Négritude”, Insularismo y Discurso sobre el colonialismo: Modelos culturales caribeños en Césaire y Pedreira

Crítica literaria
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altAntonio S. Pedreira en Insularismo (1934) y Aimé Césaire en Discours sur le colonialisme (1950) desarrollan teorías culturales que demarcan la posibilidad de una cultura pan-caribeña. A estos ensayos le precede la creación del movimiento llamado négritude, creado en parte por Césaire, que sirve como base a debates acerca de la identidad racial y cultural.

Así, estos textos postulan modelos epistemológicos que intentan una re-apropiación de la identidad caribeña generadas por dinámicas a favor o en contra de las tendencias eurocéntricas.  Este análisis muestra algunas de estas propuestas de modelos de representaciones metafóricas[1] de la cultura caribeña. Ambos autores exploran interpretaciones culturales en las que extrapolan la perspectiva europea y promueven concepciones ideológicas desde las realidades raciales y geográficas de sus países.

Después del segundo cuarto del siglo XX, no es nada nuevo para la producción intelectual de Latinoamérica utilizar a Europa como referente inmediato en la producción de textos culturales.  Para los burgueses criollos, desde comienzos de la colonización del continente americano, validarse en los referentes europeos es un proceso acostumbrado por parte de la vida intelectual.  Ya a finales del siglo XIX, con el inicio del modernismo en América se vislumbran tensiones en estos grupos al tratar de identificar realidades americanas con conceptos político-culturales. Óscar Rivera-Rodas, en su artículo “La ‘crisis referencial’ y la modernidad hispanoamericana”, alude a esto indicando que, “La reacción modernista era un desvío de la dependencia respecto de esas condiciones hegemónicas que se remontaban al sistema colonial del siglo XVI” (780), y que buscaba desarticular las creencias tradicionales para fundar una “tradición hispanoamericana a partir del distanciamiento de la española” (785).  Los planteamientos propuestos por los escritores modernistas americanos muestran un ineludible afán por eliminar las creencias hegemónicas tradicionales y por desarrollar una identidad de lo americano. Pero estas ideas empiezan a diferenciarse luego de comenzar el siglo XX, ya que lo hegemónico sirve (aunque para contrariarlo) para validar el discurso cultural en América y el Caribe.

De este modo, el término négritude surge en la década del treinta por Aimé Cesaire, Leopold Senghor y León Gontran Damas. A partir de la noción de raza, este concepto rechaza las actitudes coloniales de los habitantes de los territorios colonizados. El movimiento representa un llamado a la solidaridad de los intelectuales negros para la refutación en contra de la asimilación del discurso europeo colonizador.  Con esto, la négritude promueve la afirmación de una herencia cultural afro que luego lleva a crear nuevos discursos anticoloniales en la academia: es una de las primeras actitudes que impulsa este tipo de producciones en la literatura caribeña. Estas nuevas creaciones contraponen los postulados europeos sobre la colonización; las ideas del colonialismo que, “…designa una relación política y económica, en la cual la soberanía de un pueblo reside en el poder de otro pueblo o nación”[2].

Pedreira

A partir de lo expuesto, la négritude propicia la creación de nuevos discursos culturales en las islas que viven la colonización en el Caribe, entre éstas Puerto Rico. Con esto, Pedreira habla en su discurso sobre su concepción de la cultura en Insularismo diciendo que, “El repertorio de condiciones que dan tono a los sucesos, y cauces a la vida de los pueblos; esa peculiar reacción ante las cosas –maneras de entender y de crear-[…] …es lo que entenderemos aquí por cultura” (24). Así que, tomando en cuenta la peculiaridad del Caribe, en especial la de Puerto Rico, se trata de diferenciar, entender, reaccionar y crear discursos a través de las ideas reicibidas bajo el colonialismo. Lo que surge como respuesta a esto (en los distintos grupos nacionales) son creaciones de la cultura.  En este sentido, hay  que señalar que Pedreira presenta un panorama problemático sobre la condición cultural de la isla.  Su trabajo genera interpretaciones que giran entorno al determinismo geográfico y a la espiritualidad de un pueblo empequeñecido y aislado.

Pedreira esboza un esquema tripartito conforme a “tres momentos muy definidos” (63) del desarrollo histórico de la isla de Puerto Rico.  Cada capítulo del libro está dividido en tres partes, paralelas a estos tres momentos históricos propuestos por Pedreira y que al mismo tiempo juegan un entramado metafórico que alude a una especie de viaje que franquea la evolución histórica de la isla desde una perspectiva cultural. El autor (re)afirma que la evolución del pueblo puertorriqueño está marcada por tres etapas: “el de génesis, pausado, receptivo, titubeante (siglos XVI, XVII y XVIII); el del crecimiento nervioso, creador, dramático (siglo XIX) y el de transición, inseguro, cambiante, [e] inestable (siglo XX)[3]” (Pedreira 63).  En el tercer capítulo, “El rumbo de la Historia”,  el autor utiliza la expresión “levar anclas” para mostrar el comienzo de un viaje por mar al que el lector queda invitado.  Emprendiendo este viaje por el primer periodo, el del génesis, comenzamos a navegar en ese rumbo de la historia que el autor propone. Ahora bien, según afirma Luís Felipe Díaz en el fondo de esta metáfora naútica el libro propone: “la singular trayectoria de un proyecto ideológico que permita tomar medidas frente al futuro desarrollo de una nueva sociedad” (69)[4].  Pero esta nueva sociedad dentro del esquema trazado por Pedreira se conjuga en el rumbo de esa nave al garete, la cual el lector debería llevarla a puerto seguro.

A pesar que Pedreira acepta y está de acuerdo con el desarrollo progresivo de la civilización y el mundo de mayor libertad económica que provee los Estados Unidos a la isla, reclama el exceso de atención a este ámbito de la vida social y el olvido de la necesidad cultural que tienen el hombre y la sociedad puertorriqueña. Es necesario apuntar que Pedreira era un hispanófilo que reflexionaba sobre la condición de la isla desde nociones europeas. Por tal razón, este supuesto abandono crea un vacío espiritual que para reponerse necesita pasar del estado de transición para  llenar a capacidad las necesidades culturales (siempre y cuando exista un plan que deje de ser meramente superficial).  Aunque no podemos olvidar que aquí este estado de trancisión excluye sectores de la sociedad, como el campesinado, las mujeres y las manifestaciones populares de cultura.

Por otra parte, Pedreira hace referencia a la realidad geográfica del Caribe buscando un modelo metafórico de la cultura caribeña. No es casualidad que sea precisamente lo que éste menciona en el segundo capítulo de su libro, “Biología, geografía, alma”[5], sobre la posibilidad de crear un arte de las Antillas Mayores que armonice su “movimiento espiritual”.  Sobre esto Pedreira reconoce que primero hay que entender “qué cosa es Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico”.  La contrariedad radica en su interpretación de lo que es Puerto Rico:

Llevamos encima la tara de la dimensión territorial. No somos continentales, ni siquiera antillanos: somos simplemente insulares que es como decir insulados en casa estrecha. Encogidos por la tierra, tiene nuestro gesto ante el mundo las mismas dimensiones que nuestra geografía. […] Ese obstáculo de lo próximo nos encoge la perspectiva y desarrolla en nosotros una oftalmología que nos condena al mero atisbo continental. ( Pedreira 44)

Desde este enfoque Pedreira construye una visión cultural muy particular sobre lo que es el Caribe y Puerto Rico. Su propuesta sugiere la existencia de una elite intelectual que logre sobrepasar la condición geográfica. De este modo, los recursos metafóricos utilizados por el autor no se limitan a la metáfora de un viaje por mar, señalada anteriormente, sino que se extiende a la identificación de la nación puertorriqueña como una geografía voraz que consume al puertorriqueño y cuya salvación está en los mismos modelos europeos (español) como formas de enfrentamiento al coloniaje norteamericano.

Césaire

De manera distinta a Pedreira, Césaire en el Discourse sur le Colonialisme, trata sobre el efecto boomerang que ocurre cuando el colonizador trata al colonizado como si fuera un animal: se convierte así mismo en eso, un animal, un ser sin civilización a pesar de jactarse de ésta. Acerca de esto, Césaire dice, “Colonización: cabeza de puente de la barbarie en una civilización, de la cual puede llegar en cualquier momento la pura y simple negación de la civilización” (6).  Esto quiere decir que debido al trato que recibe el sujeto colonizado se produce la cosificación,“una ecuación [que resulta en]: colonización = cosificación” (Césaire 6).  Partiendo de esta simple ecuación, el autor crea un desplazamiento estratégico de los presupuestos epistemológicos y cognoscitivos del universalismo occidental y replantea la cultura de las sociedades que Europa coloniza.

Por otra parte, según Mireille Rosello, Césaire puede ver claramente lo que expresa en su discurso gracias a que vive en el exilio. Para el autor, ser exiliado, a pesar de separarse de su isla, lo dota de pasar de ser nada (sujeto cosificado-colonizado) a ser alguien con consciencia cultural antillana:

…the notion of exile is the result of a long process of recognition, and that often it is only a posteriori that a voluntary and wished-for departure is reinterpreted as a disaster- an agonizing separation, but one that is overshadowed by an Antillean culture imagined as nothing-ness, a void. (Rosello 178)

El exiliado martiniqués expresa en varias ocasiones durante su carrera artística, que antes de llegar a París no se sentía identificado con lo que era su isla (tanto, que no se identificaba a sí mismo como exiliado cuando residía en Francia). Luego de vivir en la metrópolis y de haber regresado a su tierra es que éste puede entonces distinguir su identidad (Rosello 179), y por ende proponer un nuevo modelo cultural caribeño.  Sus ideas brindan, de acuerdo a Nelson Maldonado-Torres,

…la búsqueda de la transformación del patrón de poder moderno/colonial que continua definiendo las identidades modernas y las relaciones intersubjetivas de poder y de conocimiento que se derivan de las mismas. La descolonización también hace referencia a la construcción de un mundo nuevo en el sentido de concepciones nuevas de lo humano y de relaciones materiales que no se conformen con la dictadura del capital ni se restrinjan al imperio de la ley en el Estado nación moderno/colonia. (2)

Césaire, de la misma manera que Pedreira, extrapola el discurso colonial europeo en un planteamiento cultural que busca diferir las ideas que el colonizado había hecho suyas.  A diferencia de los modernistas americanos en el siglo XIX, Césaire no busca desprenderse de este discurso, mas bien trata de utilizarlo como herramienta que viabiliza la conformación de la cultura caribeña al considerar elementos que sobrepasan la condición colonial de siglos anteriores.  Aunque Césaire no usa figuras metafóricas de la misma forma que Pedreira, éste provee un modelo cultural que ulteriormente busca dar una imagen de lo que es el caribeño.

En el Discurso.., Césaire crea un juego que fluctúa entre un carácter irónico y uno directo y acusador, haciendo una extensa mención de textos europeos para crear su apología étnica de los negros colonizados por los blancos.  Los escritos europeos, según el mismo autor, “invita[n] a paralelismos ‘distanciantes’, que permit[en] entonces al negro que yo soy pensar-” (Césaire 317).  De esta forma, con este tono denunciante existe una ubicación fuera de la hegemonía a pesar de utilizar su discurso; la intención es revocar esas ideas que se habían implantado.

En definitiva, tanto Pedreira como Césaire utilizan como referente el discurso de la hegemonía occidental como punto de partida para las propuestas de sus realidades culturales.  Sus trabajos utilizan ese eje hegemónico para luego apartarse de éste y construir modelos metafóricos de una cultura pan-caribeña. Las diferencias de ambos planteamientos demuestran evidentes distinciones que marcan la historia y conciencia colonizada de los habitantes en el Caribe, de isla en isla, cada una a su esencial modo.  El acercamiento de Pedreira crea la problemática de aislar la cultura puertorriqueña debido a un determinismo geográfico que éste supone, además de proveer un panorama cultural elitista que busca beneficiar un grupo reducido en su isla.  En la proposición de Césaire la polémica surge al priorizar lo racial[6]. Ambos coinciden en señalar proyectos ideológicos que al final resultan cuestionables, sobre todo para la crítica. Pero por otro lado, los dos contrastan en el punto de partida que les sirve de base: Pedreira lo geográfico y Césaire lo racial.  A pesar que ambos enfoques demarcan ciertos límites a sus planteamientos culturales, hay que reconocer que con sus propuestas propician consiguientes creaciones de modelos culturales caribeños a lo largo del siglo XX[7].

 

Obras citadas:

Borges, Jorge Luis. “La metáfora”. Textos recobrados 1919-1929.  Buenos Aires: Emecé Editores, 1997. 114-20.

Césaire, Aimé.  “Discurso sobre el colonialismo (Fragmento)”.  México: Fondo de Cultura Económica, 1993.  307-24.

Díaz, Luís Felipe. Modernidad literaria puertorriqueña. San Juan: Isla Negra, 2005.

-----------------------. La na(rra)ción en la literatura puertorriqueña. San Juan: Ediciones Huracán, 2008.

Gelpí, Juan G. Literatura y paternalismo en Puerto Rico. Río Piedras: EUPR, 2005.

Maldonado-Torres, Nelson.  “Aimé Césaire y la crisis del hombre europeo”. Citado el 10 de febrero de 2012 en:

http://www.lapetus.uchile.cl/lapetus/archivos/1221064426introaDiscursosobreelcolonialismo.pdf.

Pedreira, Antonio S.  Insularismo. Río Piedras: Editorial Edil, 1992.

Quintero, Pablo. “Notas sobre la teoría de la colonialidad del poder y la estructuración de la sociedad en América Latina”. Pap. trab. - Cent. Estud. Interdiscip. Etnolingüíst. Antropol. Sociocult. [online]. 19 (2010).  Citado el 2 de marzo de 2013 en: . ISSN 1852-4508.

Rivera-Rodas, Óscar.  “La ‘crisis referencial’ y la modernidad hispanoamericana”.  Hispania 83 (2000). 779-790.

Rosello, Mireille.  ““One More Sea to Cross:” Exile and Intertextuality in Aimé Césaire’s Cahier d’un retour au pays natal”.  Yale French Studies 83 (1993). 176-195.

White, Hayden V. Tropics of Discourse: Essays in Cultural Criticism. Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1978.


[1] Aquí las representaciones de la cultura son señaladas como metafóricas de acuerdo a la forma en que Jorge L. Borges y Hyden White estudian la metáfora.  El primero advierte que la misma es, “una vinculación tramada entre dos cosas distintas, a una de las cuales se la trasiega en la otra.  Ambas son igualmente verdaderas o falsas” (114). Igual, Borges añade que ésta explica y crea enlaces causales con el propósito de tratar hechos del mundo en que vivimos (114-5).  Por otra parte, interesa lo que White aclara: “[la metáfora] tells us what images to look for in our culturally encoded experience in order to determine how we should feel about the thing represented” (91).  Así que cuando este análisis alude a la idea de modelos metafóricos de la cultura trata de estas específicas visiones.

[2] Pablo Quintero. “Notas sobre la colonialidad del poder y la estructuración de la sociedad en América Latina”.

[3] Esta división de etapas también la lleva a cabo Césaire.  Éste alude a que la juventud negra está en el tercer episodio de lucha: “la emancipación”; el primero es el sometimiento: la esclavitud; y el otro: la asimilación.  Tanto el sometimiento como la asimilación son formas de recluir al “yo” a esferas insignificantes y limitadas que ocurren sobre todo a partir del colonialismo (Césaire).

[4] Luís Felipe Díaz. Modernidad Literaria Puertorriqueña. Isla Negra Editores, San Juan. 2005

[5] El título también está marcado por tres términos, mostrando nuevamente el afán del autor en  plasmar su trabajo a través de una correlación tripartita de elementos históricos, sociales y culturales del puertorriqueño.

[6] Algunos detractores de Césaire insisten en que éste se basa en un esencialismo racial que lo limita y que favorece al colonizador (Franz Fanon, Wole Soyinka, Maryse Condé, y otros); contrario a otro grupo de críticos que ven el enfoque, a pesar de ambigüo, como un intento de universalismo o Humanismo (Doris Garraway, Nick Nesbitt, Mireille Rosello, entre otros) y no un análisis exclusivamente racial.

[7] Entre los modelos culturales más estudiados están el Éloge de la Creolité de Patrick Chamoiseau, Jean Bernabé y Rafael Confiant, las ideas del concepto de L’Antillanité y de La poética de la relación de Edouard Glissant, las ideas de la teoría del caos en La isla que se repite de Antonio Benítez Rojo, entre otros.