Caribe imaginado
A Culebra
te acuna el sol , te mecen las estrellas
(de isla a isla y un solo país)
Culebra , cuna del sol borincano, Dinorah Marzán
Ansiosa de ilusiones,
lista para soñar las mismas cosas
llamarada de luz dispersa en sombras
agredida por rayos y huracanes,
por tu frente de hondos precipicios
te levantas con fuerza de ola en ola
y devuelves con golpes de esperanza
tu destino de erguirse entre las nubes.
Serpenteando tu fe por los escombros
que hermosean tu perfil de agua
esta isla gaviota y borincana
compañera de vientos y arrecifes,
Freud last sesión [una película para ciertos gustos]
No es una película para todos los gustos pero los interesados en la vida de Sigmund Freud la disfrutarán mucho. “Freud’s Last Session” está basada en la pieza teatral “The Man Who Knew Infinity” de Mark St. Germain que se presentó Off Broadway. Anthony Hopkins y Matthew Goode caracterizan al célebre sicoanalista y al escritor C. S. Lewis, autor de “The Chronicles of Narnia”. Para sacar la trama del limitado escenario teatral que es la casa en que Freud pasó sus últimos tiempos en Londres tras haberse ido de su Viena natal ante la persecución de los nazis, el director Matthew Brown utilizó diversos flashbacks de la vida de ambos. En uno se ve a Lewis paseando con su amigo J. R. Tolkien, el autor de los libros de “Lord of the Rings”. En otro se le ve en las trincheras de la Primera Guerra Mundial cuando hace un pacto con un amigo para que el que sobreviva de los dos cuide al progenitor del otro.
Los flashbacks de Freud incluyen el que muestra a los nazis queriendo arrestarlo en su hogar de Viena y llevándose eventualmente a su hija Anna que es liberada después.
Crónica de una carta romántica [en el día de San Valentín]
A los 12 años me enamoré de una adolescente bellísima tenía mi edad, estudiábamos segundo grado de primaria, los dos éramos excelentes alumnos. Recuerdo que la timidez que yo tenía en ese entonces era inenarrable, lo que hacía era entregarle cartas recuerdo que en una de tantas me escribió lo siguiente: “sabes, tengo una pregunta por curiosidad, espero la respondas con honestidad ¿por qué no me enamoras en la escuela, me gustaría escuchar de tus labios todo lo que bonito que me expresas en papel?
A la siguiente semana le respondí la misiva, aplicando la excusa perfecta: “desde que te conocí soy el hombre más feliz sobre la faz de la tierra y deseo que lo nuestro sea eterno y que mejor a través de estas cartas, el día que yo sea un ‘escritor famoso’ a lo mejor no estaré contigo pero sí en tu mente. Si yo te enamoro hoy verbalmente mañana nada recordarás en cambio en estas cartas si las guardas te servirán de inspiración a cada momento de tu vida, por esa razón prefiero plasmar mis sentimientos a través este medio”…
De todas esas cartas que escribí y que recibí, por accidente las perdí, pero hay una carta que escribí para en febrero del 2012, de esa carta quiero hablarles en este artículo su historia es imposible de creer. El título es Ciclón de sentimientos, el 3 de febrero del año 2017 esta carta fue publicada en la edición impresa y digital de DIARIO EXTRA, me quedé sorprendido cuando la leí en el periódico no me lo podía creer, esa carta la envié por accidente, realmente fue un precioso accidente después pensé, ¡oh que pena! En algunos párrafos usó un lenguaje que no me simpatiza para nada, pero agradecí al editor por la distinguida publicación.
En el centro de San José, Costa Rica hay un restaurante que constantemente lo visitó la atención al cliente y la comida es exquisita. En febrero del 2019 invité a una amiga a cenar a dicho restaurante a la par de nosotros estaba una pareja él podía tener unos 25 años y ella como 23 años. Era notable que estaban bastante enamorados todo lo que ellos hablaban mi amiga y yo lo escuchábamos perfectamente, a la hora del postre él le dijo: “mi amor hoy quiero entregarte una carta que he escrito con todo el cariño, aprecio y admiración del mundo, espero te guste mi detalle”, ella replicó: “Claro que sí, por favor cariño léala en voz alta”. Él inició la lectura cuando yo escuché que dijo “ciclón de sentimientos” le puse mucha atención rápido me fui a la web y comencé a leer la carta de mi autoría.
Ella no me necesita
ni yo tampoco la necesito.
Ella en mis labios se quedó
por las mentiras placenteras
que a mi mente infligió.
La amé como ella lo quiso
y a olvidarla bien aprendí,
por sus sensaciones causadas en mí
por tanto daño que me hizo.
Ella fue como una bebida fermentada
pero no como de esas cualquiera;
de esas que compramos
en alguna tienda en el camino
ni como otra cualquiera
que se le desapareció la dulzura.
Entonces la tiré a la basura
porque al terminar con sus delicias
ése era su destino.
Pero la quise, yo la quise sin quererla,
y ella conmigo también fingió lo mismo.
¡Qué pena! Porque tuvimos
una noche buena
de deliciosos exquisitos.
Fue una de esas noches
en que el deseo es sumiso
adonde se alcanza
la dicha de querer dominar.
A donde comienza la pasión
y derrumba al lúpulo el apetito
y la salud mental.
Oh, qué placer me dio su vicio,
qué sensación fue tragarme
toda su melaza,
acariciar su cristalina piel,
y saborearme toda su miel
cuando ella conmigo logró
todo lo que quiso.
Aquella noche inolvidable
dormité en sus brazos de cristal
como si fuera yo un niño.
Sí, me bebí sus placeres,
el desarrollo de su germinación,
y me harté de cada sabor
de sus hilos de hierbas
y sus salvajes desventuras.
Y fue mía, fue tan mía,
que sentí la fermentación,
y le usurpé todos sus gustos
y me tragué toda su vida,
esa cebada que la mantenía viva.
Lo hice hasta caerme de rodillas.
Después la maldita se me agotó
y muy triste me dejó.
Tan deseoso estaba yo
de seguírmela saboreando
con ansias de tragármela toda.
¡Oh, la ingrata
toda su dulzura me entregó!
Y fue mi maldita,
mi maldita ambición,
de bebérmela sin que nunca
se me acabara toda su dicha.
No puedo olvidarla
ni quiero olvidarla
porque fue tan dulce conmigo
que permitió saciarme la sed
con su sudor y su fluido
tan caliente y espeso.
Quiere irse con la nube
No hay agarre bajo sus pies
…como partícula por el aire
levita,
¿será por la falta de soga humana de abrazos
que no se encuentran en el Zoom
de este siglo
o por la sombría opacidad de la sonrisa
mueca penosa
bajo el tapa bocas antiviral?
Sus manos revolotean estériles
espantan mosquitos heréticos
danzan para reconocer
Poema Intersectante
Soy tallo
sin raíz,
ni flor
lejos de mi madre, ella
la niña.
La tarde es siempre
estío
sudor que derrite
rayos UV que me queman
silenciosa, temerosa
canta su alma
o calla
mi pena.
Mamá-bebé sigue muriendo lenta
MENTE
cada vez me recuerda menos
cada menos, me recuerda un tal vez.
Furtiva, la noche me lleva a la
comprobación…
respira como un infante.
Si aún tuviera palabras, me diría:
¿Cuál es la actitud?
Los estudiantes de la pandemia ya ingresan a las instituciones de educación superior algunos con un nivel de interés en aprender a ser universitarios menor que años anteriores. Y separo la paja del grano. En María, nos envolvía el ferviente deseo de sacar lo mejor de nosotros adelante. Éramos la resiliencia, pero durante la pandemia fue otro el cantar.
Teníamos agua, luz, internet, juegos electrónicos, clases en línea, y de haber estado en la calle tomando el sol, ayudando en la casa, pasamos a la extrema seguridad de nuestras frías paredes donde muchos se refugiaron buscando la complacencia, lo que nos hiciera sentir felices al punto de reventarnos. Y, ¿qué hay de malo en ser feliz? El hedonismo popular es lo pernicioso, como dirían los sabios. Es lo que gira la balanza hacia la constancia obsesiva con lo que nos hace felices, en nuestro caso el uso de la tecnología; y, dicha felicidad tal vez no nos aleje de la empatía, el poder entender y sentirnos como el caído se siente; pero sí nos aleja de la experiencia de saber cómo levantarnos de la adversidades, porque este tipo de hedonismo suele responder con la huida del escenario difícil. Si tengo que repetir la clase varias veces, mejor me quito. Pero el mundo no es Disneylandia.