Paradojas: ¿dónde están los soberanistas?

Voces Emergentes

altLa condición estatutaria posee una lógica paradójica: un orden al borde al abismo se desvive por la (in)dignidad que deriva de la asimetría de la relación con Estados Unidos. Dado que  nada se resuelve, el tema oscurece y minimiza otros con igual o mayor relevancia que aquel. La intensidad de la discusión no saca al país del empantanamiento.

La primera paradoja tiene que ver con los soberanistas que repuntaron dentro del PPD durante el pasado proceso electoral. La impresión de que aquella experiencia adelantaría un proyecto descolonizador alrededor de un Tratado de  Libre Asociación era notable. La expresividad de soberanistas como el Rep. Luis Vega Ramos, la alcaldesa de la capital Carmen Yulín Cruz, o el intelectual y profesor Rafael Cox Alomar, sorprendió a muchos. Su discurso articulado se proponía devolver al PPD el radicalismo y el populismo que había tenido bajo la dirección de Luis Muñoz Marín entre 1936, cuando nacía el populismo de izquierda en Acción Social Independentista oponiéndose a la independencia sin justicia social propuesta por Myllard Tydyngs; y 1940, cuando ya era el vigoroso PPD que compartió el poder con la Coalición Puertorriqueña.

No estaban solo por cierto. La propuesta soberanista ha tenido en la Asociación de Alcaldes y su Presidente, José A. Santiago Rivera, Alcalde de Comerío, una figura determinante. El apoyo público de los primeros ejecutivos de Hormigueros, Pedro J. García Figueroa, y del Representante Charlie Hernández, ha sido muy eficiente a la hora de dar voz a ese sector revisionista del PPD.

El entusiasmo con aquella expresividad resultaba  comprensible a pesar de las suspicacias que levantaba la figura de Alejandro García Padilla. Lo que hoy se denomina “soberanismo” es una prédica apasionante para quienes conocen el pasado izquierdista del PPD. Aquel partido había nacido de una fuerte alianza con el abajo social durante la Gran Depresión. En 1938, nadie podía imaginar su futura alianza con el gran capital extranjero. Pero es evidente que ese pasado apela cada vez a menos a la militancia de última generación  de esa organización por el desconocimiento que la misma muestra con respecto a esos antecedentes.

El soberanismo podía interpretarse como el reconocimiento del desgaste político de ese PPD moderado. Los antecedentes del conservadurismo del PPD pueden trazarse a su victoria parcial de 1940. La estrecha alianza que desarrolló con el capital extranjero al palio a  Operación Manos a la Obra (1946), abonó a la ponderación a la vez que contribuyó al proceso de (des)nacionalización del país. Si el soberanismo es el reconocimiento de ese dislate, el mismo no es más que un acto tardío y a destiempo.

Una segunda paradoja es que el PPD acepte que necesita de aquella ilusión de radicalismo para ganar las elecciones pero que, una vez en el poder, la archive en nombre de las necesidades de la política cotidiana. El otro contrasentido, el más pavoroso, es que nadie puede asegurar que los sectores de poder en Estados Unidos estén o no dispuestos a discutir el futuro de Puerto Rico a la luz de Libre Asociación. Si en el tránsito a la Pos Guerra Fría (1989-1991), el espectro de la Libre Asociación parecía afirmarse en ciertas voces dentro del Congreso, no hay nada que indique lo mismo en el presente. Bajo esas consideraciones, la Libre Asociación corre el peligro de ocurrir en un limbo o que desemboque en un monólogo cruel. Desde mi punto de vista, lo único seguro es que ni la Estadidad ni la Independencia son opciones para Washington hoy. La Unión no toleraría ni un Estado pobre ni una pequeña República Asociada en quiebra a la cual habría que dispensar una larga transición hacia la independencia.

La tercera paradoja tiene que ver con la táctica y la estrategia de los soberanistas dentro del PPD. La estrategia es la soberanía, sin duda. Pero ese es un principio teórico abierto y polisémico y el esfuerzo por precisarlo ha sido poco. Su fin es transformar ideológicamente al PPD en la tónica del Grupo de los 22, cuidándose de evitar una ruptura atente contra las posibilidades electorales de una organización acostumbrada a gobernar. Resolver el estatus y llegar al poder van de la mano. El pasado está allí como una piedra.

Un  rompimiento fue la base de la invención de PPD entre 1936 y 1938. Pero el recuerdo de que una actitud análoga de Roberto Sánchez Vilella en 1967 no tuvo el mismo efecto tiene un poder extraordinario. Los soberanistas no parecen dispuestos a tomarse tamaño riesgo por lo que su radicalismo se mengua una vez el PPD se encuentra en el poder. Su capacidad para cerrar filas ante las dificultades económicas y fiscales, el estancamiento económico y los problemas de seguridad pública es evidente. Esos asuntos requieren la atención minuciosa de todos. Pero ello no debería justificar el silenciamiento de la discusión del estatus futuro del país porque se trata de cuestiones íntimamente vinculadas.

La cuarta paradoja es la insistencia de los soberanistas de hablar en metáforas y evadir el lenguaje del Derecho Internacional. El ELA Soberano o Culminado que ellos proponen no es lo mismo que el Tratado de Libre Asociación o a una República Asociada. Codificado de ese modo, su ideal parece un remedo más a un sistema de relaciones -el ELA- que ha sido cuestionado desde su creación en 1952 por la oposición, y desde 1989 por los mismos juristas estadounidenses. Por otro lado, el liderato moderado del PPD ha evadido debatir ese tema en nombre de la Asamblea Constitucional de Estatus, otra metáfora que tampoco significa lo mismo que una Asamblea Constituyente. En 1952, una Asamblea Constituyente se utilizó para crear una colonia. Lo mismo puede ocurrir en el futuro.

El  observador externo se queda con un puñado de líderes soberanistas tímidos por una diversidad de razones.  La primera es el conservadurismo y la poca cultura política de la militancia popular que necesitan atraer a su causa. Un soberanista me preguntó en alguna ocasión cómo podría convencer a los populares de que lo que la Soberanía y la Independencia eran cosas distintas. La interrogación me convenció de que la propaganda estadoísta había sido eficiente al señalar que el ELA Soberano o Culminado es la Independencia. Pero la responsabilidad  respecto a ese desatino no es solo de los estadoístas. Durante la década de 1950, Muñoz Marín demonizó con más intensidad que nadie el nacionalismo y el  independentismo sobre la base del miedo irracional.

Un grupo ideológico que ha enfrentado el asunto del Estatus de un modo original es Boricua ahora es, encabezado por Ricardo Roselló. También son soberanistas en el amplio sentido de ese térmico. A lo largo de año 2012 el grupo hizo campaña a favor de la descolonización con el lenguaje del viejo unionismo y el anticolonialismo. Su alegato central es que la Estadidad, la Libre Asociación y la Independencia, son opciones legítimas en el marco del Derecho Internacional. Pero el hecho de que su líder haya hecho público su interés en la candidatura a la gobernación por el PNP en un futuro no determinado, ha puesto en duda la transparencia de su pluralismo. Lo cierto es que, en Puerto Rico, aquellos que apoyan una alternativa de Estatus no le conceden credibilidad alguna a la de los opositores. El asunto del Estatus siempre se encaja en las aspiraciones particulares de cada tendencia con lo que se mutilan las posibilidades de un consenso descolonizador.

La quinta paradoja es que cada vez son más los observadores que piensan que el estatus no debe ser la prioridad en la discusión pública hoy. Un cambio de estatus ahora, alegan, no alteraría la crítica situación. Pero el inmovilismo tampoco lo hace. La  deslegitimación del ELA por el Comité de Energía del Congreso de EEUU (2013), cerró un ciclo iniciado por el Undécimo Circuito de Apelaciones de EU (1993). El nuevo lenguaje jurídico vertido en aquellos pliegos le da la razón a los Estadoístas, Independentistas y Nacionalistas que boicotearon el proceso de (des)colonización conducido entre  1950 y 1954.

La última paradoja tiene que ver con el otro: Estados Unidos. Desde la Gran Recesión de  2008 al presente, ese país ya no es lo que era y su imagen tiende a degradarse. El dólar, como en un deja vú de la década de 1980, se percibe como un elemento intrínseco de la crisis. En 2013, Australia, la 12ª economía del mundo, China la 2ª, Japón la 3º, Brasil la 6ª, India la 10ª y Rusia la 9ª, han decidido abandonar el dólar en sus transacciones internacionales. Se trata de una situación significativa. Es posible que el panorama cambie en ese ámbito, pero en Puerto Rico la imagen del “American Dream” y del “Tío San Rico” sigue insólitamente fuerte a pesar de su mala situación internacional. Si bien es cierto que Estados Unidos sigue siendo la 1ª economía de mundo y la 1ª potencia militar, renglón del cual obtiene numerosos dividendos, nada garantiza que siga siendo así por mucho tiempo.