La Declaración de La Habana de la CELAC: entre liderazgos regionales, el Derecho Internacional y Puerto Rico

Voces Emergentes

altEl 28 y 29 de enero pasados se reunió en La Habana la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). De esta cumbre se pueden sacar algunas claves que nos pueden ayudar a hacer un balance de este evento y su significado para America Latina y el Caribe y Puerto Rico.

Los países de la región ya acostumbrados a las cumbres de jefes de estados decidieron dejar fuera de la conversación un montón de temas divisorios entre ellos, tales como cual será la institucionalidad definitiva de la CELAC y el papel del comercio en el proceso, entre otros. Aunque resulta ilusorio pensar que estos temas habrían de resolverse en un solo conclave, es indudable que la CELAC avanzó en su II Cumbre en un tema medular de su agenda “como espacio de dialogo y concertación política…como actor político internacional”, según se ha reafirmado desde las Cumbres de la Unidad, de la Integración y el Desarrollo y las Cumbres del Grupo de Río.

A gusto de los presidentes que abogan por una ‘cooperación flexible’ alejada de proyectos ideológicos como son los casos de Chile, Colombia, Perú y México, y de los presidentes que aspiran a una integración interestatal profunda en temas que no sean comerciales como son los de Brasil, Ecuador, Bolivia, Venezuela y Argentina, esta cumbre parece haberse dirigido por la urgencia de reafirmar ideas del desarrollo y de la cooperación Sur-Sur enunciadas en el pasado en otras cumbres. Sin embargo, la II Cumbre de la CELAC logró su objetivo de proyectar a “nuestra región en el ámbito internacional”. Tal diversidad de posturas hace de la Declaración de La Habana y de la posibilidad de la CELAC asuntos que vale la pena entender a cabalidad para comprender hacia donde se dirige la región (con Puerto Rico) y sus relaciones de poder hoy más autónomas que nunca.

En una región que ha tenido históricamente bajos índices de comercio intrarregional y su comercio en la actualidad se da mayormente con China, EEUU y la Unión Europea, la Declaración de La Habana le impone un gran reto a una organización con limitada consolidación institucional como para encausar dinámicas entre instancias de integración comercial como la Alianza del Pacifico, la CARICOM, el Mercosur, el Sistema de Integración Centroamericana al promover el “comercio intrarregional”. Un aspecto que ha seguido relegado a un segundo plano debido al carácter flexible de la integración política y a que la demanda regional por comercio intrarregional se ha dejado a los bloques comerciales como CAFTA-RD, NAFTA, Mercosur, CAN y el ALBA. En este sentido, se ve la influencia de los estados de UNASUR de construir una unión latinoamericana que tenga como motor integrador temas de cooperación, seguridad y desarrollo.

Según la Declaración de La Habana, la CELAC tiene como misión “la coordinación y concertación…en el marco de organismos internacionales”. Tal coordinación ha sido posible durante el periodo 2012-2013 con la activación de varias vocerías en comisiones de las Naciones Unidas con lo cual la CELAC ha comenzado a promover una posición común en temas globales como son los derechos humanos, la protección diplomática, el desarme y la descolonización. La región encontró en la II Cumbre consensos en aquellos temas relacionados a su proyección internacional en el marco de la protección de los Propósitos y Principios de la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional.

La tendencia dominante de la región de apegarse en sus políticas exteriores al Derecho Internacional parece haber sido el objeto de la Gran Estrategia cubana y venezolana y de los países ALBA en su conjunto ante una cumbre que a todas luces iba a despertar fervores ideológicos de ambas partes y que prometía encontrar posiciones particulares de los liderazgos de potencias regionales que son proponentes originales de la CELAC como México y Brasil. Según las declaraciones de oficiales brasileños en cuanto a la utilidad de la Alianza del Pacifico (México, Perú, Chile, Colombia), la II Cumbre de la CELAC prometía enfrentar a este bloque contra los estados miembros del ALBA y Brasil. El pretendido liderazgo (aunque indeterminado) de México a nivel latinoamericano desde el establecimiento de la CELAC y el resquemor de Brasil de tener que compartir con México el liderazgo material suramericano han sido desplazados de forma momentánea por el fuerte acento cubano y venezolano de esta II Cumbre. Queda por tanto en el tapete el papel de los grupos subregionales (UNASUR, CARICOM, ALBA, SICA, CAN) en el funcionamiento de la CELAC y el papel determinante que se espera de estados como México y Brasil. Al parecer el cabildeo de Cuba, Venezuela y Ecuador fue intenso específicamente en la cuestión de Puerto Rico si consideramos que la Declaración de La Habana fue gestada del balance de influencias que resulta de estas fragmentaciones.

En cuanto a la orbita de los países de la Alianza del Pacifico, el avance cualitativo de la causa de Puerto Rico en la Declaración de La Habana encontró a un Chile que tradicionalmente se ha apegado de manera inflexible al Derecho Internacional en lo que es su apoyo irrestricto a la “descolonización e independencia de Puerto Rico” según reza la Resolución 1514 (XV) en todas las resoluciones aprobadas por el Comité de Descolonización de las NNUU desde la década del setenta. Solo basta recordar la negativa de Chile en 2003 de apoyar la resolución propuesta a la AG de la ONU por EEUU para la intervención en Irak en medio de la intensa negociación entre ambos para la firma de un tratado de libre comercio.

Respecto a los liderazgos de Brasil y México se da un fenómeno interesante en la II Cumbre. Allí México se desentiende del liderazgo efímero promovido por el presidente Calderón durante una cumbre en la que exitosamente Cuba, Venezuela y los países ALBA fueron protagonistas mediante el trabajo intenso y el cúmulo de propuestas osadas como la propuesta de incorporar a Puerto Rico como miembro 34 de la CELAC. La presión diplomática de los países miembros del ALBA fue tal que algunos estados como Guatemala, Colombia y Republica Dominicana que tienen cooperación multinivel con el gobierno de Puerto Rico se sumaron al consenso que hizo posible la declaración. El tema de Puerto Rico y su silla 34 no solo esta cruzado por consideraciones de política exterior y coerción por parte de los EEUU hacia los estados con los que tiene tratados de libre comercio y que no tienen una gran tradición institucional en su política exterior, sino que su eventual determinación estará parcialmente condicionada por el rumbo institucional que habrá de tomar la CELAC en su funcionamiento e identidad definitiva.

La aceptación del movimiento de liberación nacional puertorriqueño como miembro observador en representación de Puerto Rico dependerá de la apertura que tengan los estados miembros de la CELAC para trascender la mentalidad de club que históricamente enmarca estos grupos regionales. La participación de las fuerzas sociales en Mercosur, la CAN y UNASUR es inexistente. En el ALBA las fuerzas sociales son parte de su estructura funcional. La ascensión de Puerto Rico como miembro observador depende de la persuasión del bloque del ALBA para que la región comprenda que Puerto Rico es un asunto de principios y de norma del Derecho Internacional y que la participación de las fuerzas sociales en su funcionamiento abonará a la legitimidad de CELAC como actor internacional.

Donde es más patente el peso del nuevo liderazgo de los países ALBA en la CELAC es en el apartado 40 de la declaración en el cual la presidencia pro tempore y la CELAC encomiendan al Cuarteto de la CELAC para que, con la participación de otros Estados miembros que deseen sumarse a este mandato, presenten propuestas para avanzar en lo señalado en el párrafo 38 de esta Declaración. Con este mandato el modelo de tomar decisiones por consenso en lo cual la troika+1 sirve como órgano para ejecutar los mandatos de sus estados miembros recibe una directriz adicional a sus ya sabidas tareas de forjar un modelo de cooperación inter-regional con China, India y Rusia y de coordinar la representación única de la CELAC en organismos internacionales como la ONU. Ahora su labor adicional es encargarse del cumplimiento de la Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General de las NNUU que garantice el derecho a la descolonización e independencia de Borinquen.

El indicador más elocuente de la proyección de la región latinoamericana y caribeña como promotor del Derecho Internacional y de la igualdad soberana de los estados es la condena por consenso a las listas y certificaciones de países desarrollados y el rechazo a la calificación de estado promotor de terrorismo adjudicada por los EEUU a Cuba. La ausencia de Canadá o EEUU en la CELAC por definición se valora como un acercamiento post-hegemónico al regionalismo al rechazar la participación de la potencia hemisférica, o lo que algunos consideran la ausencia de EEUU como el organizing principle de la CELAC. ¿ Habrá comenzado el organismo a posicionarse de manera contra-hegemónica en temas en los cuales EEUU se ha desacreditado al rechazar las certificaciones unilaterales e incluir a Puerto Rico en la agenda de la CELAC,? ¿Se estará convirtiendo la CELAC en un organismo contra-hegemónico a partir de la Cumbre de La Habana? Lo que si es cierto es que las próximas cumbres de San José en 2015 y de Quito en 2016 serán determinantes para el avance de la identidad definitiva de la CELAC.


Notas:

1- “Reiteramos nuestro rechazo a las listas y certificaciones unilaterales por parte de países desarrollados que afectan a países de la América Latina y el Caribe, en particular las referidas a terrorismo, narcotráfico, trata de personas y otras de similar carácter, y ratificamos el Comunicado Especial aprobado por las CELAC el pasado 5 de junio, que rechaza la inclusión de Cuba en la denominada Lista de Estados que promueven el terrorismo Internacional del Departamento de Estado de los Estados Unidos.”