Hoy me siento “cuentero” como mi adorada y recordada amiga Picci Alonso y les quiero compartir un cuento, que más que cuento es la realidad de muchos de ustedes…

“Todos conocemos la expresión "salir del armario”, pero ¿sabes cuál es su origen y cuándo fue empleada por primera vez en la historia?

El primer valiente que la usó fue un alemán del siglo XIX cuya historia merece ser contada...

El origen de esta expresión proviene de la traducción de la frase inglesa "coming out of the closet", de donde se origina el concepto y que a su vez deriva de "to have a skeleton in the closet" (tener un esqueleto en el armario), que significa tener algo vergonzoso u oculto que no se quería hacer público.

Karl Heinrich Ulrichs fue un alemán nacido en 1825 que, desde muy joven, se dio cuenta de que le gustaban los hombres, pero la sociedad en aquel momento no aceptaría esa postura, así que se calló y prosiguió con su vida. Se graduó en la universidad en Historia y Teología, y también realizó estudios de Derecho.

Pero a los 37 años tomó la valiente y difícil decisión de decirle a su familia y amigos que era homosexual. En aquella época esa palabra ni siquiera existía, así que inventó una: "urning", una palabra basada en la mitología griega que creó para designar a lo que él llamaba el tercer sexo, hombres que se sienten atraídos por otros hombres.

Así pues, en 1867, el primer hombre gay de la historia moderna anunciaba públicamente su orientación sexual con la frase "tengo un esqueleto en el armario" y lo hizo nada más y nada menos que en el Congreso de Juristas de Múnich que se celebraba el 29 de agosto de 1867. Desde el estrado pidió a sus colegas que apoyasen una moción para derogar del código penal la ley que criminalizaba las relaciones entre personas del mismo sexo. Sin embargo, fue abucheado y apartado a la fuerza del estrado.

Pero Karl no cejó en su empeño y tres años más tarde publicó un texto legal que fue una revolución, ya que desmontaba la idea que existía en su época de que la homosexualidad estaba asociada al vicio, a la perversión y al pecado, afirmando que realmente era algo totalmente natural y que no debía ser perseguido.

Su revolucionario texto, 153 años después, está plenamente vigente.

A pesar de sus esfuerzos, aún tendrían que pasar décadas para que se legalizase la homosexualidad, castigada en gran parte de Europa hasta pasada la mitad del siglo XX.

Por ello es necesario conocer historias como las de Karl, un valiente que hace 153 años tuvo el coraje para salir a la luz pública y exigir su derecho a ser tratado como los demás.”

!Yo salí del armario!

Me he quedado patidufuso con las declaraciones el papa Francisco quien asegura que la Iglesia católica “está abierta a todos, también a los homosexuales”. Indicó que “no se puede decir que a los homosexuales no” y a otros sí porque “el Señor es claro, no se distingue entre enfermos y sanos, viejos y jóvenes o guapos y feos”.

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No se puede hablar de Literatura LGBTQIA+ en Puerto Rico sin mencionar el suplemento En Rojo Queer 2012 del Periódico Claridad.

Comencemos por el principio…y en el principio estaba Yoryie Irizarry, el editor y compilador del EnRojo Queer, quien ha escrito: “Cuando el Suplemento En Rojo, se me acercó con la idea de un En Rojo Queer para celebrar el mes de orgullo gay, no pude anticipar el cariño, apoyo y entusiasmo con que el mismo sería recibido. 

Estos 3 años los colaboradores se esmeran para compartir trabajo de calidad, talento y trabajo sin reservas. El número no tiene un tema coherente, no he podido lograrlo, es tanta la diversidad de nuestras contribuciones a la cultura y a la sociedad en Puerto Rico, que escoger un tema sería ponerle una camisa de fuerza a esa realidad. Sí hay una hebra que une el número; así sea desde nuestros empleos, nuestra poesía y nuestra literatura, desde las cortes defendiendo nuestros derechos ciudadanos o como activistas individuales u organizados, comprobamos que no somos las víctimas que los medios corporativos quieren presentar, ni las caricaturas que los medios televisivos quisieran manipular. 

Somos gente, somos pueblo, multidimensionales y visibles. Nos integramos a nuestras comunidades de muchas maneras y no se nos puede negar. Y tenemos aliadas y aliados que trabajan con nosotr@s, hombro con hombro. Aliad@s que tampoco han dudado un segundo, en responder al pedido del Suplemento. Este número incluye nuevos aliados, que con sus anuncios*, no sólo han expresado su apoyo a nuestras comunidades, sino que hacen posible la continuación de este esfuerzo que en su tercer año todavía no ha sido replicado por ninguna otra publicación, impresa o digital. Debemos trabajar y presionar para que eso cambie. 

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Yo me uno a Pedro Julio Serrano, activista de derechos humanos y portavoz de la organización Puerto Rico Para Todes y director de Empodérate de Waves Ahead, una organización que trabaja para el adulto mayor y otras poblaciones vulnerables, pues me siento preocupado por el segundo asesinato en la Isla de una persona de la comunidad LGBTTIQ+ en un mes.

Junto a Pedro Julio Serrano alzo mi voz por el crimen este fin de semana de Estanislao Colón Albino, de 71 años, en Santa Isabel.

“Con el asesinato de Estanislao Colón Albino estamos viendo un incremento alarmante de estos casos que no veíamos desde el 2020 cuando asesinaron a siete personas trans. Hace menos de un mes perdimos a Uvita, caso que aún no ha sido resuelto, y ahora a don Estanislao”, aseveró Serrano.

Según se desprende del informe del Negociado de la Policía de Puerto Rico (NPPR), el septuagenario fue asesinado a puñaladas por Félix L. Martínez González, de 20 años, en el residencial Rincón Taíno.

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[Nota Editorial: el curador de la sección Zona Ambiente, Egidio Colon Archilla, nos comparte esta reseña, por su valor histórico.]

Hoy les quiero compartir una reseña crítica escrita por Max Chárriez de Dos centímetros de mar de Carlos Vázquez Cruz, Editorial Tiempo Nuevo, 2008. Publicada originalmente en Gay Concierge Magazine el viernes, 26 de febrero de 2010. Puerto Rico es una isla, sería una redundancia decir “que rodeada de mar”, pero así lo decimos.

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Hoy me gustaría profundizar en el mundo de la educación sexual, un tema que, aunque suene medio controversial, debemos explorar. Yo personalmente sostengo que la educación sexual inclusiva es el camino a seguir.

Antes de entrar en materia, primero definamos que entendemos por educación sexual inclusiva.

La educación sexual inclusiva es un enfoque integral para enseñar a los jóvenes sobre el sexo y la sexualidad que incluye todas las identidades, orientaciones y experiencias. Esto significa crear un entorno seguro y de apoyo que reconozca y respete la diversidad.

Entonces, ¿por qué es tan importante la educación sexual inclusiva? Bueno, la realidad es que muchos jóvenes hoy en día todavía enfrentan el estigma y la discriminación en función de su orientación sexual, identidad de género u otros factores. Esto puede generar sentimientos de vergüenza, aislamiento y confusión cuando se trata de la sexualidad.

Al brindar educación sexual inclusiva, podemos brindarles a los jóvenes el conocimiento y las habilidades que necesitan para tomar decisiones informadas sobre sus cuerpos y relaciones. También puede ayudar a reducir el estigma y promover la aceptación de todas las identidades, lo que lleva a una sociedad más abierta e inclusiva.

Es hora de hablar sobre el estado actual de la educación sexual en nuestras escuelas y comunidades: ¿dónde estamos parados?

Desafortunadamente, la realidad es que muchas políticas de educación sexual son obsoletas e inadecuadas. El resultado es que muchos jóvenes no reciben la educación que necesitan para tomar decisiones informadas sobre sus cuerpos y relaciones.

Pero no es solo una cuestión de falta de educación, también se trata de falta de inclusión. Muchos programas de educación sexual aún no abordan las necesidades de los estudiantes LGBTQ+, estudiantes con discapacidades o estudiantes de diversos orígenes culturales. Esto puede hacer que estos estudiantes se sientan excluidos y marginados.

Y los efectos negativos de esta exclusión son claros. Las investigaciones han demostrado que los estudiantes que reciben educación sexual limitada o nula tienen un mayor riesgo de embarazo no deseado, infecciones de transmisión sexual (ITS) y violencia sexual. Además, la falta de inclusión puede generar sentimientos de vergüenza, culpa y confusión para los estudiantes que no se ven representados en el plan de estudios.

Ahora que hemos discutido el estado actual de la educación sexual y por qué la inclusión es importante, hablemos de los beneficios de brindar educación sexual inclusiva a los jóvenes.

En primer lugar, la educación sexual inclusiva puede conducir a mejores resultados de salud. Al brindar una educación integral que cubra una variedad de temas, incluidos el consentimiento, la anticoncepción y las ITS, los jóvenes están mejor equipados para tomar decisiones informadas sobre su salud sexual y prevenir embarazos no deseados e ITS.

Pero eso no es todo. La educación sexual inclusiva también puede aumentar la comprensión y la aceptación de diversas orientaciones sexuales, identidades de género y expresiones. Esto puede conducir a una reducción del estigma y la discriminación, creando un entorno más inclusivo y acogedor para todos los estudiantes.

Además, la educación sexual inclusiva puede mejorar las habilidades de comunicación y relación. Al enseñar a los jóvenes sobre la comunicación saludable, los límites y el respeto, estarán mejor equipados para formar relaciones saludables y evitar experiencias negativas como la violencia sexual o la coerción.

Entonces, los beneficios de la educación sexual inclusiva son claros. Es hora de priorizar la inclusión y brindar a los jóvenes la educación y las habilidades que necesitan para tomar decisiones informadas sobre sus cuerpos y relaciones. Creemos un mundo donde todos los jóvenes se sientan vistos, escuchados y apoyados.

Ahora, hablemos de los desafíos que se interponen en el camino de brindar educación sexual inclusiva a los jóvenes.

Un obstáculo importante es la resistencia de los padres y miembros de la comunidad que pueden no sentirse cómodos con ciertos temas que se enseñan en las escuelas. Sin embargo, es importante reconocer que la educación sexual inclusiva no se trata de promover ningún comportamiento en particular, sino de brindar a los jóvenes información precisa y completa sobre sus cuerpos, relaciones y salud sexual.

Otro desafío es la capacitación y los recursos docentes inadecuados. Es posible que muchos maestros no hayan recibido la capacitación adecuada sobre cómo brindar educación sexual inclusiva o que no tengan acceso a los recursos que necesitan para enseñar el plan de estudios de manera efectiva.

Y no olvidemos la oposición política y religiosa. Desafortunadamente, algunos políticos y grupos religiosos se oponen activamente a la educación sexual inclusiva y pueden presionar por una educación de abstinencia exclusiva u otras formas de educación limitada. Sin embargo, la investigación ha demostrado que la educación basada únicamente en la abstinencia no es efectiva para prevenir embarazos no deseados o ITS, y en realidad puede dañar a los jóvenes al negarles información importante sobre sus cuerpos y relaciones.

Por lo tanto, aunque ciertamente existen desafíos para brindar una educación sexual inclusiva, es importante que sigamos defendiendo su importancia y trabajando para superar estos obstáculos. Todos los jóvenes merecen acceso a información precisa y completa sobre sus cuerpos y relaciones.

Un ejemplo de educación sexual inclusiva es la educación sexual integral, que brinda a los jóvenes información precisa y completa sobre sus cuerpos, relaciones y salud sexual. Este enfoque va más allá de la simple enseñanza sobre la abstinencia o la prevención de las ITS y, en cambio, cubre una variedad de temas, que incluyen el consentimiento, las relaciones saludables y la diversidad sexual y de género.

Otro ejemplo es la educación sexual inclusiva LGBTQ+. Este tipo de educación reconoce que los jóvenes que se identifican como LGBTQ+ pueden enfrentar desafíos únicos relacionados con su salud sexual y sus relaciones, y les brinda información y recursos adaptados a sus necesidades. Esto puede incluir discutir temas como la identidad y expresión de género, así como abordar temas como la discriminación y el estigma.

Finalmente, la educación sexual culturalmente sensible reconoce que los jóvenes de diferentes orígenes culturales pueden tener diferentes actitudes hacia el sexo y la sexualidad, y brinda una educación que es respetuosa y sensible a sus valores culturales. Esto puede incluir abordar temas como la familia y las relaciones, así como brindar información sobre anticoncepción y prevención de ITS.

Estos son solo algunos ejemplos de los muchos tipos de programas de educación sexual inclusiva que existen. Al brindarles a los jóvenes una educación que se adapte a sus necesidades y experiencias, podemos ayudarlos a tomar decisiones informadas sobre sus cuerpos y relaciones, y crear una sociedad más inclusiva y solidaria para todos.

Si queremos ver una educación sexual más inclusiva en nuestras escuelas y comunidades, debemos actuar y abogar por ella. Aquí hay algunas estrategias para hacer que eso suceda.

En primer lugar, podemos comprometernos con los encargados de formular políticas y los funcionarios de educación para asegurarnos de que comprendan la importancia de la educación sexual inclusiva.

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Recientemente he estado dándole una vuelta a la llamada Literatura LGBTQ+ de nuestra Boriquen, deteniéndome en varios autores como lo son Max Charriez, mi Gran Gurú; Daniel Torrres Rodríguez (Lucy qué tú sabes), José H. Cáez-Romero (Emperador von Drama) (Cicatriz de fuego), Joey Pons y Moises Agosto Rosario (Poemas de lógica immune), Carlos Vázquez Cruz (Las siete partidas), Yolanda Arroyo Pizarro (Caparazones), Luis Negron (Mundo cruel) y a Ángel Lozada (La Patografia), entre muchos otros. Pero hay dos libros que “por h o por r” se me quedaron fuera y que sería convenientes que hablase de ellos hoy: “El Maricón o los señores de la noche” de Yván Silén y “Opus Totus” de Beba Marucci, Carmen Perez Muller, Rosalba López Cepera y Elvira Montes Stubbe.

Daniel Torres escribió para El Post Antillano el 18 Agosto 2012 un excelente trabajo titulado “Desde la noche” que comparto con ustedes: “Dedicado a escritores gays reconocidos como Manuel Ramos Otero, Carlos Vázquez Cruz, Roberto Echavarren y Dionisio Cañas, entre otros, El maricón o los señores de la noche del poeta y filósofo boricua Yván Silén (Sileno en el texto) es un hueso duro de roer.  Primero, por la polémica que desató en Facebook poco después de su publicación y segundo, por el boicot que ha vetado el ensayo en diversos círculos, etiquetando a Silén de abiertamente homofóbico.  Son muchos los rumores que corren sobre la lectura de un poema en público donde el poeta insultó a intelectuales gays boricuas, pero ninguna de las versiones comentadas en Facebook parece satisfacer el anhelo de poder para silenciar las palabras del filósofo.  Es cierto que la lectura requiere de un conocimiento amplio de la obra sileniana, pues, en la primera nota al pie de página, el escritor aclara que este ensayo, El maricón o los señores de la noche “acontece entre La poesía piensa o la alegoría del nihilismo y El pensamiento canta o la jerga de la pasión”.  Intuyo que sin haber leído estos escritos no se tiene un contexto claro y amplio de los planteamientos que presenta Yván Silén en el controvertido ensayo que aquí comentamos.

Se parte de la definición del vocablo “maricón” tal y como aparece en el diccionario de la lengua: “hombre afeminado y de poco ánimo y esfuerzo, hombre que comete sodomía (práctica del coito anal), insulto grosero, insulto con los significados de hombre afeminado u homosexual o sin ellos” (http://lema.rae.es/drae/).  Silén añade a esta categoría y opone “homosexual” en relación a “heterosexual” y complica de manera deliberada la nomenclatura con la mención de “bugarrón” (sodomita).  Sin embargo, “bugarrón” tiene otra connotación en el medio isleño, se trata del hombre que en sus prácticas sexuales con otros hombres no se considera homosexual sino el activo, y en muchos casos, como comenta Silén, es el prostituto masculino del que se sirve el maricón para satisfacer su afán de poder en la escala sexual de hacerlo con “un hombre” de verdad.  Todas estas categorías son muy discutibles al ser miradas desde las prácticas gays en la Isla, donde existe una comunidad organizada que ha luchado por no perpetuar estos estereotipos, pero en el imaginario popular todavía persisten los modelos que Silén maneja en su análisis de “los señores de la noche”, como les llama.  Y es desde la noche, desde el lugar de la poesía de Manuel Ramos Otero, el escritor gay por excelencia en Puerto Rico, donde Silén decide hablarnos de sus clasificaciones.  Todo este razonamiento viene apoyado por los conceptos filosóficos del Ser y el No ser, del todo y de la nada, en el hihilismo propio de la poesía de Iván Silén (mucho antes que se autonombrara Yván con y griega y no con i latina), como sus famosos poemas a Filé Melé, con los que se enfrentó al ícono que Luis Palés Matos erigiera en su obra como la esencia misma de la mujer del Caribe, en la mal llamada poesía blanca de Palés.  Silén, por su parte, continúa en El maricón y los señores de la noche, con la escritura de una prosa altamente poética matizada de imágenes que trascienden su intención filosófica. 

Por momentos estamos sumergidos en las mejores metáforas del poeta que también es filósofo y piensa, para acceder a esta poesía en prosa del conocimiento.  Y se acerca a lo que Foucault llamó las sexualidades periféricas, para tratar de explicarlas desde una “est(ética)”, jugando con Belleza y Ética como dos ejes mediante los cuales analiza la posición del maricón como ser degradado, en relación al homosexual y al bugarrón.  En el ansia de vivir las pasiones más bajas en la calle buscando machos por las esquinas (un estereotipo del mundo gay a todas vistas), Silén advierte los enigmas de la infección por VIH como un estado de conciencia de aquellos, que como Ramos Otero, han sido víctimas de la pandemia.  Pero se olvida que la condición que no enfermedad, es hoy por hoy controlada por la medicina como una condición crónica por medio de antirretrovirales, sin restarle importancia con este señalamiento a la seriedad del problema de infección por VIH y la consecuencia final del SIDA.

En la polémica de Facebook y el boicot del ensayo, Silén optó por atacar abiertamente de “sidoso” a un intelectual puertorriqueño (me refiero a Larry Lafontaine Stokes, autor de un libro titulado Queer Ricans, sobre la literatura y la cultura elyibití -del inglés LGBT:

Lesbian, Gay, Bisexual, Transgender-).  La respuesta no se hizo esperar y este acontecer extra textual desató una polémica ante la cual muchos lectores gays decidieron no leer el ensayo.

Sin embargo, El maricón o los señores de la noche debe leerse para entender la propuesta del poeta filósofo, independientemente que estemos de acuerdo o no con sus posiciones. 

Conozco a Iván Silén desde los años ochenta y nunca ha salido de su boca un comentario homofóbico.  Todo lo contrario, en la ruptura permanente de su poesía, que es lo que mejor conozco de su obra, se acerca también a una perspectiva queer más allá del género y sus trampas.  Considero que la narratividad del texto así como su poeticidad y su reflexión y ensayo de ideas, permiten libertad de pensamiento para plantearnos desde la noche, las posiciones heredadas de los artistas lésbicogays que atraviesan el ensayo con imágenes fotográficas y comentarios acertados antes lo que cada uno ha aportado al acervo cultural maricón (ahora usando el término más allá de su semántica tradicional de insulto sino más bien como apropiándonos de él para esgrimirlo como otro modo de ser que va más allá de las normas establecidas).

Su análisis de la postmodernidad y la postcolonialidad a través del lugar del subalterno es uno de los mejores aciertos de este ensayo.  El rechazo de la moda literaria gay como pitiyanqui (o vendido al colonialismo) es muy debatible, pero en su lectura de Ramos Otero así lo afirma:

El maricón es la geisha fortuita del racionalismo (que ha enloquecido: la razón socialista vs. la razón yanquista; el conservadurismo vs. la anarquía—lo conservador vs. La neovanguardia--).  El maricón, ideologizando, busca en el placer a su propia muerte.  No siempre, pero en la mayoría de las noches: Manuel Ramos Otero.

Se lee la angustia de Invitación al polvo de Manuel, esa noche de placeres prohibidos que apenas se recuerdan en medio de los estertores del SIDA en su cuerpo, y esa búsqueda filosófica de la muerte.  Pero esta actitud ramosoteriana le sirve a Silén para leer la realidad maricona entre lo racional socialista o americanizado, lo conservador o lo neovanguardista.  La idea de geisha recuerda la manera como Manuel daba a conocer sus poemas antes de publicarlos, en performances en Casa Blanca, en el Viejo San Juan, vestido con sus kimonos recitando poemas de El libro de la muerte.  La locura, el enloquecer, la loca Manuel se enfrenta a ese status quo que le tocó vivir para atacarlo, de la misma manera que Silén lo hace en El maricón o los señores de la noche, cantándolas como las ve, todas esas circunstancias del medio est(ético) y social en el que vivimos en el Puerto Rico de inicios del siglo XXI.

Son muchos los intersticios por donde entrar a la prosa de Yván Silén y leerlo con fruición.  Será un ejercicio difícil, pero no imposible.  Como reza el comentario de contraportada de Elsa L. Rodríguez, maestra en antropología y compañera sentimental de Silén desde los años 80, quien ve el ensayo como la generación de: …un debate metagramatical sobre nuestra condición colonial.  Al leerlo concluimos que luego de más de un siglo bajo el dominio extranjero, nuestra nación se encuentra sumida en una bancarrota que va más allá de lo económico e incluye la ruina moral y óntica que afecta particularmente a la intelectualidad puertorriqueña. 

Entendiendo el mundo postmoderno y nihilista “que se derrumba”, Silén ataca a un grupo que apenas se ha puesto de pie después de la pandemia del VIH SIDA y ha producido un corpus teórico (piénsese en los ensayos de Judith Butler, Paul Julian Smith o Beatriz Preciado) que desarma estas ideas moralistas.  Si “el bugarrón es la esencia misma del Estado-capitalista” y si los maricones, homosexuales, gays nos hemos dado a la tarea de conquistar ese bugarrón como una fijación (piénsese en el José de brocha gorda que acompaña las noches de placer de Manuel Ramos Otero en Invitación al polvo), Silén sólo está pidiendo que se vuelva est(ética)mente al otro lado de esta corrupción. Que querramos hacerlo o no, ése será nuestro reto.  Como el llamado de atención de Luis Negrón en Mundo cruel: “Aló…  ¿Loca?”.

 El Día de Orgullo LHBTTQ (27 de junio 2010) Yolanda Martínez-San Miguel escribió otro de sus brillantes trabajos que me gustaría compartir con ustedes..

“El EnRojo Queer, y las dificultades del apalabramiento después de leer el dossier de EnRojo dedicado a la comunidad LHBTTQ en Puerto Rico, me gustaría comentar los artículos de Rubén Ríos Ávila y de Rafael Acevedo porque me he dado cuenta de que algunos de los lectores desconocen el contexto al que me he estado refiriendo en mis intervenciones en la página electrónica de Claridad. En su artículo “La lucha LHBTT: de las identidades a las ciudadanías”, Ríos Ávila comenta la apertura de la huelga en la Universidad de Puerto Rico a la participación de las organizaciones que representan los intereses de la comunidad gay en la isla. Pero al mismo tiempo señala cómo esa entrada del sujeto a la ciudadanía genera un “recibimiento violento” que se ejemplifica en la reciente alza en los crímenes contra los transexuales y el aumento de la transfobia. El segundo ejemplo que Ríos Avila examina es la “reciente aparición” del libro Opus totus, publicado por tres profesores heterosexuales que tratan de imitar una poesía lesbiana. Este ejemplo resulta de interés en el contexto del dossier de EnRojo, porque el único autor confeso de la antología, Rafael Acevedo, también participa en este número especial de EnRojo con una columna que lleva el llamativo título “Yo no tolero a los gays.”

Antes de continuar, sería necesario hacer algunas aclaraciones sobre la antología Opus totus. En primer lugar, este libro no es de tan reciente publicación. La antología salió originalmente en el 2006. Lo que sucede es que los autores decidieron volver a presentar el libro en el 2009, y lo lograron con el apoyo del profesor Luis Felipe Díaz, quien travestido como “Lizza Fernanda” apoyó la publicación diciendo que “El interés por la cultura letrada está empezando a despertar en la comunidad gay, a pesar de que hay una cultura gay escribiendo hace tiempo” (El Nuevo Día, 26 de abril 2009). Segundo, la antología es el proyecto de varios autores heterosexuales que han permanecido en el anonimato, aunque muchos sabemos de quiénes se trata, y sólo Rafael Acevedo ha reclamado públicamente su participación en la preparación del libro. Sin embargo, Acevedo es también el único autor con alguna visibilidad por su trabajo poético y narrativo, ya que el resto de los co-autores son profesores universitarios sin una carrera intelectual significativa. Por último, el trabajo de la edición es muy pobre, y quizá sólo sea salvable la foto de la portada, que ni siquiera fue tomada por ninguno de los co-autores de este texto. Toda esta información ha estado disponible en varias páginas de web y artículos de periódico, pero como suele ocurrir, muchos ignoran estos detalles, y por eso es que fue posible que el dossier de EnRojo incluyese en su primer número dedicado al tema de la sexualidad a uno de los autores de uno de los gestos homofóbicos más públicos de los últimos años.

Regresemos entonces a la intervención de Acevedo en el dossier de EnRojo. La columna de Rafael Acevedo es un texto escrito apresuradamente, y que presenta dos argumentos sin aclarar su posible correlación. Primero, Acevedo critica la “tolerancia” como una práctica que no abre efectivamente espacios de aceptación para la minoría que se tolera, sino que propone una convivencia incómoda con aquél o aquélla a quien a fin de cuentas no se acepta. Segundo, la columna defiende el valor absoluto de una buena literatura, cuestionando el que una literatura gay o lesbiana, o incluso queer, pueda tener los méritos de una literatura que se proyecta a temas universales, refiriéndose a una literatura “sin apellidos”. El problema es que este reclamo de “universalidad” ha sido el argumento que usualmente se utiliza para excluir a literaturas menores, regionales, o minoritarias del canon de una supuesta literatura universal que ha sido tradicionalmente una literatura eurocéntrica. Con ese mismo argumento se ha excluido la literatura puertorriqueña, latina o “de mujeres” de lo que se ha definido como el canon de la literatura occidental.

Por otra parte, este argumento supone que las literaturas regionales, étnicas, o comunitarias son de por sí de inferior calidad estética, tan sólo por su compromiso con una realidad inmediata o un movimiento social concreto. Y como ha notado la compañera Lilliana Ramos Collado en su comentario titulado “EnRojo Queer: Las inclusiones y las exclusiones siempre son políticas”, este reclamo de una buenaliteratura sin apellidos, niega, sin embargo, la existencia de estéticas que se articulan desde experiencias y perspectivas que difieren de esa literatura supuestamente universal que Acevedo define como superior. Por último, este ensayo termina dando permiso a que se publique un EnRojo Queer, gesto que contradice la discusión sobre la tolerancia con la que comienza el artículo, y que también deja a esta lectora preguntándose si Acevedo pensó que estaba escribiendo un prólogo para apadrinar el dossier de EnRojo, en vez de una intervención formal.

Sin embargo, más allá de si el argumento del ensayo de Rafael Acevedo es válido o novedoso, está el tema del lugar que ocupa su intervención en el contexto del dossier, sobre todo cuando recordamos que el autor de este ensayo es el único que ha aceptado abiertamente su participación en la antología de Opus Totus. Esto lo podemos ver claramente en la página del blog del autor, donde se reclama una voz feminista y femenina, y en la que usa el pseudónimo Beba Marucci, que es el mismo que aparece en la antología (http://totalia.blogspot.com/). Esta insistencia en ocupar un discurso femenino es también notable en un artículo que se publicó en El Nuevo Día el 26 de abril de 2009 que se tituló “Hay hambre de poder expresar” y en el cual a Acevedo le  corresponde la importante tarea de hablar a nombre de las lesbianas en Puerto Rico (http://www.elnuevodia.com/hayhambredepoderexpresar-561439.html). Surgen tres interrogantes en relación con el lugar que Acevedo ha decidido reclamar en este contexto. En primer lugar, resulta interesante que el mismo autor que esgrime el argumento de que lo que se debe valorar es la “buena literatura”, dejando de lado los apellidos y regionalismos de una escritura gay, lesbiana o queer, se haya dedicado a la

tarea de editar una antología de textos que son realmente parafraseos mediocres de  bromas sexuales comunes entre sus amigos macharranes. ¿En dónde queda la buena literatura aquí? ¿o es que por ser “literatura lésbica” se implica ya que es mala literatura, y por ello cualquier mofa barata es una intervención válida? La segunda pregunta que surge es por qué insiste Acevedo en auto-denominarse como el que habla en el lugar de las mujeres y de la comunidad gay y lésbica en Puerto Rico? ¿por qué insiste Acevedo en ocupar la voz de las intelectuales del país, como si esas intervenciones hicieran falta? ¿dónde reconoce Acevedo su lugar privilegiado como hombre heterosexual, y cuándo se le puede recordar que los actos de solidaridad que obliteran la expresión del otro son en efecto actos de paternalismo? Y por último, surge la pregunta ¿por qué es necesario editar una antología de poesía lesbiana mediocre cuando en Puerto Rico tenemos una nutrida tradición poética lésbica (pienso en Nemir Matos Cintrón, Luz María Umpierre, Lilliana Ramos Collado, y Frances Negrón Muntaner, entre tantas otras) que han creado proyectos estéticos diversos, innovadores y muy interesantes? Curiosamente, dos de estos textos clásicos--Las mujeres no hablan así (1981) de Nemir Matos Cintrón y Reróticas (1998) de Lilliana Ramos Collado— se re-editaron este mismo año.

Aunque coincido con la observación de Rubén Ríos Ávila de que esta antologíalesbofóbica se puede ver “como reacción histérica de una masculinidad asediada, sitiada, debilitada”, me parece que el efecto de orquestación con el cual se ha visibilizado este texto obedece a un sistema un poco más complejo de yuxtaposiciones afortunadas y desafortunadas. Por una parte, el libro se publica y se anuncia de tal manera, que se imposibilita la crítica abierta al mismo, porque al hacerlo se crea una controversia que inevitablemente atrae más atención hacia la antología y sus autores. Esto ha hecho que muchos nos hayamos quedado callados durante las presentaciones del libro; pero paradójicamente hizo posible que el número especial de EnRojo incluyese al autor del libro junto con la crítica de Ríos Ávila. ¿Justicia poética? Por otra parte, Opus totus no sólo surge en un campo literario donde existe ya una fuerte tradición poética lésbica, sino que el texto ha servido como una intervención paródica que ha promovido una paradójica alianza de macharranes con hombres gays puertorriqueños. O puesto en palabras más simples, las “locas” le hacen la rueda a los macharranes que publican esta antología, y en el proceso algunos de ellos hacen carrera. El mejor ejemplo, por supuesto, es el de Lizza Fernanda y los autores de Opus totus. Este tema, sobre el que Efraín Barradas ha escrito un fascinante ensayo titulado “El macho como travesti. Propuesta para una historia del machismo en Puerto Rico”, nos lleva a cuestionar una alianza en la que hombres heterosexuales y homosexuales se alían ante la amenaza común de una masculinidad asediada a nivel social e institucional. Se trata de una solidaridad que ha pasado del lugar angustiado del protagonista de “En la popa hay un cuerpo reclinado” de René Marqués, a una solidaridad construida a partir de la mofa que margina y excluye a la mujer de una amplia gama de foros públicos. Y es que Opus totus surge también en el contexto de una intensa persecusión lesbofóbica que ha estado ocurriendo en el país y en la misma

Universidad de Puerto Rico durante los últimos años. La burla unifica a todos los hombres contra la entrada de la mujer masculina—esa misma que representa el Molusco en su personaje “Buchi, bien femenina”, que es “fuerte” pero no lesbiana— en un espacio predominantemente patriarcal. Y la reacción “histérica” de esa masculinidad es la de ocupar el lugar de esa mujer masculina, para convertirla en el objeto de la risa compartida de una cultura de masas. La lesbiana ha logrado recientemente ocupar el lugar de la visibilidad y la burla colectivas que antes le correspondió a la “loca”, en parte gracias a esta colaboración inesperada entre locas y macharranes. Es en ese circuito que se inserta la antología Opus totus, alcanzando con ello una visibilidad y circulación masivas que no compara, lamentablemente, con los circuitos mucho más limitados en los que circula la poesía lesbiana con la que ni siquiera dialoga esta antología, que se proclama como la fundadora de una tradición que ya existe en Puerto Rico desde hace más de cuarenta años.

El segundo asunto que me gustaría señalar, es la aparente complicidad de los medios de comunicación con este desplazamiento de la lesbiana. Por una parte, como ya mencioné, se prefiere cederle la palabra a un supuesto aliado tan problemático como Acevedo, en vez de dialogar con artistas y escritoras que han participado más consistentemente en la cultura LHBTTQ del país. Y quisiera aclarar que mi problema aquí no es la apertura de un dossier de temática gay a la participación de escritores y artistas heterosexuales que quieran hacer una intervención. El problema es cuando el dossier le abre espacio a sujetos oportunistas, que han participado en iniciativas evidentemente homófobas, y que con sus intervenciones quieren autorizar o desautorizar lo que se puede considerar como “buena literatura queer”. El problema es cuando un periódico como Claridad, que se supone que representa una voz alternativa en nuestro país, funciona como cómplice de un proyecto intelectual y artístico que es evidentemente una parodia irrespetuosa de una comunidad minoritaria, y de la producción poética de nuestro país. Esto lo vemos, por ejemplo, cuando recordamos que Claridad publicó en su edición del 21 al 27 de junio del 2007 el prólogo que ya se había incluido en Opus totus como una columna del periódico.

Notable es también que esta columna se publicó en el 2007 justo en las mismas fechas en que se celebra la semana del “Orgullo gay”. Por lo tanto, en ese momento Claridad optó por servir de órgano difusor de un texto paródico en vez de abordar el tema de las sexualidades alternativas desde un ángulo más productivo, como publicar una selección de textos literarios de temática queer, o incluso publicar un buen artículo de crítica cultural que aludiera al tema de la sexualidad, en vez de publicar un texto en el que se parodia la producción cultural y el rol del crítico. Por lo menos en el 2010, parece que Claridad ha rectificado su posición y ha decidido iniciar otro tipo de intervenciones mucho más serias, como el EnRojo Queer que he estado comentando.

Me consta que el editor invitado no tenía conocimiento del contexto en que se produjo Opus totus, ni de la relación de Rafael Acevedo con esta antología. De manera que no quiero dar la impresión de que mis críticas al dossier no reconocen la importancia de este esfuerzo editorial que ya hace tiempo que hacía falta en Puerto Rico. Mi crítica va dirigida a la decisión de Acevedo de seguir interviniendo en los debates y publicaciones que tocan el tema de las sexualidades alternativas, y a su auto-denominación como el macharrán heterosexual que custodia la entrada de los textos gays y lésbicos al archivo de la buena literatura. Mi crítica busca diseminar el contexto en el que se escribe una antología como Opus totus, para evitar que se siga vendiendo y anunciando (en librerías que se supone que son de avanzada como La Tertulia) como un ejemplo de poesía lesbiana que no es. Mi crítica busca recuperar el contexto de violencia en el que se produce una intervención como la de Acevedo en este tipo de foro, y busca desenmascarar la violencia de quien busca pasar como aliado de una temática, experiencia y comunidad a la cual no tan sólo no tolera, sino de la que abiertamente se ha mofado y distanciado.

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Siempre leo el Washington Blade, el periódico LGBTQ+ más antiguo de los EE. UU.
que cubre lo último de la comunidad gay, lesbiana , bisexual y transgénero noticias en Washington, DC y alrededor el mundo y me entero de lo más reciente que se cocina de los US of A contra nuestra Comunidad LGBTQ+.

Me acabo de enterar que los republicanos de la Cámara quieren adjuntar disposiciones anti-LGBTQ+ a los proyectos de ley de asignaciones. Parece ser que un contingente de algunos de los miembros republicanos más conservadores de la Cámara de Representantes de los EE. UU. han retrasado proyectos de ley de asignaciones federales esta semana al exigir concesiones que incluyen disposiciones anti-LGBTQ+ cada vez más extremas.

El hecho de que el Partido Republicano se centre en la comunidad LGBTQ+ en el proceso de asignaciones también se produce a través de la Ley de Defensa de la Primera Enmienda, una legislación propuesta que busca prohibir efectivamente que el gobierno responda a la discriminación anti-LGBTQ+ basada en la creencia de que el matrimonio es exclusivamente entre un hombre y una mujer.

Lo que me lleva a preguntarle a la Sra. Jennifer González de Vargas, nuestra flamante Comisionada Residente en Washington y Republicana de “clavo pasao” ¿cuál es su posición con respecto a este atropello a nuestra Comunidad LGBTQ+?

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