La violencia entre negros - ¿consecuencia de la esclavitud?

Cine caribe

altPor segunda vez en poco tiempo me confronto con el tema de la esclavitud. Por segunda voy a ver la película 12 Year a Slave (Dir. Steve McQueen, USA, 2013). Por segunda vez salgo deprimido. En esta ocasión no se trata de ver la vida de un hombre esclavizado. En esta ocasión el detalle se concentra en un tema distinto: la memoria de la violencia.

Distinta a otras películas en torno a las relaciones raciales y la esclavitud, en esta película el director McQueen se concentró mucho en exponernos al peso de la violencia internalizada en el cuerpo del hombre y la mujer esclavizados. Los azotes, esos que dentro de la cultura de la plantación se expusieron como forma ordinaria de dominación y subordinación del cuerpo del esclavo, fueron narrados en la película una y otra vez. A tal punto, que llega un momento cuando uno ha contado más de cinco azotes y la carne comienza a volar en la pantalla que uno mismo le pide al actor que se detenga.

Ya en varias películas se había narrado esta situación de los esclavos. En particular en el histórico filme puertorriqueño, El resplandor (Dir. Luis Maysonet, Puerto Rico, 1969), el mayoral utilizaba el látigo para azotar sin piedad al esclavo que se fugaba, al cimarrón. En dicho filme, el destacado director de la era de la DIVEDCO, Maysonet, logró transmitir lo terrible de dicho momento. Se trata de algo difícil de diluir y de contar.

Pero no se trata de la violencia infligida únicamente; se trata de la violencia asumida por dicho cuerpo. Es algo terrible, pero nunca nos hemos preguntado ni cuestionado, ¿qué paso con el cuerpo del esclavo o esclava que asumió esa violencia? ¿Qué pasó con la memoria colectiva de dicho componente social que asumió, estoicamente, siglos de opresión y barbarie, optando por una actitud sumisa para poder sobrevivir?

Por eso pienso que estamos viviendo un periodo muy importante de re-pensar la era esclavista. Gracias a la emergencia de muchos directores negros y/o simpatéticos con las causas anti-esclavistas, vivimos un tiempo en Hollywood digno de contar. Filmes como Django (Dir. Quentin Tarantino, USA, 2012), por ejemplo, contribuyen a este momento particular de pensar el pasado y su influencia en nosotros hoy. A ese filme se le une hoy 12 Years a Slave, donde el tema de la violencia en las relaciones esclavistas es posiblemente el tema central. Más allá de la esclavitud en sí misma, es el tema de la violencia.

La historia de este filme ya la contamos en una edición anterior de Página 0 (EPA, Página 0. ¡1 o 12 años: ser esclavo es horrible! 9 de noviembre de 2013). No obstante, más allá de la tristeza, no nos concentramos en examinar la violencia. Pero parto de la premisa que de forma individual como experiencia, así como desde las narrativas colectivas, la violencia contribuyó a un tipo de condicionamiento humano, dentro del sector condicionado por la esclavitud, pero también por aquellos que controlaban dicho modo de producción, entonces tenemos como resultado que vivimos en una sociedad post-esclavista que asumió como normal los niveles de violencia vividos.

Es decir, luego de la abolición de la esclavitud (en los EE.UU en el 1865, luego de la guerra civil; en el caso de Puerto Rico en el 1873) ¿qué hicimos para mitigar la violencia engendrada por dicho modo de producción? No me parece que hicimos mucho. Simplemente le indicamos a los esclavos que de ahora en adelante se convertirían en ciudadanos; a los sujetos esclavistas les indicamos que seguían siendo ciudadanos, sin cuestionar el viejo orden ni los pesares cometidos. ¿Por qué no los expusimos a una comisión de la verdad?

La memoria de opresión creada por la esclavitud nunca ha sido alterada. Sigue ahí, y se ha reconvertido en otras formas de opresión y dominación. Eso es uno de los dolores que el filme 12 Years a Slave me causa cuando me doy cuenta que tanta violencia infligida en dichos cuerpos de esclavos, no se ha perdido sino que se ha reposicionado en la psiquis de los humanos contemporáneos con otras formas de dominación y control.

En una tesis de maestría que realice hace unos años bajo el título de Mirrors of modernity: Slave machine: body of knowlegde, body of discipline (U. Harvard, Historia de la Ciencia, 2007), exploré el uso del control del cuerpo del esclavo por el amo. Ese control no era cualquier cosa. Desarrollaba un cuerpo de conocimiento que creaba poder, y de igual forma promovía un tipo de disciplina particular. En particular promovía la subordinación y la domesticación de la subjetividad negro-esclavo por debajo el blanco-amo.

Romper con ese legado de la esclavitud no ha sido fácil. En pleno siglo 21, no nos dejamos de asombrar cada vez que vivimos una situación difícil de racismo, y nos retrotrae a los tiempos de la esclavitud. Aunque, pasan otras cosas más complejas las cuales nos fuerzan siempre a pensar como la violencia de la esclavitud se internalizó en la psiquis de los hombres y mujeres negros.

Pensemos en la violencia callejera hoy, la llamada violencia de negros contra negros. ¿De dónde surge la misma? ¿Cómo se desarrolló la misma? No conozco las contestaciones, pero algo me hace pensar que la esclavitud definió un ethos de psiquis violenta, que la imparte y que la asume tanto el antiguo esclavo y sus descendientes, como el antiguo amo y su progenie. Pensemos a manera de ejemplo, por un momento en los muertos por asesinatos y nuestras reacciones comunes. Todos los días los pobres mueren potencialmente o literalmente por una bala. Cada día que muera una persona blanca, de perfil socio-económico superior, la reacción es de sorpresa e indignación. ¿Qué lo mataron?

Nada, que debemos ver muchas veces la película 12 Years a Slave. Hasta la saciedad. Luego debemos pensar como los discursos de dominación, subordinación y violencia, han sido incorporados en nuestra vida diaria. Cuando descubra la forma sutil de esos discursos de poder y disciplina post-esclavistas, entonces los transforma. Si puede, les pega fuego.