La alienación parental y su efecto sobre los abuelos

Cultura

(San Juan, 2:00 p.m.) Desde hace muchas décadas se ha estado identificando, tratando y concientizando a los padres sobre lo que es el síndrome alienación parental (SAP) y sus efectos sobre la niñez, el padre/madre alienador/ra y el padre/madre alienado/a. El psiquiatra estadounidense Richard Gardner, quien ha estudiado a fondo este síndrome, lo ha definido como un desorden que surge casi exclusivamente en los pleitos de menores entre padres divorciados o separados. No obstante, interesantemente el psiquiatra Major Lowenstein puntualiza que la alienación también se puede presentarse en familias cuyos padres que viven juntos. Este síndrome se basa en mantener el control sobre el pensamiento de los hijos, lazos de lealtad creados por campañas de odio y denigración hacia otro progenitor. Se identifican roles en este síndrome; el alienante quien es quien realiza la alienación y el alienado quien sufre la alienación.

Dentro del campo del trabajo social se han encontrado diferentes modalidades para hacer el “lavado de cerebro” a los niños y cómo esto se manifiestan durante su desarrollo. Los efectos a largo plazo de esta privación a la libertad de amar y respetar al alienado terminan, por lo general, revirtiéndose contra el alienador.

A su vez, los efectos de la alienación se extiende sobre la familia del alienado. Debemos tomar en cuenta cómo afecta a un niño la separación de sus parientes, entre estos, los abuelos. Tristemente, cuando se “castiga” a un alienado, también son alienados los menores. Un ejemplo de ello se presenta a continuación:

Hace 7 años me divorcié de mi esposa por situaciones en las cuales no voy a entrar en detalle. Se pautó la pensión alimentaria y las relaciones paterno filiales puesto que automáticamente la custodia de mis hijos quedó con la madre. Nadie me preguntó por ello. Yo puedo criar a mis hijos pero por ser hombre, los tribunales no lo toman en cuenta. Al pasar los años pude notar que mis hijos no me contestaban las llamadas y siempre había fiestas cuando les tocaba pasar el fin de semana conmigo. Luego, me llama una trabajadora social diciéndome que tenía que entrevistarme por unas alegaciones de maltrato. Me quedé pasmado. No sabía qué hacer. Llamé a la madre de mis hijos y esta no me contesta. Se lavó las manos escribiendo un mensaje de texto donde me decía que tenía una orden de protección y que no podía volver a ver a mis hijos. Luego de eso, mi vida ha cambiado. Comencé a luchar por mis hijos. Una querella tras la otra aún cuando no tenía forma de ver a mis hijos, ni de hablarles seguían investigándome por maltrato. Pensé por un momento: los nenes dirán la verdad. Pero me equivoqué. Ya no los conocía, sentía que me odiaban y opté por alejarme. Mami sufrió tanto por no poder ver a los nenes. Me preguntaba, me cuestionaba por no luchar por ellos. Ella lloraba mucho, no había hecho más que amarlos y de repente, se quedó sin nietos. Sus únicos nietos. La tarde que murió me dijo, yo moriría feliz si pudiera tan solo ver a mis nietos por última vez. Me duele que haya muerto triste.

Este caso muestra cómo se afectan los vínculos familiares y el sufrimiento que viven muchos abuelos víctimas de este síndrome.

En otros casos, la manipulación mental que se ejerce sobre los menores se hace ejerce a través de influencias directas o indirectas. En estos casos, suelen intervenir los abuelos, padrastros, tíos, tías y otros familiares como alienadores. Según los estudios realizados sobre la alienación parental demuestran que, en la mayoría de los casos, las madres son las alienadoras. La manipulación en los menores puede ser utilizada cuando son niños menores de 12 años. Esta modalidad de violencia pasiva es, sin duda alguna, una forma de maltrato que se ejerce contra los hijos que causa un grave impacto en la salud mental de los hijos de las víctimas alienadas. Según Carmen Lucy Bautista Castelblanco, el SAP se acentúa especialmente cuando se acude a los estrados judiciales, debido a las acusaciones, reparos y acciones tendientes a la búsqueda del problema y ésta situación, hace que la instancia judicial se haga parte en el problema; se espera, la intervención judicial para garantizar o hacer cumplir la relación paterno-filial. Se concibe entonces, el PAS como un problema en el cual interactúan factores de gran repercusión personal, familiar, social y legal.

Nuestra sociedad presenta muchas necesidades afectivas, sociales, económicas y políticas. Nuestros hijos, los niños y niñas que se van formando requieren de una base que sea confiable, segura y que procure su bienestar. Por otro lado, nuestros viejos, los abuelos y las abuelas tienen derechos y responsabilidades sobre su participación para con la crianza, afectividad y buenos tratos para con sus nietos y nietas. Debemos comenzar a evaluar si nuestro odio es mayor que el amor. El amor y el buen trato que damos hoy será lo que recibiremos a partir de nuestros actos.

Crédito foto: Solimar Ortiz Jusino