El domingo 11 de junio, fue el tan esperado y venerado día del mal llamado “plebiscito para la descolonización inmediata”, impulsado por el Gobernador Ricardo Roselló y sus secuaces. Es un día donde se consagra un hostión mayúsculo para la estadidad.
Tendría treinta años cuando escuché por primera vez la palabra “hostión”. Estábamos haciendo barbacoa en Santurce, en casa de unas amistades, cuando llegó el sobrino español del anfitrión con la cara más blanca que un papel y gritando despavorido “hostión, hostión, hostión”. Corrimos para ver qué pasaba y nos enteramos que él y otro de los jóvenes, al doblar de la esquina habían sufrido un tremendo golpe en un choque de carros.