En la naturaleza nada es permanente. Nada permanece para siempre. Todo tiene un comienzo, un proceso de crecimiento, luego un desarrollo y un final. Esa es la dinámica de la vida de todas las cosas, sean éstas animadas o inanimadas. El tiempo todo lo disuelve. No existe nada perenne. El Segundo Principio de la Termodinámica dice que todo sistema utiliza energía para poder funcionar, pero en esa operación hay siempre una parte de esa energía que se pierde y no se puede recuperar. Esa pérdida de energía se conoce como la entropía. Ésta es la que provoca la decadencia de todos los sistemas habidos, ya sean estos de nivel macro o micro. La entropía produce finalmente la muerte de todo lo que está sujeto a ella, incluyendo los planetas y las estrellas.
Partiendo de esta realidad, es necesario entender que los sistemas políticos y económicos están también sometidos a ese principio. Igualmente, los partidos políticos, las organizaciones de todo tipo, las estructuras y la vida en general. Es por esta razón que morimos físicamente, porque en el transcurso de nuestras vidas consumimos energía para vivir y de igual forma la gastamos. Es ese gasto energético que no se puede recuperar el que produce nuestro fin en este planeta. Por ejemplo, se han hecho estudios que han demostrado que la mayor parte de los atletas de larga duración mueren más jóvenes que el común de la gente. Eso se debe al alto gasto de energía que consumen durante sus entrenamientos y competencias.
Lo mismo le ha ocurrido en nuestro caso a los partidos políticos que nos han gobernado durante las pasadas seis o siete décadas. Ya han envejecido, se les ha acabado la gasolina, ya no tiene suficiente energía para seguir operando al ritmo que lo hacían antes. Sus propuestas ya son obsoletas, carecen de ideas renovadoras, han sucumbido a la corrupción, a la arbitrariedad y al contacto real con las necesidades de la gente. Están envejecidos y corroídos por la falta de adaptación al cambio del universo y del pensamiento de nuestro tiempo. Se han quedado inmóviles ante las nuevas exigencias que las dinámicas sociales y económicas ejercen sobre las sociedades actuales.