En la mañana de ayer domingo hubo una multitudinaria protesta social la cual incluyó a varios cientos de ciclistas, los cuales tomaron las calles de la ciudad capital, para exigir cumplimiento y respeto a las personas que transitan por las vías de rodaje pedaleando su bicicleta.
Así las cosas, y como parte del cambio cultural del presente gobierno de Puerto Rico, dirigido por Alejandro García Padilla, a la protesta se sumaron tanto el secretario del Departamento de Transportación y Obras Públicas, Miguel Torres; la directora ejecutiva de la Administración de Compensación por Accidentes de Automóviles, Dorelisse Juarbe; y, el director ejecutivo para la Comisión de Seguridad en el Tránsito, José Delgado. En otras palabras, la nueva modalidad es que en las protestas sociales ahora también participa el gobierno de Puerto Rico. Esto los hace participes, y hace de la protesta una más incluyente. También tiene efecto de hacer de la protesta una menos antagónica.
Ahora bien, los legisladores de gobierno como del principal partido de oposición, que comparecieron a la protesta en bicicleta, se han comprometido a pasar legislación que incremente el sentido de responsabilidad de los conductores de vehículos de motor. Esto es extraño. Las carreteras en Puerto Rico se diseñaron para vehículos de motor. No para vehículos impulsados por la fuerza humana. Entonces, permitir las bicicletas con igual derechos o más derechos, sería, como mínimo un tanto problemático.
No obstante, dicho lo anterior, se podría pensar en una lógica compartida de la vía pública mediante la cual las bicicletas tengan ciertos atributos y responsabilidades de igual forma que le imponemos lo mismo a los conductores. Por ejemplo, ¿no deberían pagar un sello de impuestos de $1.00 los ciclistas por utilizar la vía pública? El dinero recaudado serviría como parte de un fondo de emergencia para los accidentes que de ordinario, y no de forma excepcional, podrían pasar.
Entonces, regulemos a los conductores de vehículos de motor y su relación con los ciclistas. Pero también regulemos a los ciclistas. La carretera es de todos, en igualdad de circunstancias, derechos y obligaciones.