ALFREDO LÓPEZ, ANARCOSINDICALISMO CUBANO.

Voces Emergentes

altPara la historiadora Olga Cabrera, donde quiera que esté.

I.

En la mañana del sábado 20 de julio varios de los compas que sostenemos al Taller Libertario Alfredo López nos encontramos en el pequeño y activo parque de la esquina habanera de Monte y Belascoaín, antesala de entrada al histórico barrio popular de Jesús María.

Allí nos dimos cita para ultimar los detalles de lo que íbamos a hacer en nuestra entrada al barrio, intercambiamos criterios, los materiales impresos que llevábamos y borrando los precios de los libros que compramos para obsequiarlos a niños. En eso, se nos acerca un hombre entrado en años, vestido de trabajo, curtido físicamente por la faena dura y sin discreción alguna se acerca a mirar los libros que teníamos encima de uno de los bancos.

-¡Oye compadre, así no es la cosa! Le dije ofendido. Si quieres saber lo que tenemos ahí se dice buenos días, como están, me permiten mirar?!

- ¡Yo tengo derecho a mirar lo que yo quiera compadre! Aquí todo el mundo pone sus cosas a vender y yo pensé que estaban vendiendo libros religiosos…

Me tuve que morder la lengua. Estábamos sentados en lo que nuestro compa Ramón García definiría como un territorio de frontera, una especie de feria donde los habitantes más pobres del barrio vienen a vender y comprar cosas de manera informal y espontánea.

Eduardito rectificó mi desplante y conversó animadamente con el hombre, que le preguntó si nosotros nos dedicábamos a lo de los Derechos Humanos. -Eso a nosotros nos queda chiquito, somos anarquistas- le contestó Eduardo y, en una diáfana conversación, le pasó varios de nuestros materiales. Así comenzó nuestra mañana antes de tomar rumbo hacia Jesús María profundo, en Florida 46, buscando el lugar donde vivió y fue secuestrado Alfredo López un 20 de julio de 1926.

II.

En lo que fue la pobre cuartería de Florida no.46, donde vivió Alfredo López con su compañera Inocencia, hay ahora una panadería estatal llamada “La Colonial” con sus paredes de blanco, llenas de textos de todo tipo. Ya habíamos estado aquí el año pasado. Saludamos a varios vecinos que conocimos de la vez anterior y pusimos manos a la obra. Comenzamos a repartir los plegables que traíamos, conversamos sobre el asunto con los vecinos y trabajadores de la panadería y buscamos el espacio de pared más adecuado para poner la foto ampliada que traíamos de Alfredo y ponerle flores.

En el dialogo, las actitudes frente a lo que estábamos haciendo tenían el signo común de la precaución, pero no del miedo. Jesús María siempre ha sido un barrio popular irredento, probablemente el más antiguo de la isla, y eso todos los poderes en Cuba lo han sabido. Varios vecinos se sorprendieron jubilosamente en el diálogo y comentaron que viviendo tantos años en el barrio no sabían quién era Alfredo y menos aún que había vivido en la calle Florida, su calle.

Una muchacha de la cuadra, linda y fresca como la mañana que estábamos habitando, se entusiasmó muchísimo por lo que estábamos haciendo, después que Daysi le explicó y nos intercambiamos los contactos para, en otro momento, contar con ella. Otros vecinos nos dijeron que era muy bueno que hiciéramos eso, que les alegraba que la juventud le dedicara tiempo a estas cosas.

III.

La nota discordante la ofreció el subdirector de la panadería, acompañado del silencioso director, un hombre joven con una barriga prominente, vestido y calzado con los diseños de Adidas y Nike preferidas por la comandancia, la viva estampa del nuevo empresariado que está promoviendo el Estado. El rol del subdirector fue el de cumplir lo ordenado en el último discurso por el general-presidente de esta república a los militantes del PCC: tienen que “buscarse problemas” y salir a defender los intereses del Estado.

Cuando nos disponíamos a poner en la pared, debajo de la foto de Alfredo, el plegable que repartimos, el subdirector de la panadería “La Colonial” nos dijo, respetuosamente eso sí, que él no estaba de acuerdo con poner eso ahí, porque el texto decía cosas que no estaban acorde con lo establecido y nos leyó el fragmento del texto:

“Alfredo, como sus amigos y compañeros más cercanos, era partidario de aplicar las ideas anarquistas a los sindicatos, era un anarcosindicalista. Para ellos, ningún gobierno podía resolver de forma duradera los problemas del pueblo trabajador. Ellos creían que ni el mejor gobernante puede afrontarlos seriamente, como lo haría la propia organización de los trabajadores y los consumidores libremente asociados.

Casi un siglo después siguen pendientes estos problemas, a pesar de que los gobernantes cubanos han experimentado con todos los regímenes de mando posibles. Si hoy los trabajadores cubanos le robamos más al Estado, no es porque hoy seamos más inmorales que antes, sino porque el Estado de hoy es menos asesino, ya que tiene todo el poder relevante en sus manos, pero es más estafador, porque dice que este es un “gobierno de los trabajadores”. Pero hoy tenemos una ventaja inexistente en la época de Alfredo: ellos tienen en sus manos el Estado, pero nosotros somos la revolución.”

Ya habíamos repartido profusamente entre los vecinos todos los plegables que traíamos sin problema alguno, colocamos la foto de Alfredo en la pared de la panadería con un texto que indica quién fue y a manos de quién murió. Pusimos una primera cimiente para iniciar relaciones con el vecindario y el hecho se estaba dando. Frente a esto, iniciar un conflicto con un funcionario de menor cuantía en el sistema era irrelevante, por eso decidimos no poner el plegable en la pared.

Antes de tomar esa decisión tuvimos con el individuo en cuestión un diálogo muy animado y revelador, al que se acercaron varios vecinos. Ahí salieron a relucir los retrocesos reaccionarios, esquizoides y pro capitalistas a los que está sometiendo este Estado a los trabajadores y el pueblo en general, por tal de sostener a flote los privilegios de la actual casta mandante y de sus arrimados de base.

La invocación de la memoria de Alfredo López, las luchas sociales en que él participó y los conceptos que él utilizó y desarrolló al calor de esa lucha, junto a otros tantos compañeros también olvidados hoy, salieron a relucir nuevamente en el mismo lugar donde él vivió, 87 años después que la Seguridad del Estado cubano de aquella época lo secuestrara y desapareciera.

Un filón de experiencias nos llevamos cada uno de los seis compas que allí estuvimos, en nuestras manos queda impulsar lo que en Florida 46 se generó este 20 de julio.

¡Salud a tu memoria Alfredo López y que tu invocación sirva de impulso para retomar tu energía!.