elemento comunitario y de autogestión. Es decir, menos cerveza y más tradición cultural libre del valor de venta de alcohol. ´

Si es así, pues que continúen las fiestas el próximo año 2014.