Julieta Muñoz: Memorias del aire y del amor que cura

Voces Emergentes

altEn las letras puertorriqueñas abundan las autobiografías, un género que no había entrado al canon de las letras insulares, pues se consideraba menor. En años recientes la profusión de las mismas ha llamado la atención. Rosa Guzmán, pionera en el estudio del tema en Puerto Rico, ha estudiado más de cuarenta textos autobiográficos en su libro Las narraciones autobiográficas puertorriqueñas. Invención, confesión, apología y afectividad A estos los considera relatos escurridizos e híbridos. No obstante, basándose en el teórico francés Lejeune destaca los elementos fundamentales que les caracterizan: es narrativa en prosa, el tema o asunto es la vida o la historia de la personalidad, la identidad del autor y el narrador es la misma y la posición del narrador y de la del personaje principal son una sola. Toda la narración se presenta de forma retrospectiva. (p. 13).

Hay géneros, nos explica la autora, que son afines a la autobiografía entre los que se destacan las memorias, el testimonio y el diario. Es muy difícil delimitar autobiografía y memoria, pues la separación de ambos géneros es ardua y sus diferencias son a veces imperceptibles. Al pasar juicio sobre la obra de Julieta Muñoz Aire en tres tiempos que se engarzan: ’80- ’90 y 2000-2012 – Memorias II vemos como esta ha privilegiado la palabra memoria, tal vez porque siempre es un escogido de aquello que resuena más en nuestras conciencias, en nuestra psiquis y también interfiere en lo que se desea que el lector lleve en su propia memoria.

No podemos dejar de afirmar que cuesta trabajo escindir entre ambos géneros, pero lo cierto es que la obra se centra en sus vivencias personales más que en hechos sociales e históricos, aunque los delimita en una época determinada y no es un relato completo de su vida. La memoria es una forma de grabar, dice Arcadio Díaz Quiñones y aquí la autora ha querido plasmar esta memoria/autobiografía para imprimir su mundo virtual, un dolor físico y emocional que le llevó a deambular por diversos lugares en soledad y a deshacerse de su entorno común para explorar la soledad en nuevos caminos. Pero todo está filtrado por un tamiz y así lo reconoce la escritora: “Hago con todos estos posibles lectores un pacto de lectura que consiste en escribir solamente aquello que pienso puede pasar por sus cedazos y coladores cernidores; edito en la pantalla interna, no en la página virtual”. Es decir, edita en la pantalla de sus emociones, de su inconsciente y de su conciencia, la de ahora, luego de que han transcurrido los hechos. De aquí ciertos silencios que construyen la obra. Edita también en el uso de la palabra literaria, pues este no es un texto que narre de forma escueta sino que aborda los sucesos con metáforas y otros recursos que suavizan el conmovedor relato. La música de las óperas La flauta mágica de Mozart y de Norma de Bellini nos acompañan al descenso emocional de la protagonista y a su recorrido por un mundo marginal.

Rosa Guzmán también señala que las autobiografías de mujeres no figuran, por lo general, en los textos que develan al género. Por razones de índole social, entre las que nombramos el acceso a las letras y a los circuitos de comunicación, las mujeres no desfilan de igual forma en los escritos que las historian.

Este es el relato del texto de Muñoz: una mujer pasa, luego de ser diagnosticada con una fatiga crónica, por albergues o shelters en Estados Unidos, a convertirse en deambulante y en paciente siquiátrica luego de haber ocupado puestos en el periodismo puertorriqueño y otros trabajos de envergadura que la relacionaron con personalidades de la vida política del país y que menciona en estas páginas. Es confusa su forma de explicar cómo llega a este mundo, cómo se degrada su vida y pierde su vivienda, cómo se encuentra en una soledad que nos parece fue en parte una búsqueda y una ruptura. Son contundentes, sin embargo, sus relatos del oprobio que vivió en algunos lugares donde fue hasta escupida y maltratada, pateada hasta por un guardia. Algunos hechos están narrados de manera abstracta aunque la autora mencione en concreto su vagar por las ciudades de Estados Unidos, su dormir en albergues, en estaciones de trenes y en el aeropuerto. También deambuló en su país natal, hecho que a los lectores nos parece casi insólito, pues quién escribe es una persona altamente educada. En medio de sus idas y venidas diversas manos y solidaridades se cruzaron por su camino. Su viaje hacia sí misma encontró pesares, pero no dejó de experimentar el reconocimiento del amor y la solidaridad que se manifestaron en el pakistaní que la albergó y la llevó luego al aeropuerto, el de las manos que le llevaban café, las que le permitían estar en un hotel sin hacer nada contemplando un cuadro.

Es esta una recreación de la vida de la autora en momentos de desasosiego, de una fuerte crisis personal que se presenta aquí como un camino para el autoconocimiento. Pero, no todo está expresado como sucedió, pues los recuerdos pasan por el colador de la memoria selectiva y del trabajo con la palabra.

Si bien el tema de la identidad ocupa uno de los sitiales más importantes, las memorias también sirven para exponer traumas que transforman las vidas de las personas como lo hace Irene Vilar en su libro Imposible Motherhood. Así vemos como Julieta Muñoz nos brinda claves que nos conducen a entender esta etapa de vida: “Autodiagnóstico: destemplanza, encabezando una lista que me reservo pero que el lector puede imaginar, y momento del derrumbe de los últimos espejismos en cuanto a ser madre biológica.” La autora reconoce la fuerza con que los roles tradicionales que acordonan el pensamiento y la psiquis femenina han incidido en su desajuste temporero. Comencé a mirar en mi interior, dice, en una ascesis que le llevó a examinar su segunda muerte. Ya en el primer tomo de su autobiografía nos habló de su cercanía a la muerte y de su viaje astral.

La autora nos lleva por caminos de silencio que ella misma reconoce y se disculpa por ello con el lector. De pronto, nos narra, pierde su hogar y se encuentra “por los refugios (dos) para desamparados en esa urbe en los cuales estuve por días largos, en los aeropuertos La Guardia y JFK y en las estaciones de trenes (Penn y Central) a las cuales me arrimaba para protegerme del frío”.

Julieta Muñoz ha elaborado una obra profundamente intelectual, a la vez que emotiva, por medio de los epígrafes y alusiones a la cultura operística y a las citas de diversos intelectuales. Hay en ella y todo su proceso mental y cognitivo una epifanía: la apuesta por el amor en lugar de la venganza. No les sonará letrado a muchos intelectuales, pero ella valida su posición y todo su relato con frases tomadas de los siguientes autores: Walt Whitman nos deja ver que somos uno solo, principio que también se encuentra en el cristianismo. Estamos basados en el amor, escribe el místico Rav Shimón bar Yojái; Persons appear by entering into relation to other persons, cita del filósofo Martin Buber en clara alusión a que somos por los otros y en función de los otros. De Hanna Arendt y de Julia Kristeva toma la idea de la importancia del lenguaje. Este es nuestro canto.

…la reflexión profunda de la relación dialógica que necesitamos para volver a ser, o llegar a ser, no para solamente decirla; para vivirla, y eso requiere, -ya no me cabe duda alguna-, sustituir la venganza por el perdón, -vía el amor-, en un giro, un movimiento, -de pensar, sentir y actuar-, que para algunos no suena bien, les suena: muy liviano, poco intelectual, docto o letrado, poco académico…

Creo que este libro nos invita a que pensemos en qué es el saber, qué es lo intelectual y en cuánto esa entidad abstracta que es el amor nos conduce por nuevos caminos. No se trata solo de un tema para los místicos (nótese que en la obra hay referencias a notables personalidades del mundo judío) sino de un concepto que abordan de distinta manera numerosos intelectuales que desean construir la esperanza, tales como los subalternistas y los decoloniales. Con ella nunca dejamos de caminar al lado de los peores momentos pasados por Julieta Muñoz y de su presente alquímico y solidario, convertida en protagonista de su historia.