Hay un sonido con el que sueño repetidas veces

Voces Emergentes

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(Fotos de Ed Díaz)

Me gusta esa predisposición a la risa que obnubila la del llanto. Y me atrae esa locura sana que tiñe el espacio cuando nos aglomeramos a reír. Esa sincronía del sonido que emiten las bocas alegres acompañadas de vítores e interjecciones de aprobación provoca una reestructuración del tiempo en el que se ralentizan y se disuelven otras posibilidades que no tengan que ver con esa sensación de plena autonomía, de libertad, de una incuestionable franqueza.

Así que mientras recorría la calle San Francisco en el Viejo San Juan, caminando o en la expresión improvisada del movimiento corporal, y escuchaba todas aquellas risas ocasionadas por el arte, la inventiva y las ocurrencias de mis compañeros artistas pensé cómo aglutinar todo ese alboroto -cuán diferente nos reímos- y envasarlo para llevar. ¿Cómo propagar esa risa? ¿Cómo esparcirla entre las aparentes fronteras -esas que solo hemos dispuesto nosotros, los seres humanos? ¿Cómo hacerle un eco?

De esta manera, la risa generada por los artistas durante el Circo Fest, llevado a cabo el 15 y el 16 de febrero en la histórica ciudad, fue para mí el hilo conductor que reunió a la gente de manera consciente alrededor de una cultura de calle en la que no únicamente se revalorizó el espacio en su uso pleno y cabal sino que se recontruyó el sentido del mismo, otorgándole la tarea de ser auspiciador de la unificación de un pueblo en un sencillo gesto. Enfatizando también que en esa unión fue parte esencial la solidaridad entre los representantes del arte local y los internacionales.

altRecuerdo la breve entrevista que hice al peruano Waskar Coello Chávez, formado en danza y en circo y quien ahora reside en Francia luego de haber sido invitado a estudiar. “Circo Fest está increíble. (…) Es un intercambio cultural, otra manera de llevar el arte circense. (...) Traemos sonrisas, alegría, mucha energía positiva al pueblo, clases sociales no hay, no hay diferencia de razas, solo emociones, darle emoción a la gente y recibir esa emoción de la gente, un intercambio”, expresó el artista quien se presentó junto a su hermano Atawalpa, bajo el nombre de la compañía Circo Rebote, en un número de payasos tradicionales del Perú en el que mezclan la cultura europea, brasileña y peruana.

Considero que el Circo Fest, dentro de muchas otras virtudes, tuvo una misión particular: darle a la multitud la oportunidad de la carcajada. Me uno a otras voces que creen que este evento, el primero en la Isla, debiera realizarse con más frecuencia. No solo aporta a los sectores de la economía y el turismo, sino al trabajo de los artistas de calle y como gran encomienda: el desarrollo de la cultura de la risa y la creatividad.