¿Cómo destruir la desigualdad?

Política

(San Juan, 12:00 p.m.) Uno no pensaría que la aseveración “todos los seres humanos merecen que sus necesidades básicas sean atendidas y tengan los mismos derechos” seria controversial. Sin embargo, constantemente escuchamos discursos en donde ideas sobre implementación de un sistema de salud universal, educación gratuita e igualdad de derechos son debatidos en contra. Nos encontramos en un momento en donde la clase media trabaja 40 horas semanalmente y aún tiene que elegir entre pagar las facturas de su hogar o la compra de la semana, ni hablar de un imprevisto en el hospital.

Las mujeres, la comunidad LGBTQ y las personas de color aún tenemos que aguantar la violencia patriarcal y la supremacía blanca para poder lograr una vida digna en esta sociedad. La clase trabajadora se está ahogando bajo el peso de un sistema que no fue diseñado para darles una calidad de vida digna, y las comunidades que se encuentran a la merced del patriarcado ven diariamente como los sistemas de poder trabajan en contra de su bienestar. Pero al parecer es mucho más importante que las grandes corporaciones se mantengan en funcionamiento y el 1% permanezca en la cima que considerar una destrucción total de estos sistemas.

Ha sido un problema que ha existido desde antaño; la desigualdad permea nuestra sociedad de tal manera que los que cuestionan y repudian su existencia a la luz de múltiples soluciones son vistos como llorones, recibiendo la trillada frase de “siempre ha sido así”. La sociedad moderna carece de imaginación a tal nivel que no se pueden tomar ni un segundo para crear la imagen de una sociedad igualitaria; una sociedad en donde los sistemas de gobierno trabajan por el bien de las personas, y donde se ve la justicia en el caso de que el poder los corrompa. Quizá sea cierto que las personas que piensan de esta manera en algún momento llegaron a imaginarse un mejor mundo, y el peso de ver personas en poder que al final no les importo verlos seguros, saludables y contentos termino por matar esa ilusión. Pero si esto es verdad, hay algo pero permeando la sociedad: la apatía. Es insidioso ver a grupos de personas en tu entorno sufrir por distintas desigualdades creadas por los sistemas y pensar que te da igual que sea de ellos y de sus vidas.

No sabría decir cuál de los dos es más insidioso, si odiar a aquellos cuya identidad se aleje de la tuya a tal nivel que creas y estes convencido de que no se merecen igual acceso a las necesidades básicas del ser humano e igualdad de derecho, o perder por completo el sentido de compasión por otra persona a una magnitud que no te sientas movido a luchar por su bienestar. La realidad es que los sistemas de poder permanecen en poder hasta que alguien decida cuestionarlos y

derribarlos para crear algo nuevo. La desigualdad permanece porque el odio, la indiferencia y la avaricia existen. Ningún gran cambio surgió del silencio y de la inacción. La movilización de grandes grupos luchando por una misma causa es la única forma de crear cambios, incluyendo las revueltas contra el poder. La primera ley de Newton es correcta: hasta que no haya una fuerza externa imponiendo su fuerza, el objeto no se va a mover.

No dudo que vivimos en tiempos agobiantes. Es difícil levantarse todas las mañanas y ver en el periódico, o en tu mismo alrededor, el caos de la desigualdad y la corrupción crecer cada día más. Pero la respuesta a toda la desigualdad que existe no es el silencio y la aceptación de que las cosas simplemente son así. No nos lavemos las manos como Pilato. Armémonos de indignación y de resistencia, hagamos el esfuerzo para desaprender prejuicios que mantienen a ciertos grupos marginados e ideologías que nos mantienen muriendo bajo el yugo de sistemas que le interesa mas el poder que el bienestar colectivo. Luchemos diariamente, de maneras tanto grandes como pequeñas, para hacer el cambio que deseamos ver en este mundo. Merecemos poder disfrutar de la luna y las estrellas sin preocuparnos de lo que nos espera en el día.