La Alianza del Pacífico vs. la UNASUR: el liderazgo de Chile en el movimiento de las ‘placas tectónicas’ regionales.

Agenda Caribeña
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altLa fundación de la Alianza del Pacífico durante su cumbre de Cali, Colombia celebrada en el mes de mayo de 2013 levanta múltiples interrogantes, sobretodo políticas, respecto al proceso de cooperación regionalista en marcha dentro del marco de la UNASUR. Específicamente, la inquietud de los investigadores surge del hecho de que la Alianza del Pacífico es un organismo subregional que cumple con un mandato comercial y de orientación a la región Asia-Pacifico. Mientras que la UNASUR es un proceso de integración multidimensional regional, sus esfuerzos se enfocan en la integración política y en la proyección de Suramérica como un actor global. Perú, Colombia y Chile poseen membresías superpuestas como miembros fundadores de la UNASUR y de la Alianza del Pacífico.

Desde que la presidencia pro-tempore de la UNASUR cayó en manos de Perú y su presidente Ollanta Humala, la Alianza del Pacífico ha tomado un semblante político al lograr invertir la agenda de la UNASUR para priorizar temas de integración comercial, alterando la identidad de la UNASUR en el proceso. Por otro lado, la visita del excandidato a la presidencia de Venezuela Capriles Radonsky a Colombia en una visita oficial al presidente Juan Manuel Santos, levantó la protesta diplomática de Venezuela. Esto semanas después de que Colombia y los demás miembros de la UNASUR como bloque aprobaron una resolución unánime durante la Cumbre Extraordinaria del Consejo de Jefas/as de Estado de la UNASUR dándole un espaldarazo a Nicolás Maduro como presidente legitimo de la Republica Bolivariana. Estos acontecimientos entre sí contradictorios han demostrado la maleabilidad de la UNASUR y el surgimiento de un nuevo bloque político subregional: la Alianza del Pacifico.

La Alianza del Pacífico es un bloque subregional circunscrito a una región de intereses no geográfica, porque incluye a México, que aspira a cubrir las Américas en su proceso de expansión. El bloque tiene 212 millones de habitantes o el 36% de la población suramericana, el 35% del PIB de la región latinoamericana y general el 55% de sus exportaciones y con un ingreso por habitante de $13,000[1]. La Alianza del Pacifico es la novena economía del mundo por su tamaño y en términos del PIB y la octava exportadora a nivel mundial. En el 2011 las exportaciones de los miembros de la Alianza (533 millones de dólares) superan en 33% a aquellas que realizaron los países integrantes de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, en ingles) y en 50% a las exportaciones hechas por el Mercosur[2].

Es sobre la historia de la expansión del libre comercio en América Latina y el Caribe y el ‘spaghetti bowl’ de TLC Norte-Sur y Sur-Sur que la Alianza del Pacifico pretende capitalizar, sobre un camino ya recorrido y que esta pasando  en el siglo XXI por un fuerte cuestionamiento por parte de fuerzas sociales y lideres regionales como los presidentes de Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia, Uruguay y Argentina.

Chile, Colombia y Perú junto a los demás estados miembros de la UNASUR han suscrito acuerdos comerciales con países desarrollados y en desarrollo. Según la OMC los estados suramericanos tienen vigente un total de 65 acuerdos preferenciales de los cuales 13 son intrarregionales y 52 interregionales (11 acuerdos con países desarrollados y 54 con países en desarrollo). Según el Sistema de Información de Comercio Exterior de la OEA, los TLC vigentes en America Latina son 37 con países extrarregionales (5 con EEUU, 8 con Europa, 4 con Canadá, 3 con China, y 3 con Japón, entre otros). El 40% de estos acuerdos entraron en vigor en los últimos 7 años. La UNASUR tiene un promedio de apertura comercial de aproximadamente de 35% (Gráfica 1), el dato sirve como reflejo de la intensidad y diversidad de las opciones políticas de los diferentes países que integran el bloque, en lo cual se observa la coexistencia de los fuertes legados del nacionalismo económico, la ideología económica del Consenso de Washington, de la política de industrialización por sustitución de importaciones y de la protección de los mercados de capital y del sector productivo.

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Con una región suramericana con una limitada apertura comercial intrarregional, se puede asumir que con la creciente interdependencia comercial entre Suramérica y China la liberalización comercial es un proceso en expansión, sobretodo en los países con membresías en la Alianza del Pacifico por su orientación natural a Asia-Pacifico (Perú, Colombia, Chile).  En la expansión comercial hacia Asia-Pacifico, Chile disfruta del liderazgo suramericano medido por la intensidad del relacionamiento comercial en la cual Chile muestra la tasa más elevada de relacionamiento con un 13% de exportaciones chilenas que tienen como destino China, versus un 11% de Perú, un 9% de Argentina y un 7% de Brasil. En el campo de las importaciones chinas hacia America de Sur, Chile es segundo en la región con un 11% después del Paraguay con un 27%[3].

Por otro lado, la mayoría de los países de la UNASUR han dejado atrás las políticas aperturistas y han promovido la ruptura con las instituciones del Consenso de Washington como Venezuela, Ecuador y Bolivia, o como en el caso de Brasil que está más interesado en construir instituciones suramericanas que respondan a los intereses suramericanos y que sean complementarias a las instituciones financieras como el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio. La adhesión al modelo del regionalismo post-hegemónico y al modelo del regionalismo abierto por parte de bloques de países encontrados en temas neurálgicos para la región crea un impasse político permanente para la integración comercial y económica de la región dentro del marco de la UNASUR.

La apertura comercial de facto de la región suramericana al mundo como signatarios de las acuerdos de la OMC, unido a las políticas exteriores revisionistas del sistema internacional promovidas por el bloque suramericanos de centro-izquierda (Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia, Argentina, Uruguay) crea una situación muy dinámica en cuanto a la oferta de membresías regionales ahora a disposición para los estados miembros de la UNASUR.  Respecto a las causas estructurales, el hecho de que la mayoría de los estados de la UNASUR que han suscrito Tratados de Libre Comercio lo han hecho en el marco de acuerdos Norte-Sur en el contexto de un intercambio comercial intrarregional históricamente bajo[4], hace de las fuerzas estructurales un factor de peso en las opciones disponibles para integrar el comercio y las economías regionales dentro de la UNASUR (Gráfica 2).

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En este contexto, el modelo de desarrollo y la política exterior de Chile ha disfrutado de cierto liderazgo en la región como miembro de la Alianza del Pacífico y de la UNASUR debido a su consolidación institucional y exitoso proceso de redemocratización. Aunque de fondo el motor de la política exterior vecinal y regional de Chile es estructural en la medida en que responde a sus limitaciones comerciales, geográficas y productivas, las razones para el empleo de estrategias de balance institucional desde la Alianza del Pacifico remiten a las dinámicas de la economía política regional y el desplazamiento del crecimiento comercial global hacia Asia-Pacífico. Por tal razón, Chile junto a la Alianza del Pacífico buscan traducir tal relacionamiento intenso con China y Asia en una posición de más autonomía y poder de decisión en la construcción y funcionamiento de la institucionalidad regional, en este caso de UNASUR.

Un ejemplo de que Chile aspira a ejercer un liderazgo y a tener una autonomía creciente dentro de la UNASUR, es el caso del Banco del Sur y las razones ideológicas por las cuales Chile respalda un Banco conectado a las instituciones del Consenso de Washington al igual que Brasil, a tono con su defensa del regionalismo abierto. La utilización por parte de Chile de la Alianza del Pacífico como contrapeso al eje Caracas-Brasilia-Buenos Aires dentro de la UNASUR busca establecer una agenda multilateral de libre comercio que continúe su política de contención hacia el proyecto regional brasileño. En el plano de la energía, Chile busca diversificar sus fuentes energéticas mediante la inclusión de México a la Alianza del Pacifico y el mejoramiento de las relaciones con Perú dentro de la Alianza en momentos en que el gobierno andino planea explotar ingentes cantidades de gas y petróleo encontrados en Camisea, con el fin de suplir la demanda nacional y crear un sistema de petroquímicas para suplir petróleo y gas a Colombia, Ecuador y Chile[5].

El mayor socio comercial de Chile en la región suramericana es Brasil que dentro del Mercosur (destino del 44% de las exportaciones chilenas a América Latina y el Caribe) representa el destino del 31% de sus exportaciones. La desaceleración de la economía brasileña que creció solo 1% en el 2012[6], unido a su proceso de contracción industrial y a lo que algunos alegan como su insostenible proyecto hegemónico regional, hace de Brasil un socio comercial poco confiable y llena de razones a Chile para aumentar sus espacios de autonomía dentro de UNASUR y con ello en el balance de poder regional.

Ante este panorama, la capacidad de producción energética del miembro más grande la Alianza del Pacífico, México, que junto al Perú tienen el potencial de mitigar a largo plazo la dependencia de Chile en la compra de gas y petróleo venezolano, argentino y brasileño. El dato es mucho más prometedor si consideramos que el crecimiento de la relación comercial de Chile y México después de la firma del TLC ha sido exponencial con una tasa de crecimiento que supera el 26% anual. La competitividad de la economía mexicana ha sido viable en parte por su relación con EEUU al representar el destino de 11.8% de las exportaciones de EEUU y el 10.3% de las importaciones hacia EEUU.

Chile busca con la Alianza del Pacifico mitigar sus vulnerabilidades estructurales, tales como su dependencia a la exportación del cobre. Mediante la Alianza del Pacífico, Chile ha comenzado junto a los demás estados miembros a consolidar la intensidad de las dinámicas comerciales de libre comercio con estados que tienen TLC con los EEUU, como Panamá y Costa Rica con el fin de consolidar su diversificación exportadora. En el contexto de la reprimarización de la economía chilena hacia la exportación del cobre, la importancia de América Latina para el crecimiento comercial de Chile reviste un carácter geopolítico de suma importancia si consideramos que el 82% de las exportaciones a la región latinoamericana no son materias primas, mientras el 51% de las exportaciones globales chilenas son en cobre, esto en el contexto de la disminución de importación de cobre y de su precio en el mercado internacional.

Después de enumerar las causas y las razones que Chile puede tener para encausar un nuevo balance institucional en la UNASUR vs. la agenda del ALBA, cabe hacernos una pregunta: ¿Podría el liderazgo de Chile en la región y dentro de la Alianza del Pacífico representar un factor de transformación y un nuevo balance institucional para la UNASUR?

La UNASUR podría ser afectada por la Alianza del Pacífico mediante múltiples estrategias de balance complejo, específicamente mediante la consolidación de las ventajas comparativas no solo de Chile sino del bloque ‘aliancista’ en su conjunto. El reto a corto plazo para UNASUR podría venir del condicionante estructural del crecimiento económico de Asia y America del Sur, que podría encontrar en la conexión comercial y diplomática Asia-Pacifico-Alianza del Pacifico una nueva fuerza a la cual podrían gravitar los otros estados de la UNASUR, específicamente el bloque post-hegemónico de Caracas-Brasilia-Buenos Aires, incluidos los estados de la orbita del ALBA. En este sentido, las estrategias de balance institucional en UNASUR dentro de los próximos meses dependerán en gran medida de la efectividad de atraer más socios comerciales suramericanos miembros de la UNASUR mediante la apertura creciente de la Alianza hacia los países del Arco del Pacifico (EEUU, Canadá y todos los estados miembros de la CELAC). Esta dinámica podría ser el factor más transformador de las relaciones intra-UNASUR atrayendo a los estados de la UNASUR que son miembros de la CELAC hacia un nuevo eje gravitacional, el eje Chile-Perú-Colombia. A la Alianza del Pacifico le podría coadyuvar el polo gravitacional que se abre a America de Sur a través de la Alianza del Pacifico,o la Alianza Transpacífica (TPP) constituida por 11 países de la región Asia-Pacifico como Vietnam, Singapur, Australia, Malasia, Brunei y Nueva Zelanda, abarcando EEUU, Canadá y Japón. EL TPP representa el 37% del PIB global, el 15 % de sus exportaciones y el 19% de las importaciones globales, y de la cual Chile y Perú son miembros. Otro factor que fortalece las ventajas comparativas de Chile y la Alianza del Pacifico en Suramérica como eje de atracción es su participación en el Foro de Cooperación Asia-Pacifico al cual pertenecen también México y Perú; este foro agrupa a 21 economías que representan el 40% de la población mundial y el 56% del PIB global, participando en el 47% del comercio global.

Aunque los condicionantes estructurales tienen peso sobre las decisiones políticas de los estados, es también en la efectividad de las estrategias de política exterior, o en el factor de la agencia,  desde el cual se diseñan y ejecutan estrategias de balance institucional. El liderazgo de Chile dentro de la UNASUR depende de su capacidad de atraer socios o followers, de amortiguar el poder de otras Potencias Regionales Secundarias (Venezuela, Argentina, el incipiente liderazgo de Ecuador) o de la Potencia Regional de Brasil y de involucrar de múltiples maneras al eje Caracas-Brasilia-Buenos Aires en mayores compromisos que le permitan a Chile proyectar su liderazgo, alterar la identidad o las prioridades de la UNASUR y hacerle contrapeso a la otra alianza del ALBA dentro de la UNASUR.



[1] La intención de la Alianza según la Declaración de Lima es "alentar la integración regional, así como un mayor crecimiento, desarrollo y competitividad" de las economías de sus países, a la vez que se comprometieron a "avanzar progresivamente hacia el objetivo de alcanzar la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas": Declaración de Lima, I Cumbre de la Alianza del Pacífico, Lima, Perú, 28 de abril de 2011.

[2] Datos sustraídos del informe del Gobierno Federal de México, Alianza del Pacífico 2006-2012, Memorias Documentales, Unidad de Coordinación de Negociaciones Internacionales, Secretaria de Economía, Administración Publica Federal, 2012.

[3] CEPAL, La Republica Popular China y America Latina y el Caribe: hacia una relacion estrategica, 2010, p.16.

[4] El comercio intrarregional llega a su punto mas alto de 25%-27% en el contexto actual de demanda creciente de proyectos regionalistas como la UNASUR, Petrocaribe, el ALBA y la Alianza del Pacífico.

[5] El Comercio.pe, Odebrecht confirmo que participara en la licitacion del Gasoducto del Sur, 1 de mayo de 2013. http://elcomercio.pe/economia/1571084/noticia-odebrecht-confirmo-que-participara-licitacion-gasoducto-sur

[6] Andrés Malamud, Brasil: ¿Liderazgo o Espejismo Regional? Buenos Aires, 10 de marzo de 2013. http://www.condistintosacentos.com/brasil-liderazgo-o-espejismo-regional/