Ser abuelo significa que nuestros hijos e hijas ya han asumido la paternidad y maternidad.  Esa etapa de nuestros retoños marca el comienzo de una nueva etapa para uno, y es la de ser abuelo o abuela.  La etapa de abuelos, generalmente, es una de más libertad y disfrute.  Ello porque son los padres y madres de los nietos quienes son en primera instancia responsable por el bienestar de sus hijos e hijas.  Así que el rol de los abuelos puede ser uno de mas consentidor, distinto al de los padres que es de ser proveedores y disciplinarios.

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Cuando se habla de los monzones la referencia es a vientos que producen lluvias torrenciales y fuertes inundaciones.  Los monzones se originan en el sureste de Asia, particularmente en India; aunque también pueden surgir de África, Australia y América.

Sin embargo, hay ciertos vientos y embates no producidos por la naturaleza sino por la conducta humana en su descuido hacia el medio ambiente que tiene efectos más graves que cualquier temporada monzón.

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El estado, tanto el gobierno central como el municipal, incurre en negligencia diaria al descuidar su responsabilidad de mantener las carreteras del país en buenas condiciones y alumbradas.  Esa negligencia a quien afecta, como todo en este país descalabrado, es a los ciudadanos y residentes.

 

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La idiosincrasia es el modo de ser característico que distingue a unos de otros.  Esto incluye ideas, comportamientos, forma de pensar, sentir, actuar y rasgos culturales entre otros.  Ósea, la idiosincrasia es el temperamento particular de una persona, cultura o grupo. El boricua definitivamente tiene una idiosincrasia particular, que está fuertemente arraigada a nuestra naturaleza y cultura.  Por ello la resistencia habida, a pesar de los muchos intentos de nuestros colonos – tanto los españoles como los norteamericanos - para “aculturizarnos” o hacernos más parecidos a sus culturas y peculiaridades particulares.

 

Es que, al parecer, las mezclas que componen nuestra raza nos han hecho una cultura singular y resiliente.  Aunque a los estudiosos no les queda claro cuál de las influencias raciales, si la española, la indígena o la negra, ha tenido un impacto mayor en los y las puertorriqueños.  Sin duda, no se puede negar que nuestros colonos, tanto los españoles como los estadounidenses, han jugado un papel fundamental en nuestra idiosincrasia. Lo que si es que el temperamento de los puertorriqueños es una mixtura particular de razas y culturas.

 

Los puertorriqueños hemos sido descritos como un tanto indolentes, sin ambición a comodidades materiales, hospitalarios, generosos, de carácter pacífico, pero valientes de ser necesario y con gran amor a nuestra tierra (Fray Iñigo Abbad).  Se dice que el puertorriqueño padece de incertidumbre, inseguridad y fatalismo, ello originado por la posición geográfica de la isla, al ser blanco de ataques de caribes, franceses, ingleses y holandeses; y receptora de ciclones y huracanes.  También se dice que el puertorriqueño puede ser irrespetuoso y desordenado, esto por la influencia del largo periodo de contrabando que tuvo Puerto Rico con otros países. Estas últimas características, son usadas para demostrar la astucia o ingenio para engañar al gobierno o la malicia para corromperlo (Loida Figueroa Mercado, “Puerto Rico, Cultura y Personalidad”).

 

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“En la vida todo es senda rara. En la vida todo es ir … sabe el hombre donde nace … y no donde va a morir.” Estas frases de nuestro poeta Juan Antonio Corretjer recogen, un tanto, sentimientos mixtos que he experimentado en estos pasados días, donde la pandemia ha sido el escenario, no solo de grandes retos sino también de grandes bendiciones y momentos de mucha emoción.

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Cuando se habla de los monzones la referencia es a vientos que producen lluvias torrenciales y fuertes inundaciones.  Los monzones se originan en el sureste de Asia, particularmente en India; aunque también pueden surgir de África, Australia y América.

Sin embargo, hay ciertos vientos y embates no producidos por la naturaleza sino por la conducta humana en su descuido hacia el medio ambiente que tiene efectos más graves que cualquier temporada monzón.

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Desde la noche anterior ya tenía en mente el desayuno que me haría el domingo, unas ricas tostadas francesas con mi pan de agua favorito. Ese pan de agua crujiente, tostadito por fuera y blandito por dentro que hacen allí en la panificadora que queda casi al final de la avenida Piñero y antes de la Muñoz Rivera.  En el mismo sitio que hacen las mejores mallorcas de Puerto Rico.

 

Me levanté a lo domingo de claustro.  No me amanecí pero era suficientemente temprano.  Saqué mi pandilla de chicas al patio y salí en mi carro a buscar ese ingrediente especial que necesitaba para hacer el desayuno que desde la noche antes me hacía la boca agua, el pan. Llegando a la panadería ya era evidente que la fila era larga.  Ahora con el distanciamiento las filas siempre son largas.  La fila comenzaba en la puerta de la panificadora y llegaba hasta la salida de carros de la gasolinera vecina.

 

Me estacioné. Mascarilla en mano, me disfracé del zorro o en mi caso de zorra. Me puse en fila.  A pesar de que la mascarilla cubría mi boca y nariz, el olor embriagante del pan era tal que impregnaba toda la cuadra haciendo imposible que uno no sucumbiera al deseo de un bocadito.  Enseguida los jugos gástricos se activaron y el estómago empezó a hablar. ¿Por qué el olor a pan horneado nos seduce tanto?

 

La percepción de olores es una característica muy importante para el desarrollo de los humanos. Según investigadores de la Escuela de Medicina de Pittsburg, percibir olores está relacionado al principio físico de cooperación. Esto es, que en los procesos físicos de cooperación muchas partículas y neuronas interactúan unas con otras.  En el caso del olor, cuando una persona inhala una mezcla compleja de moléculas viaja hacia los receptores de la nariz, activando millones de neuronas olfativas que envían señales al cerebro.  Este último es el encargado de decodificar el olor.  Estudios han demostrado que un olor delicioso puede hacernos sentir más felices.

 

En el caso del pan también se activa el sentido del gusto con el sabor, el del tacto con la textura de la corteza, el de la vista al percibir si está más doradito o menos, o si luce apetitoso; y el del oído con el crujir de un mordisco. ¿A cuántos no nos ha pasado que no mas recibir ese pan calientito, el aroma mismo nos lleva a arrancar un pedazo para saborearlo enseguida?

 

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En un abrir y cerrar de ojos se nos pasa la vida. La pregunta es ¿cómo combinamos

las obligaciones que tenemos y el disfrute de la vida? Ahí reside el fino arte de vivir en

balance. Estimo que entre las primeras cosas que debemos hacer es pasar revista de

del momento donde nos encontramos en nuestra vida. Ósea, debemos hacer una auto

evaluación de lo que deseamos hacer versus las obligaciones que tenemos, sean auto

impuestas o impuestas por otros.

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