“Hay que tener babilla.” A propósito del proceso de consulta de UPRRP

Voces Emergentes

altMi abuelo era un hombre de campo, así que, como buen jíbaro, utilizaba muchos refranes al hablar. En estos días no puedo despegarme del oído su voz cuando decía “hay que tener babilla”. Usaba esta frase, sencilla y contundente, al comentar alguna historia sobre alguien que había acometido alguna empresa difícil y costosa en términos personales. Como han informado los medios, yo acepté someterme al proceso de evaluación para el puesto de Rectora del Recinto de Río Piedras de la UPR. De todos los planes que fraguaba para mis últimos años en la UPR antes de mi jubilación, éste simplemente no aparecía en la lista.

Pero, en deferencia a la visión estudiantil de chicos y chicas que aún tienen esperanza de que puede haber compromiso y cambio en aquellos que trabajamos en la Universidad, acepté la invitación que me cursó el Comité de Búsqueda y Consulta del Consejo General de Estudiantes, pensándola primordialmente como un espacio para compartir ideas y soluciones que se me han ocurrido cuando pienso en la Universidad que queremos para Puerto Rico.

Luego de 29 años en la UPR, he vivido muchas experiencias y he visto el vaivén vivencial que se experimenta en la universidad pública de nuestro País con cada cambio de administración gubernamental. Conozco, pues lo he vivido en carne propia, cuán escabroso es el cambio en la Universidad y el lugar endeble que compartimos profesores y estudiantes, siendo estos últimos los más vulnerables. Por eso me sorprendí —al igual que tantos otros— cuando sólo dos personas nos presentamos a la consulta de este año para la Rectoría. Ambas, estoy segura, reconocimos inmediatamente el costo que tendría este proceso. Porque si bien sabíamos que nos expondría al escrutinio público, el que seamos sólo dos candidatas lo convierte en uno excesivamente personal. Como les decía a unas compañeras, no es lo mismo ser una de cinco que una de dos. Pero este proceso, como todas las evaluaciones académicas, se deben regentar por la calidad, no la cantidad. Y para las que queremos cambios en la Universidad del País, deben ser ejemplo de transparencia, objetividad y legalidad.

El martes 8 de abril la comunidad universitaria fue sorprendida cuando las presentaciones calendarizadas por los comités se paralizaron debido a que la Rectora interina citó al Senado académico a una reunión extraordinaria a la misma fecha y hora en que debíamos hablar de nuestros  proyectos ante los comités de consulta elegidos por la comunidad universitaria, según dispone el Reglamento de la UPR. Acudí a la reunión para conocer personalmente qué estaba sucediendo. Allí, luego de que algunas personas expusieran su preocupación por que sólo hubiera dos candidatas, finalmente los senadores y senadoras académicas determinaron por mayoría que se continuara el proceso hasta su culminación.  Ninguna de las candidatas esperaba menos. La consulta había sido abierta a toda la comunidad, y a la fecha límite para someter los documentos, sólo la compañera Ortiz Torres y yo nos declaramos dispuestas para asumir una tarea tan importante para el Recinto. Al no haberse planteado irregularidad alguna en el proceso, no podía dudarse del mismo.

Lamentablemente, ahora no podemos decir lo mismo. ¿Cómo podemos entender el que se haya paralizado el proceso para buscar más candidatos luego de concluir el periodo previamente establecido por el Senado? Me extraña que el número de candidatas sea lo que le preocupe a algunas y algunos senadores, puesto que para febrero el Senado había solicitado a la Junta de Gobierno que le otorgara una dispensa a la Rectora interina a fin de que pudiera presentarse a la consulta. Ahora mismo la consulta del Recinto de Ciencias Médicas parece tener ante su consideración un solo candidato a Rector. Así que, si no es la cantidad, entonces ¿será la calidad de las candidatas? ¿Y cómo se ha llegado a determinar la calidad de las candidatas sin que hayamos pasado por el crisol del Comité de Consulta, ante cuyos integrantes debemos presentar nuestros proyectos? ¿No es el Comité de Consulta quien, por disposición del Reglamento de la UPR, tiene el deber de auscultar a la comunidad universitaria y emitir un informe a la autoridad nominadora, el Presidente de la UPR? ¿No es la comunidad universitaria la que debe expresarse sobre las cualidades y calificaciones de las candidatas, siguiendo el procedimiento reglamentario dispuesto para consultarle?

Cualquiera que sea el desenlace, estoy segura de que tanto las candidatas de esta consulta como todos y todas las candidatas de futuras consultas hemos aprendido que si queremos que se respete a la Universidad, si queremos autonomía, si queremos gobernanza compartida, tenemos que comenzar por respetar los procesos y a las personas que se someten a éstos. Todo candidato sabe que tendrá detractores, pero confía siempre en que el debate y el juicio se dirigirán a sus ejecutorias y su preparación, y a los planes de trabajo que presente durante el proceso de consulta.