Labor Day o el amor incestuoso

Cine caribe

altRealmente hablando, Hollywood opera como una gran industria que tiene un caudal de materia prima, la cual nunca se agota, nunca se repite, y sobre todo siempre es de una calidad a la cual nos hemos entrenado. En esta medida, la película Labor Day (Dir. Jason Reitman, EE.UU, 2013),  versa sobre una historia muy trillada: la esposa que se divorcia llamada Adele (Kate Winslet), y se queda con la custodia del único hijo de la familia,  y luego vive una vida a partir de la depresión emocional.

Hasta ahí es una historia trillada. Pero siendo Hollywood lo que es, una mega industria, entonces la historia se expande cuando el hijo Henry, de apenas 13 años (Grattling Griffith) intenta sustituir al padre-divorciado,  y comienza a regalarle cupones a la madre de “esposo por un día”,  para acompañarla y resolverle la vida.

Hasta ahí, no solo es una historia trillada de Hollywood (es decir, los pesares de una madre divorciada),  pero se convierte una historia que cambia cuando  el hijo intenta sustituir al padre.  Habría, de forma contemplativa hablando, algo de una relación incestuosa en este momento.  Pero siendo Hollywood como es, la historia se complica cuando afortunadamente o desafortunadamente,  la madre y el niño acaban  ofreciéndole transporte a un hombre llamado Frank (Josh Brolin), quien termina viviendo en su casa durante el fin de semana del día del trabajo (Labor Day).  Este personaje, Frank, es un convicto por asesinato, quien se escapa de la cárcel pues siempre entendió que no tuvo intención de asesinar a esposa, en un caso común de violencia doméstica/asesinato justificado por infidelidad.

Sea lo que sea, la película opera como una obra de teatro,  transcurre todo en la casa de la madre y el hijo, con un invitado poco esperado, quien los secuestra pero no los secuestra. Es decir, de forma clásica, y recordándonos a Pedro Almodóvar en Átame (España,  1990),  la mujer secuestrada asume el secuestro como su escape emocional, y termina enamorándose del secuestrador y condonando sus acciones. En otras palabras, el clásico síndrome de Estocolmo.

Lo que hace un tanto distinta la película, no obstante,  es el vuelco que le ofrece Hollywood y el director de la película Reitman, cuando entre la madre y el nuevo amante de tres días,  se interpone el hijo.  Es decir, el hijo resulta ser el personaje antagónico a la figura del padre-sustituto-convicto-amante. El hijo entonces comienza a indagar cual es la relación que en ese momento tiene su deprimida madre con el convicto-amante. Lo que hace más interesante a Hollywood, entonces es la entrada de un personaje efímero: otra joven actriz, Mandy (Maika Monroe) que simplemente desarrolla una amistad con el hijo para indicarle que las relaciones entre madre-post-divorciada y amante-sustituto  siempre en detrimento de los mejores intereses de los hijos. Por ende los hijos deben desarrollar sus mecanismos de defensa y a partir protegerse. Es ella la que contextualiza el valor de entender una relación incestuosa, donde los hijos se enamoran de los padres y deben proteger dicho amor.

En fin, se trata de un filme apasionado de personas enfermas emocionalmente, que entre relaciones incestuosas, hombres convictos por violencia doméstica, y de madres sumisas y co-dependientes al eterno amor de su vida.  En otras palabras, es un filme terrible. Lo que pasa….es que Hollywood es Hollywood.  Y para saber porque Hollywood sigue siendo luego de 100 años la principal industria cultural del cine a nivel mundial, usted debe ver esta película.  Sobre todo si desea saber porque terminara llorando profundamente, de forma tan apasionada como también lo hacen los personajes.

Que decir,  véala a su propio riesgo. Son sus lágrimas.