La protesta que sea contra la Constitución de Puerto Rico

Economia Solidaria


La Carta Magna, La Constitución de Puerto Rico-San JuanLos maestros y maestras se tiran a la calle, y no ven el punto: no es el gobierno, este simplemente es un vehículo de otros. Se trata de la presión que las agencias acreditadoras, esas que determinan la capacidad de pago del gobierno de Puerto Rico, y por ende su capacidad de pedir prestado, le han impuesto al país en estas navidades. La capacidad de pago del gobierno es mínima. No pueden pedir ya más dinero prestado, por lo cual, no tienen capacidad de vivir de deudas y cuentas por pagar, por ende, no pueden arreglar las carreteras, ni pagar mejores sueldos, ni compensar las insuficiencias de los múltiples sistemas de retiro que existen en el país. Es decir, estamos bien cerca, más que nunca, de una bancarrota económica, como a su vez moral.

Ante este cuadro, los maestros y maestras se han tirado a la calle, y no logran componer su malestar de otra forma que no sea la protesta agria, violenta y sobre todo destructiva. Hoy son ellos, mañana serán los colegas de la Universidad de Puerto Rico, luego los de la Autoridad de Energía Eléctrica, luego los operadores portuarios, en fin, el país entero. La insuficiencia del Estado, entonces fuerza mayor migración, y las universidades privadas, cada vez más se convertirán en mercaderes rápidos de registro, incorporación y retención de una población estudiantil cada vez más frágil en su número.

Por lo tanto, la mejor sugerencia no es seguir protestando contra nosotros mismos, sino cambiar nuestro eje de la protesta. Las agencias acreditaras exigen en virtud de la obligación constitucional existente. El artículo 6, sección 8, de la constitución establece la obligación de pagarle antes que nadie a los bonitas, que son los acreedores del gobierno de Puerto Rico.

Rompamos con el yugo de la deuda nacional. Como en la década de 1970 y 1980, cuando Cuba lideró el proceso del no pago de la deuda internacional, hoy Puerto Rico debe plantearse no pagarla. Si esto redunda en beneficio de todos y todas nosotros, sobre todo que las carreteras tienen luces, están pavimentadas, y los sueldos de los empleados mejoran, entonces, mejor modificar la constitución. Si la modificamos seremos todos y todas más felices.