Un año más de peregrinaje a la ONU

Agenda Caribeña
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altRecientemente concluyó un año más de peregrinaje al comité de descolonización de la Organización de las Naciones Unidas. Allí comparecieron muchas organizaciones y personas para denunciar el caso de Puerto Rico, la colonia más antigua bajo el imperio estadounidense. Hace 41 años, dicho comité aprobó la primera resolución reconociendo el derecho de Puerto Rico a la autodeterminación e independencia. Habría que preguntarse, ¿por qué un comité de naciones tiene que reconocer algo que parecería natural y obvio? Pues, porque, lamentablemente, somos un territorio de la nación más poderosa del planeta, que en su histórica contradicción, va por el mundo “a Dios rogando y con el mazo dando”.

Luego de tantas décadas de comparecencias al comité de descolonización, cabe preguntarse también, ¿vale la pena? La respuesta es sí. La lucha por nuestra autodeterminación e independencia, tiene que ocupar todos los espacios posibles y el foro internacional resulta ser uno indispensable. Está probado que la lucha dentro de nuestro país, que hasta ahora luce tan frágil, requiere la solidaridad de los pueblos libres del mundo, para desenmascarar a la nación que se proclama defensora de los derechos humanos y que, flagrantemente, viola los nuestros manteniéndonos como colonia por 115 años. Decía el patriota ya fallecido, Juan Mari Brás, que “el coloniaje es la esclavitud llevada al plano de las naciones”. Puerto Rico, como nación latinoamericana y caribeña, merece liberarse de la esclavitud que ha representado la relación política con los Estados Unidos y en la que hoy la crisis se hace más evidente.

Sin embargo, dentro de las comparecencias ante el comité de descolonización, se da el fenómeno trágico y lastimoso, por no decir, bochornoso, del que manifiesta fervorosamente, su júbilo de mantenerse como colonizado y añora la disolución de nuestra nación en el país que nos ha explotado y condenado a la debacle económica y moral que hoy vivimos. Bajo la falsa predica de la “igualdad”, esconden lo que es una enorme vergüenza de ser puertorriqueños(as) y le venden al país el sueño de un mejor futuro, que ni siquiera los habitantes de los Estados Unidos continentales han alcanzado. Por eso, se oponen tenazmente a la participación de nuestros compatriotas de la diáspora en cualquier consulta sobre status, pues saben que éstos han vivido en carne propia, las inequidades de un sistema donde son objeto de marginación y prejuicio étnico. Ni siquiera poseer la ciudadanía estadounidense, los salva del carimbo que implica ser boricuas dentro de esa nación.

Por esos compatriotas que abandonaron nuestro país, con la promesa de una mejor calidad de vida y por aquellos que hemos decidido permanecer en nuestra patria, dando la batalla por el rescate de su dignidad y por su redención, seguiremos luchando contra el imperio más poderoso del mundo, que ya comienza a experimentar la decadencia que es inevitable para todos los imperios.