De ciudades y nostalgias de Deidamia Galán: Un cuaderno de estancias y desplazos

Crítica literaria
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altEntre la Segunda Avenida y Amsterdam con la calle número 71 en la ciudad de Nueva York, alguien busca la esquina de un apartamento o de un parque en donde pueda entregarse al recuerdo o al reto de transliterar, es decir, verter una emoción o idea en un texto literario.

Esa búsqueda de aposento y comodidad para nosotros, los lectores, supondría el espacio que aprovecharía un “yo poético” para pensar o escribir poemas. Sin embargo, ese espacio íntimamente abierto que se procura es el camino que pavimentan, hacia un viaje interior, cada uno de los 47 poemas del libro De ciudades y nostalgias de Deidamia Galán, una poeta que no le teme a la posibilidad de la sangre, a las calles desoladas, o a los amores terribles que reviven los textos del libro.

Galán nació en Santo Domingo, República Dominicana, en 1979. Estudió diseño gráfico en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. Ha participado de festivales de poesía en su país natal, así como en Puerto Rico y México. Varios de sus poemas aparecieron en la antología de poetas jóvenes dominicanas Safo, así como en la antología de poetas latinoamericanos Poesía y narrativa actual 2005, publicada en Argentina por la Editorial Nuevo Ser. Dos poemas suyos fueron traducidos al catalán para el proyecto Panamericana. Poetas nacidos a partir de 1976 de la revista virtual Serie Alfa. Es organizadora y emprendedora de eventos culturales, así como literarios, y actualmente es editora de la revista “VIP Magazine”. De ciudades y nostalgias, publicado en el 2011 por la Editorial Santuario, es su ópera prima.

Curiosamente, el libro abre con los poemas “Nostalgia” y “Despedida”, un sentimiento y una acción (o finalidad) que recorrerán el poemario; y es que ambos términos de cierta forma llegan a personificarse en el libro. Me pregunto si, en efecto, podría ser la nostalgia o la despedida quien convoca la una a la otra en el primer poema cuando aparece: “Tú y yo deberíamos citarnos / en la ciudad inmensa y nocturna / tal vez para la tentación más sórdida / intentando no decir nada / como kamikases en busca de su muerte”. En este poemario la presencia de la nostalgia es lo que hace que muchos de los textos sean una suerte de listado de pérdidas, posibilidades y despedidas. Como en la pieza “Ciudades”: “Tengo en el recuerdo de calles / sombras, olores / voces que se desvanecen, / y un nudo de memorias / en cada sitio donde estuve”.

Para la voz poética, la extraña ciudad de Nueva York es un depósito de memorias, una galería de tiempos y cuerpos, como la isla caribeña de origen dejada atrás. O, tal vez sea dicha isla la voz poética que se pregunta qué pedazo de mar ocupa. Ante la intemperie emocional y temporal, el “yo poético” arremete lo irremediable contra las calles, las avenidas y contra lo más rutinario de la sofocante nueva vida en la metrópoli: “Son las seis y hay luna llena / yo, mientras, sigo soñando con aquel café / y tu nombre grita nostalgia / dentro de mis huesos / Sigo escribiendo abrazos / para no morirme.” (del poema “Seis”). Cabe señalar que históricamente las ciudades han sido espacios a donde sujetos van para encontrarse o reinventarse al  perderse en el anonimato. En el ensayo “Here is New York” de E. B. White, el autor nunca se encuentra a sí mismo del todo en la metrópoli. No obstante, descubre otros lados o facetas suyas al toparse con los retos de vivir en la ciudad y de descifrarla. Quizá en la necesidad de definir casi todo lo que observaba en la urbe estaba la angustia de White por encontrarse consigo mismo.

La ciudad, con su catálogo de apremios y urgencia de cotidianidades, exige a su vez la ya mentada fuga. Con esto me refiero a un espacio para captar lo intangible mas realizar un inventario de lo perdido y lo ganado al estar en un país extranjero en donde hasta lo más mundano parece brillar con la luz mañanera de la isla caribeña de la que el “yo poético” emigró: “Realmente no hay nada que extrañar / allá, afuera, sale el sol de todos modos.” (del poema “Añoranza”).

La escritora uruguaya Cristina Peri Rossi abre su poemario Estado de exilio de la siguiente manera: “Tengo un dolor aquí, / del lado de la patria.” Es incuestionable que la voz poética de De ciudades y nostalgias comparte esta dolencia y que también la combate con palabras: “Todos los sitios son uno / y a todos quiero volver.” (del poema “Ciudades”). Estas son palabras salvadoras que también llevan al dolor del que se salva; más allá de la posibilidad de que la poesía nos una, nos unen también los sentimientos, los delirios, las ausencias, la empatía implícita en el libro. Es por esto que aunque poemas como “Sin ti’, “Alma en pena” y “Retroceso” dan cuenta de la ausencia del cuerpo amado, la soledad no es total para la voz poética pues ésta se habita, se abraza y se abarca. Esto último lo afirma la primera parte del poema “Matamorfosis”: “Yo soy este instante y soy, también otro día”… “acaso soy todo eso que inventé / para hacerme cargo del tiempo… / como tu voz, y la voz de todos.” A veces el asombro y la ansiedad le ceden su lugar a la serenidad y a la resignación, y ahí un nuevo descubrimiento. Se dice que los poetas son los grandes historiadores de las ciudades; Deidamia Galán nos ha regalado un poemario lleno de historias, lugares e inmersiones en el ser de una voz poética femenina a tono con los tiempos.