Límites a la fiesta del Capital: Cambien la SANSE 14

Política

Se acabó, el que quiera festear que pague la fiesta. No creo que continuar el debate en torno a lo público y lo privado, de forma ajena, es lo correcto. Por el contrario, creo que hay que analizar las fiestas de San Sebastián, recientemente finalizadas, desde la lógica de las necesidades del capital – es decir, tener acceso gratuito a sobre 400 mil personas, que van de forma dirigida y controlada a consumir sus productos. En particular la venta de alcohol, fue la más beneficiada por estas fiestas, llámese cervecera local o importada, ron y otros alcoholes.

En el resumen de las fiestas, y en el análisis que se debe hacer de las mismas debe examinarse a quien benefician las mismas. El estado, como ejercicio de la administración de su población, no debe sugerir el movilizar al 15% de su población para ver qué pasa. Es decir, usted moviliza a 400 mil personas, y debe pensar cuanta policía se requiere para supervisarla, cuantos enfermeros de primeros auxilios deben de estar disponibles, y sobre todo cuantas letrinas deben proveerse a esta población. Esto sin considerar los trabajadores sociales que deberían intervenir con jóvenes menores de edad que participan sin supervisión en dichas fiestas, y los conflictos intra-familia que se dan, y que merecen ser administrados por ciertas agencias especializadas del estado.

En fin, que si las fiestas no se privatizan y es el sector privado las que las administra, entonces el estado debe ponderar como correr con las mismas de forma regulada y eficiente. La única opción es cambiar su tamaño y reducir el alcance de estas. Es decir, la propuesta de ampliar el perímetro no hace sentido. Si usted tiene 600 mil personas en un predio de terreno mayor, cuanta fuerza policiaca o de seguridad sería necesario para supervisar a esta masa. El 10% de 600 mil es 60 mil policías, el 1% son 6 mil policías, ¿tiene Puerto Rico dicha capacidad? Para nada. Más cantidad de personas hacen del proyecto uno no viable, y sobre todo no manejable.

Ante este cuadro, creo que el único destino saludable, es reducir el tamaño de las fiestas. Menos días, menos horas, menos cerveceras.