Nombran experto en transportación para dirigir policía en paraíso de homicidios

Política

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No me tomen a mal. Mi problema no es con la ciudad de Nueva York; he sido su feliz residente más de una vez en mi vida. Ni tampoco con el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), fuente favorita de los gobiernos de Puerto Rico para escoger sus superintendentes policiales. Lo que quiero saber es por qué tuvimos que ir a Nueva York para traer a su jefe de la División de Transportación a dirigir un departamento que está enfrentando 13 y hasta 18 asesinatos en los fines de semana.

Puerto Rico es un lugar asediado por el crimen, y no estoy hablando de infracciones por rebasar una luz o un Pare. Caramba, ni siquiera estoy hablando de choques serios.

Lo que está viviendo la Perla del Caribe, objeto adorado de canciones de compositores como Rafael Hernández, es insólito, insostenible y espeluznante. De las razones principales por la masiva emigración que estamos sufriendo es la atroz criminalidad. Me enteré con asombro que el Gobernador Alejandro García Padilla acaba de nombrar a James Tuller Cintrón, que tiene a su cargo los problemas de transportación de la ciudad de Nueva York, como nuevo superintendente de la Policía de Puerto Rico. Conozco los problemas de tránsito de la Gran Manzana y que los de aquí no se quedan atrás. Sé también que el Sr. Tuller ha sido adiestrado en la Academia Nacional del FBI, tiene un bachillerato en ciencias policíacas y una maestría en Administración Pública. Pero también sé que nunca ha vivido en Puerto Rico desde que se graduó de escuela secundaria en 1972 y que nunca ha trabajado como oficial del orden público en Puerto Rico. ¿Por qué siempre hay que traer gente de otros sistemas a dirigir la Policía de Puerto Rico, especialmente si sus esfuerzos en la “Guerra contra el Crimen” no son nada de excepcionales?

Hemos tenido en los últimos años tres agentes del FBI dirigiendo la policía, y ahora un funcionario de una ciudad de los Estados Unidos. Podría decir que el que mejor control de la uniformada tuvo  entre los agentes del FBI fue el fenecido Pedro Toledo, quién dirigió la policía por tres cuatrenios bajo dos partidos politicos distintos, un detalle significativo en un país tan políticamente polarizado como el nuestro. El ultimo, Héctor Pesquera, acaba de dimitir en circunstancias que no están del todo claras. Con su emblemática arrogancia, el “Pasha” del FBI convocó una conferencia de prensa anunciando su renuncia sin dar las razones, ya que según él, la gente sabe que es una persona muy privada. Vamos, el crimen ha ido en ascenso por décadas, especialmente las últimas dos. Las razones son varias, y las de mayor importancia no tienen que ver con las fuerzas policíacas sino que son consecuencias de una sociedad enferma, arrinconada por los narcóticos y problemas sociales. Pesquera, quién tiene muchos detractores, pero también sus defensores, tuvo su periodo de aprendizaje al igual que los demás funcionarios extráneos a la agencia. Eran momentos propicios para nombrar a alguien que tuviese un profundo conocimiento de como funciona la uniformada de Puerto Rico, y sus candidatos los hay; el ex-coronel José Caldero, es un ejemplo. No estoy diciendo que es un pecado nombrar a alguien de afuera, pero tengo que cuestionar por qué nos estamos acostumbrando a que esto sea común. Es claro, los 18,000 policías estatales ya saben que no tienen un sueño a que aspirar: dirigir el departamento al cual le han dedicado la vida. Esperemos, por lo menos, que el tráfico fluya mejor bajo Tuller.