Es indignante que el gobierno del P.L.D., la ciudadanía dominicana en general y la comunidad internacional hagan caso omiso a la descarada discriminación contra una parte importante de la población del país de origen haitiano.
Nadie en República Dominicana debe estar tranquilo ante tal tormento. Como su nombre lo indica, con la nacionalidad se nace o, en su defecto, se adquiere por voluntad propia. Ante esa impunidad de los que odian y discriminan por ley, daría vergüenza ser dominicano, por tanto hay que dignificarse diciendo que no, que así no se vive en un país decente. Actualmente, República Dominicana ha dejado de serlo y no será un país decente hasta que no derogue o elimine esa ley y eduque a su población para una nacionalidad igualitaria.
Es indignante que el gobierno del P.L.D., la ciudadanía dominicana en general y la comunidad internacional hagan caso omiso a la descarada discriminación contra una parte importante de la población del país de origen haitiano.