Room At The Top: A Gay Man’s Search For Prince Charming

Crítica literaria
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Esta novella narrada en primera persona, por un sujeto queer que nos cuenta las peripecias hasta dar con su Príncipe Azul, es un tour de force en el que el narrador protagonista nos lleva de la mano para mostrarnos el día a día de un hombre solo en busca del “hombre perfecto”.  El humor caribe que cruza estas páginas de principio a fin, y las observaciones incisivas que hace sobre la naturaleza humana en la comunidad lesbigaytrans, hacen de este breve libro un mundo aparte.  La voz narrativa busca la solidaridad en el amor que no encuentra en la galería de hombres que pasan por su vida, con una variedad de etnias y formas de ser que se encuentran en el mundo híbrido y postcolonial que mira pasar ante sus ojos cubanos sexiliados en Estados Unidos.

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Room At The Top: A Gay Man’s Search For Prince Charming [El cuarto de arriba: La búsqueda del Príncipe Azul de un hombre gay] está escrita en un inglés que recuerda mucho a la Latino Literature de una Cristina García o un Junot Díaz, afincada en una gramática y una sintaxis españolas, sin demeritar el dominio total que tiene Manuel A. López de la lengua de Oprah Winfrey, quien enmarca la novella con el siguiente epígrafe: “Lots of people want to ride with you in the limo, but what you want is someone who will take the bus with you when the limo breaks down” (6) [Mucha gente quiere montarse contigo en la limosina, pero lo que tú quieres es alguien que coja la guagua contigo cuando la limosina se dañe].  Esta solidaridad de quien sea capaz de acompañarnos en las buenas y en las malas es la preocupación mayor del personaje.  En este sentido, la narración sobrepasa el leit motiv del coming of age o la pérdida de la inocencia, para superar el nivel gay del título, y hacerse humano y universal, o cómo el ser humano busca la compañía del amor más allá de las aventuras sexuales que nos narra.  Y la óptica de la narración o su restricción de campo es la de ese “cuarto de arriba” o Room At The Top del título, que recuerda aquel A Room of One’s One o El cuarto propio de Virginia Woolf.  Aquí, Manuel A. López ya tiene ese cuarto o habitáculo para la escritura, pero quiere compartir ese espacio con un amor total y absoluto.

“Going to a Motel” [Yendo a un motel] es el primer capítulo que abre el libro y sienta la pauta para esas aventuras sexuales que obsesionan al principio al personaje y narrador protagonista: “I had wanted to go to a motel, and experience that feeling of forbidden and secretive sex for a while” (13) [Por un tiempo había querido ir a un motel y experimentar el sentimiento del sexo prohibido y secreto].  Pero aquí comienza el calvario del narrador en busca del amor.  No es a través del sexo como encontrará al Príncipe Azul, aunque lo busque en la belleza de los cuerpos de un mulato o de un judío, de un dominicano o dos americanos.  Por ejemplo, “The Mulato who reads…” [El Mulato que lee…] y “The Man with the Jewish Nose” [El hombre con la nariz judía], son dos capítulos que junto a “One of the Two Dominicans” [Uno de los dos dominicanos], “The Last American” [El último americano] y “The City Official” [El oficial de la ciudad] nos muestran una galería de castas en el estado de la Florida, donde se desarrollan estos episodios, y la novella toda, que le sirve al narrador para ser lo menos políticamente correcto posible apropiándose del imaginario latinoamericano que le adjudica al mulato su potencia sexual por su matiz de sangre africana o al judío su nariz grande, y a uno de los dos dominicanos su labia particular a la hora de seducir y al oficial de la ciudad su condición de hombre gay en el clóset.  El último americano es ese ideal de hombre gringo en el imaginario queer latino de Estados Unidos, en el cual el protagonista espera atrapar al último americano gay de Miami.  El oficial de la ciudad trata del típico caso del hombre que tiene sexo con otros hombres, pero no se considera gay: “This never happened.  You know I am not gay, and I work for the city” (85) [Esto nunca pasó.  Sabes que no soy gay y trabajo para la ciudad].  Todas estas son relaciones fallidas que sirven para forjar esa educación sentimental del sujeto que nos habla en Room At The Top o en ese cuarto de arriba donde quiere que llegue el Amor a instalarse del todo.

Por todos los medios habidos y por haber, el narrador nos insiste acerca de su condición de escritor, de hombre profesional que labora en una oficina, y en un momento tiene hasta negocio propio, que toma descansos los fines de semana en la playa, pero en medio de todas estas actividades está el espectro del amor en los mensajes al celular de un amante secreto o las conversaciones con el Poeta hasta dar al final del relato con un hombre común y corriente e inteligente, que comparte con él la naturalidad de conocerse por medio de amigos en Facebook, y entablar la posibilidad de una relación más allá del mero sexo.  Es decir, llegar a la cotidianidad de la compañía completa en la sana convivencia.  Pero se interrumpe la diégesis para dejarnos en un hilo con el consabido “…to be continued” (92) o esta historia “continuará”.

La prosa de Manuel A. López raya en la poesía en esta novella episódica que se lee, tanto como colección de cuentos interconectados como un relato largo, que deja al lector en ascuas, queriendo saber mucho más sobre esta historia que nos toca a todos de cerca: la búsqueda del amor verdadero en todas sus formas y motivos:

Things just rolled by smoothly.  Nothing was ever forced.                                          Whatever happened between us was not planned, it just                                      happened.  I began to take notice that there was something                                               there…  This man was much more intelligent than I thought.  (92)

[Las cosas fluyeron.  Nada fue forzado.  Lo que pasó entre                                         nosotros no fue planeado, sólo pasó.  Empecé a darme cuenta que                               aquí había algo…  Este hombre era mucho más inteligente de lo                                    que pensaba]

Al final todo había sido designado por el destino, porque a la mañana siguiente el narrador lee un correo electrónico de una amiga psíquica que le había previsto este encuentro meses antes.  Ahí mismo se da cuenta el protagonista que vale la pena esperar por ese Príncipe Azul que algún día llega, cuando menos lo esperemos, fuerte y preciso como un reloj suizo.

Daniel Torres[1]

Ohio University



[1] Professor of Spanish and Latin American Studies en Ohio University.  Narrador, poeta y ensayista puertorriqueño.  Sus dos últimos libros son: ‘Dulce canoro cisne mexicano’: La poesía completa de Carlos de Sigüenza y Góngora (2012) y En (el) imperio de (los) sentidos: Poesía (in)completa 1981-2011 (2013).