María D.González Keelan: un viaje por el mar nuestro

Creativo

alt“Anima tu mente, ponte contento,

no busques afuera.

Que es bien adentro

donde la célula guarda el secreto..”

-María D. González Keelan

Marenostrum

Año 1940. Luis Llorens Torres publica Alturas de América libro que enfrenta con ingenio el tema panamericano. Esa altura donde la frontera no encuentra sitio o forma. Una tierra unísona, lavada en toda raza, perpetua, irrefrenable, conquistadora con todas sus estampas, risas, fiestas o duelos, y por supuesto la dominación extranjera. En miel de geografía consagra su perla antillana, o ese espejo de creación que Llorens Torres nos presenta en una versión contemporánea del mito de las Hespérides o sea, de las ninfas que eran las guardianes del jardín de los dioses donde se encontraban las manzanas de oro buscadas por Heracles, coordenada fija en su poema Canción de Las Antillas y me dejo ir por estos versos que desde hace mucho tiempo caminan conmigo:

“¡Somos las Antillas! Hijas de la Antilla fabulosa.

Las Hespérides amadas por los dioses,

Las Hespérides soñadas por los héroes,

Las Hespérides cantadas por los bardos.... (vs 153-56).

En ese mismo entorno, ocurre otro discurso del ingenio. El poema MareNostrum de verso magnífico, indomable y total. Somos en la voz de Llorens “el geológico mordisco que nos dio el Océano Atlántico” Al igual que el Canto General de Pablo Neruda donde el Río Orinoco, es el patriarca del verde ancestral que abre la comunión del hule con el pantano, el quetzal y el ciempiés, la jacaranda y la anaconda, la llama y el jabalí, y en esa conclusión el hombre, a veces habitado, y a veces solo, discurriendo el perfil de los caminos. Océano Atlántico como metáfora de Hermes Trimegisto, ciñendo la espesura de las islas, los itsmos, las adivinanzas de los ríos prestos a romperse en cauces:

“Mar que al rubí sol del trópico,

desde el alba hasta la tarde

lo paseas en tu bandeja de cristal

y el espejo azul del cielo lo retrata

y parece que está arriba navegando en el espacio sideral…” (vs 20-24)

Marenostrum, o mar nuestro, en horario de mareas y rebeliones coloniales de Duarte y Luperón o un Toussaint de Louverture; mar nuestro que expulsó a la marina de Vieques, bastión de lucha, bastión de un pueblo redimido. María D. González Keelan nos ofrece su poemario MareNostrum otro mar nuestro que rebasa los espejos hechos a su luz y nos brinda un panorama revisado del ancestro y sus corredores de soledad, salterio, angustia, amor, rebeldía. Ella, como poeta, hace suya la brasa de ese mar compartido de Las Américas, y como siempre hay un comienzo, o un siempre que nos dice que el comienzo fue bajo la rúbrica de Juan Ramón Jiménez, de ahí, un siempre es provocación; “La provocación comienza en la niñez desde la biblioteca de la casa de los abuelos. Juan Ramón Jiménez residía muy cerca en nuestro vecindario cuando la Premiación del Nobel en Literatura por su poemario Platero y yo. En el Ateneo se recitaron sus versos. Desde muy pequeña sentí los ritmos de las palabras, la ternura atravesada por el dolor y la nostalgia. El poeta vivía atormentado y escuchaba su voz adolorida desde la ventana de mi habitación. De muy niña entendí que un premio por más grande que sea no deshace el dolor de la desubicación, aún marcado por la fama. Y es la palabra memoriada, la palabra llena de referentes obtusos la que cierra la puerta hacia la intimidad. El encuentro en Casa Concha con Mayra Santos y los talleres de escritura me propiciaron el ambiente idóneo para retomar la escritura. El Festival de la Palabra con su amplio programa me reconectó con la literatura que va más allá de nuestras fronteras, especialmente los temas del Caribe y sus escritores vanguardistas”.

Las palabras hacen cambios, resume González Keelan, así sea narrativa o poesía; “En mi caso la motivación poética viene de una necesidad urgente, de un ahogo, de un deseo de articular algo que no encuentro en los demás textos, una voz propia llena de retazos, deshilvanes, de situaciones caóticas, de la no pertenencia, incomodidades culturales. Un sentimiento de extranjería. La poesía nace en mi inconsciente, las arritmias y los ritmos al unísono. La escritura provoca una organización del pensamiento, de las ideas. Los grandes escritores que he leído me han marcado.

Así veo que la alianza es en la palabra que cambia, que permuta, que destruye y provoca mirar la cosa de otra manera. La poesía se presta mejor para este ejercicio, pienso. Me gustan los cuentos cortos. Pero una novela bien escrita no tiene par. La extensión de la narrativa permite entrar en escena en mundos nuevos llenos de personajes y provocaciones en el pensamiento del lector”.

En su trayectoria reflejamos su voz; “Mi trayectoria ha sido variada. He trabajado en negocios, en gestiones culturales o me he dedicado a los estudios literarios. He tomado rutas alternas y he experimentado logros y más que fracasos, desilusiones. Mis sueños literarios siempre se interrumpen, como pasa en las pesadillas, que el despertar ocurre en el punto culminante, y tengo que ir a trabajar en otros quehaceres cotidianos. Me obsesiona la idea de un orden, pero siempre es uno inalcanzable, es más bien la búsqueda de un orden. La escritura me coloca en un espacio ficcional desolado pero a la vez poblado de personajes, llenos de deseos, de sueños, de querencias muchas imposibles o improbables. El sentido de lo cotidiano me aprisiona y me ancla, pero es el deseo de huir lo que me lleva a un espacio que debo llamar erótico. A veces termina siendo una ficción, un experimento en el lenguaje que traspasa las emociones, para sentir la vida. No siempre son emociones felices ni infelices, de alguna manera me gusta saber hasta dónde llegan las escalas de mi voz o de mi cuerpo o del sentimiento”.

Sobre las victorias y los sueños…

“Siempre me dio curiosidad la Victoria de Samotracia. Tuve ocasión de verla de cerca en el Louvre. El cuerpo incompleto de la escultura no destruye la posibilidad del vuelo. Las partes ausentes sugieren, y ese “vacío” pesa más que la definición del cuerpo/objeto de la escultura. En ese sentido veo la palabra poética. Lleva un balance entre lo posible y lo imposible, entre lo real y lo efímero, entre lo visible y lo invisible”. Bajo la lección aprendida nos ilustra “La escritura me acompañará mientras piense y sienta, mientras tenga la capacidad de espacios para las querencias. Esa capacidad para renovarse, o repensarse. Como adulta y como niña. Una invitación a no morir.”

Y, ¿cómo fue el proceso de este hermoso libro MareNostrum? ¿Bajo que astrolabio o mapa invicto pudo lanzarse y escribirlo? "El proceso de MareNostrum fue muy fluido".

Estos pensamientos venían acompañándome desde mi adolescencia. De alguna manera es la deshistoria de la memoria, lo que no se vivió entonces puede pertenecer a la memoria onírica, o a la de los deseos frustrados, o las historias que no pude entender. Llevaba varios años estudiando el Caribe y los exilios de mi familia por la riqueza de su variedad. No venía de una familia netamente puertorriqueña, ni netamente gallega, ni irlandesa, ni mediterránea. Los abuelos no podrían quizás sentarse en una misma mesa a hablar como los abuelos de mis amigas. No sólo el asunto de la lengua, sino sus preferencias, gustos, tradiciones. Quizás el clan más organizado era la familia materna y era un clan que aunque hablaba español tenía muchas características de los clanes irlandeses, donde se hacían cuentos sobre calamidades o sufrimientos, pero otros miembros de la familia rechazaban esas posturas pues eran estoicos.

El encuentro con los poetas jóvenes en el seminario dirigido por Mayra Santos en Casa Concha dio el impulso de escritura para el poemario, MareNostrum. Allí conocí a Yolanda Arroyo Pizarro, la editora y diseñadora gráfica.”

En cuanto a nuestra literatura María D.González Keelan, nos dice que el escritor se hace con su mirada al entorno social, “Mis preferencias literarias no son de género. A pesar de que hice estudios literarios a nivel graduado sobre los temas feministas que entonces era la vanguardia. Busco lo innovador de la historia, el sesgo que redefina la visión política de lo que se dice, la innovación del uso de las palabras. En ese sentido me atrae la vanguardia, especialmente en el cine. El tema duro me provoca a pensar en espacios vivenciales que desconozco. Siento que he sido una mujer protegida, aunque he tomado algunos riesgos en la escritura. No busco el nihilismo ni la muerte, aunque puedo recrearme en sus ideas. La voz cantante de la literatura puertorriqueña, si se puede llamar así la llevan escritores que proponen miradas nuevas sobre nuestra sociedad. La proliferación de mujeres escritoras es notable tanto en la poesía como en la narrativa. La apertura se ha dado en la exploración de lo erótico, mayormente. Conozco la poesía de Lilliana Ramos Collado, Mayra Santos, Yolanda Arroyo Pizarro, Jeanette Becerra, Mayda Colón y el elemento más notable ha sido el riesgo y el cuerpo”.

El panorama literario de nuestras letras es de divergencia; “Es evidente la "invasión" de literatura con temas que habíamos dejado engavetados por no decir prohibidos por la sociedad que dirigía la cultura. El asomo del El hombre del Subsuelo de Dostoievski fue un inicio provocador para explorar la mente del criminal en la ciudad. El ejemplo de Luis Negrón, Mundo Cruel no solo habla de la proliferación de su publicación, sino de la oferta que acaba de recibir de Hollywood. Como sabemos no es el Hollywood tradicional con el cual crecí, es un cine modificado por SUNDANCE o muchos otros cines alternos que han logrado permear el gusto del público. Por otro lado, la postura filosófica del lenguaje que más me ha gustado ahora mismo es la de Eduardo Lalo en su libro, DONDE. No conocía su escritura, pero al leerlo siento que ese 'no lugar' lo he sentido demasiadas veces. Esa búsqueda de un "lugar" que no tiene que ver con la geografía convencional. Ese desinterés interesado”.

Recomendamos este libro “MareNostrum” como la continuidad de esa voz que Llorens dejó inconclusa, la consumación de ese viaje por el mar nuestro, alma de geografía, extensión de alas, identidad urgente, causa justa.