La Junta, WIPR y la UPR - ¿Tiempos de tormenta?

Cultura

altPara muchos resultó sorprendente de que la Junta de Control Fiscal asumiera control inmediato sobre las finanzas de WIPR, la televisora del pueblo de Puerto Rico y la Universidad de Puerto Rico (UPR). La acción sobre la estación sorprendió porque esta no tiene deuda y su gasto es mínimo comparado con otras agencias y la segunda, porque a pesar de la deuda de la universidad, es un organismo autónomo cobijado por lo que se conoce como libertad de catedra.

“Ninguna de las dos acciones deben sorprendernos”, asegura la gestora cultural Florence Driessen. “La televisora del pueblo de Puerto Rico se traduce en dólares y centavos si es puesta a la venta para obtener recursos para amortiguar la deuda fiscal”.

La acción sobre la UPR, asegura la activista y líder comunitaria, es un poco más compleja y simbólica.

“No podemos negar que la UPR tiene una deuda, pero más que la deuda, el mensaje implícito tras la acción es que la Junta está en control y actuará en contra de todo aquel que se oponga a sus decisiones”.

La UPR tradicionalmente es la casa de jóvenes pensantes, dispuestos a rechazar toda imposición que consideren injusta.

“El mensaje subliminal bajo la movida no es otra cosa que el tradicional yo mando en el país”, asegura la líder comunitaria Diana Bianchi. “Si nos percatamos alrededor del mundo cada vez que hay un golpe de estado lo primero en sucumbir son los medios de comunicación y las instituciones universitarias. Esto se hace para controlar la información y mantener bajo vigilancia y en orden a los supuestos revoltosos”.

A pesar del simbolismo de los actos, la corta duración de la reunión organizativa y la acción colonial, el país ni se dio por enterado.

“En un momento tan crítico de nuestra historia, el país no ha reaccionado”, señala el sangermeño Israel Pérez. “Hemos aceptado la imposición colonial sin siquiera chistar. En otra época el país hubiese convulsado ante una acción sin precedentes en los últimos sesenta años”.

El país visualiza la Junta como un castigo al mal gobierno, pero no entiende sus implicaciones ni la inmensidad de su autoridad.

“La gente está ajena a la realidad que estamos viviendo”, puntualiza Yolanda Vega de Peñuelas. “Hemos perdido todos los derechos adquiridos durante 118 años de coloniaje estadounidense y aquí no ha pasado nada”.

Para muchos, la Junta es un ente protector que ha venido desde la metrópoli a proteger al pueblo del abuso de sus gobernantes.

“Le han dado características mediáticas a la Junta”, indica John Cruz de Bayamón. “Estamos poniendo nuestra fe en un ídolo con pies de barro, que solo viene a pillar lo poco que tenemos para llenarle la panza a los prestamistas que no es endeudaron con engaños y bisutería, como aborígenes inocentones”.

Las estructuras más vulnerables y que primero recibirán el golpe de la Juna serán las asociadas con la cultura, la educación y el tercer sector.

“Cuando haces un análisis de los integrantes de la Junta te percatas de inmediato que todos son seres integrados a la metrópoli y sus estructuras políticas”, destaca Hendrick Valentín de Añasco. “Alguna vez, cuatro de ellos estuvieron en contacto con nuestra idiosincrasia, pero decidieron dejar de ser puertorriqueños para ser asimilados. Sus orígenes y bagaje profesional enfatizan claramente el distanciamiento que existe entre ellos y el pueblo de Puerto Rico”.

El poder absoluto que posee la Junta, aun sobre el gobierno electo por los puertorriqueños, implica un retroceso a las políticas coloniales estadounidenses.

“La mayoría de los puertorriqueños nacieron luego de 1952. Desconocen las funestas imposiciones coloniales y el avasallamiento del pueblo que ejercieron los sátrapas que nos gobernaron durante los primeros cincuenta años de gobierno estadounidense”, indica el historiador Luis Santaliz.

Para completar, enfatiza el también educador, “la historia oficial esconde los atropellos y degradaciones sufridas por los puertorriqueños para no enfadar a la metrópoli”.

“Los cursos de historia y estudios sociales presentan verdades a medias. La mayoría de los estudiantes desconocen la tragedia que le ha tocado vivir al país bajo el gobierno estadounidense. El sistema educativo enfatiza las supuestas ayuda o dadivas que envía el gobierno federal, pero ocultan la realidad de que aportamos y pagamos más que cualquier otro estadounidense por los mismos productos”.

“La Junta es una realidad con la cual hay que lidiar. Los tiempos de las mentiras están llegando a su fin. Ahora todas las facciones políticas conocerán de primera mano lo que pueden esperar del llamado tío Sam”, añade.

Sin embargo, el país continúa ciego, mudo y sordo ante los sucesos que determinarán el derrotero que Puerto Rico seguirá en el siglo XXI.

“Los anexionistas están de fiesta porque creen que muerto el Estado Libre Asociado la balanza se inclinará a su favor”, cuestiona Luis Fernández de Rincón. “Los Estados Unidos pudieron haber resuelto el dilema fiscal de Puerto Rico convirtiendo al país en un territorio incorporado, encaminándolo hacia la anexión, pero no lo hicieron. Por el contrario, emplearon un método colonial arcaico e imperialista”.

El mensaje implícito es claro. El estatus quo se mantiene. “Puerto Rico es una colonia y nos conviene que permanezca así”.

Ni estadistas ni independentista tienen nada que celebrar. “La colonia está viva”, enfatiza Santaliz. “Aquí el gran ganador es el imperio, que mantiene el sistema colonial y puede ejercitar mayor control sobre el archipiélago para proteger sus intereses”.

José Carrión III, el nuevo procónsul del país proviene de una reconocida familia de base aristocrática. Uno de sus primos preside el consorcio bancario más importante de Puerto Rico y es cuñado del actual Comisionado Residente en Washington, Pedro Pierluisi.

“Más claro no canta un gallo”, dice el centenario Félix Rodríguez. “Familias asociadas al imperio, con grandes privilegios y acceso al poder. Calígula estaría de fiesta al ver renacer el Imperio Romano en todo su apogeo. No podemos ser hipócritas y hacernos los ciegos ante la escritura en la pared”.

“No dudo que volvamos al carpeteo y la persecución de todo aquel que esté en desacuerdo ante las imposiciones de la Junta”, señala José Santana. “Se avecinan tiempos de incertidumbre que pueden ser tenebrosos”.

Los patrones imperialistas han seguido un mismo patrón a través de los siglos. La Junta, a través de sus decisiones fiscales, atentará contra la cultura nacional, bastión identitario que no pudo destruir Estados Unidos a su llegada en 1898.

“Hemos vuelto al principio”, indica John Montañez. “La Junta es la nueva fuerza invasora que regirá la colonia, pero en realidad lo que busca es corroer el alma nacional y destruir la identidad del puertorriqueño. En momentos de baja, con una crisis socioeconómica rampante, la metrópoli entiende que lo que no pudo lograr en el siglo pasado lo puede hacer ahora, construir una colonia eterna con seres a-culturados a las mañas de la sociedad estadounidense”.