Cuba: su ‘oposición’, un puente vs. la Revolución

Voces Emergentes

altMi estimada Cubainformacion.tv publica un trabajo de uno de sus columnistas, Yohan González Duany, titulado Oposición en Cuba: tender puentes en pro de la reconciliación. Tras su lectura, me representé a un joven objeto de una lamentable ignorancia, a saber: el porqué en nuestro país existe el monopartidismo y qué significa la reconciliación desde la perspectiva martiana.

Debo advertir que Yohan se siente atraído por quien apuesta a “una economía mixta y un Estado de bienestar que garanticen a todos sus habitantes una meseta mínima de derechos económicos y sociales” —verbigracia, entrevista a Arturo López-Levy. Así, comprendí mejor el trasfondo de algunas de las motivaciones de este esforzado/sincero muchacho que me condujeron a escribir Cuba, entre diferencias juveniles.

Precisamente, la mencionada entrevista a López-Levy provocó mi rótulo Cuba: desmontando algunos ¿consejos?, (Cuba: desmontando algunos ¿consejos?, Cuba: desmontando algunos ¿consejos?); sostuve que imagino harto difícil creer en la pertinencia de “una economía mixta y un Estado de bienestar que garanticen a todos sus habitantes una meseta mínima de derechos económicos y sociales”, a la luz de sucesos en Europa —sin analizar qué acontece en Estados Unidos y parte significativa de América Latina; y tuve en cuenta que en Holanda, España y más allá se devela el creciente proceso de desmontaje del “Estrado de bienestar social” a partir de datos ilustrativos de la gravedad del problema que vive en este minuto el predominio del Neoliberalismo.

En el propio rótulo, aludía al razonamiento de López-Levy relacionado con su concebida “república; democrática porque gobernarían las mayorías, pero con un Estado de derecho, respetuoso de las minorías, la pluralidad ideológica y religiosa, y el imperio de la ley”, condiciones en las que el “unipartidismo” no tendría razones para existir; al tiempo que apunté acerca de cómo tuvo lugar la formación del Partido Comunista de Cuba (PCC), particularmente qué sucedió en el VIII Aniversario de los asaltos a los cuarteles de Santiago de Cuba y Bayamo, el 26 de julio de 1961 —proceder basado en un fruto de la Revolución de José Martí.

En este instante, además de rememorar que se trata de la misma organización vilipendiada por enemigos internos y externos de la Revolución en la Mayor de las Antillas por ser garante de la unidad patriótico-socialista de cubanas y cubanos, me siento persuadido a subrayar lo que manifesté en Legitimidad del Partido Comunista de Cuba:

Actualmente, sin embargo, la tarea es quizás mucho más difícil, más compleja. Estoy absolutamente convencido de que, al tiempo que aprovechemos la fortaleza que representa todo el proceso/resultado del análisis del Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, el PCC tiene el desafío de dirigir la ruptura-continuidad de la obra revolucionaria, cuyo punto focal radica en los últimos veinte años; amén de defender-enriquecer la identidad nacional/cultural ante los ataques económico-sociales, ideo-políticos, mediáticos y militares del “Norte revuelto y brutal” y sus acólitos en el exterior y en casa.

Paralelamente, el Partido dirigente en Cuba está retado a no dejar espacio al apresuramiento ni a la improvisación, y ser sistemático vs. la actitud de péndulo (ir de un extremo a otro); a tener el oído atento a qué piensa la población y los pies bien situados en la Tierra; a superar dialécticamente la concepción acerca de la Participación Ciudadana y la Construcción del Consenso; a aprehender y exhibir pleno entendimiento de que la mayor amenaza a la edificación de una sociedad cualitativamente mejor reside en los errores que se pueda cometer hoy y mañana —que es desigual a la limitación, a tono con Marx.

De igual manera, el Partido de la Nación Cubana está obligado a materializar todavía más la concepción de Revolución expuesta por el compañero Fidel el 1ro. de mayo de 2000; mientras que actúe alrededor de una percepción martiana anotada en Maestros ambulantes, a saber: “Ser bueno es el único modo de ser dichoso./ “Ser culto es el único modo de ser libre./ “Pero, en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno”.

Entonces, hoy día resulta imprescindible que la militancia partidita en todo el archipiélago eleve la ejemplaridad y que sus respectivas instancias de dirección cumplan con su cometido. Debemos y podemos ser mucho más objetivos, permanecer atentos al acontecer internacional y nacional, pero sobre todo al pulso del radio de acción. Es el modo de legitimar aún más su papel de vanguardia de cubanas y cubanos. En una expresión: “¡Hacer lo que corresponde!”.

Entretanto, no debo dejar de significar asimismo la percepción martiana que reflejé justamente ante palabras de López-Levy (palabras de López-Levy, palabras de López-Levy):

En el histórico discurso del Héroe Nacional de Cuba en Tampas, Estados Unidos, pronunciado el 26 de noviembre de 1891 al corresponder a la invitación del Club Ignacio Agramonte de aquel territorio y divulgado con el rótulo Con todos y para el bien de todos, aparece qué él asumía por “todos”. Cito:

“Ni vería yo esa bandera con cariño, hecho como estoy a saber que lo más santo se toma como instrumento del interés por los triunfadores audaces de este mundo, si no creyera que en sus pliegues ha de venir la libertad entera, cuando el reconocimiento cordial del decoro de cada cubano, y de los modos equitativos de ajustar los conflictos de sus intereses, quite razón a aquellos consejeros de métodos confusos que sólo tienen de terribles lo que tiene de terca la pasión que se niega a reconocer cuanto hay en sus demandas de equitativo y justiciero. ¡Clávese la lengua del adulador popular, y cuélguese al viento como banderola de ignominia, donde sea castigo de los que adelantan sus ambiciones azuzando en vano la pena de los que padecen, u ocultándoles verdades esenciales de su problema, o levantándoles la ira: -y al lado de la lengua de los aduladores, clávese la de los que se niegan a la justicia!” —las negritas son mías.

Así, no tengo la menor duda de que de este juicio martiano escapan esos que abandonaron la Patria que los vio nacer e inmediatamente se colocaron y/o están al servicio y amparo del Águila Imperial vs. la Revolución Cubana, sin detenerme en los representantes de la “nueva” ¿izquierda? que desde el patio le sirven en bandeja de Plata al enemigo de nuestro Socialismo —y, por supuesto, sin mencionar a quienes representan la tal disidencia cubana amamantada por Washington.

Confieso que hace un tiempo estoy entre quienes piensan que la construcción de consenso busca siempre la mayor suma posible de acuerdos sin que ello equivalga a unanimidad, sino al mejor acomodo de los intereses en formulaciones y decisiones que puedan ser aceptables por las personas y/o sectores y clases de la sociedad, a través de vasos comunicantes, en un contexto ajeno al antagonismo.

Es una verdad de Perogrullo que en esa suerte de diálogo nacional entre e inter generaciones devenidos los ya mencionados Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, resultó absolutamente posible que quien deseó hacer sus propias propuestas acerca de cómo debe edificarse el Socialismo en la Mayor de las Antillas —salvo que estuviera impedido ante la legalidad establecida—, tuvo varias oportunidades. Quedó registrado entonces en la Historia el suceso que refleja una Democracia sin par convertida guía para seguir en la edificación científico-popular del futuro en la Patria.

En este contexto, ¿cómo aceptar una pluralidad que implique reconciliación, si por ella se entiende el perdón por pecados de lesa humanidad, clemencia o algo por el mismo estilo con la terrorista-mafia-gusano yanqui y mercenarios aliados-sometidos al dictado de las autoridades políticas estadounidenses contra el pueblo cubano?

Hasta que no retornen a la Patria agradecida nuestros Héroes secuestrados en cárceles yanquis, insistiré en que ni por un instante debemos olvidar que Los 5 tuvieron la imperiosa necesidad de infiltrase justamente en el seno de esa mafia-terrorista para impedir actos vandálicos contra los pueblos de Cuba, Estados Unidos y otros países; al tiempo que particularmente contra Gerardo Hernández la ignominia raya con el infierno.

Estas son realidades que llevan a la necesidad de discernir y/o situar en tela de juicio la denominada pluralidad o reconciliación, si el punto focal es el destino de la mayoría de cubanos/as en la Mayor de las Antillas.

Por tanto, en síntesis, siento pena cuando leo que Johan redacta que ha expresado su “convicción y apoyo a la necesidad de la existencia de una voz 'diferente' que rompa con el esquema de único pensamiento oficial en que se encuentra el sistema político cubano. Siempre he dicho que la existencia de una oposición en Cuba no solo permitirá el libre ejercicio del humano derecho a la libertad de asociación y de pensamiento sino que también ayudará a la construcción de un mejor país desde el concurso de una opinión diversa que pueda ayudar a que el gobierno en el poder, sea quien sea, pueda evitar sumirse en una dictadura de las mayorías sobre la minoría y construir un país donde se cumpla la máxima martiana de una 'República con todos y para el bien de todos'”.

Asimismo, cuando dice “creo que sería mucho más sano y hasta conciliador apostar por interpretar el concepto de Leinier en el llamado a una oposición netamente cubana. El llamado a la 'Cubanidad', que debe repercutir en un respeto ciego hacia la autoridad de los cubanos y de sus instituciones –siempre que estas sean completamente democráticas y participativas-, deberá no solo quedar restringido hacia la oposición sino también al gobierno, definiendo reglas claras que no permitan la sumisión ni la dependencia a intereses extranjeros, sean de donde sean”.

Todavía más, siento pena cuando llega a expresar:

“Soy consciente de que lograr para lograr [sic] la existencia de ese marco de 'Cubanidad' [me permito recomendarle Amamantar la Identidad Nacional Cubana] y de completa y autónoma participación política debemos apelar a la reconciliación mutua entre cada uno de los bandos de la esfera política cubana, dentro y fuera del territorio nacional. Aunque existen varios modelos, como el español, el argentino o el chileno, creo que el modelo hacia la reconciliación de la nación cubana debe apelar a dos frentes: el primero, el perdón entre hermanos [las negritas son mías —¿quiénes son hermanos: bandidos de “cuello prieto” y/o “cuello blanco” y nuestra mayoritaria población?] que como bien expresó Leinier González y que parte de la raíz cristiano-católica (la cual suscribo): 'el otro' no debe ser visto como un enemigo que debe ser aniquilado, sino solo como un adversario con el cual resulta legítimo tener tensiones y discrepancias, y con el cual existe el imperativo de tejer consensos, siempre y cuando sea posible1; la segunda, la creación de una Comisión de la Verdad [las negritas son mías —¿qué verdad nuestra guarda alguna relación con la que se menciona a continuación?], que tome como ejemplos los casos de Argentina o Uruguay y más recientemente el caso brasileño, y que apueste a la satisfacción de los pedidos de justicia y verdad que de uno y otro lado se suceden y se han acumulado durante años”.

Sin lugar a duda, pues, considero que para Cuba la “oposición” aupada por Yohan González Duany constituye un puente vs. la Revolución.

Funte: cubainformacion