(San Juan, 1:00 p.m.) Mañana comienza el verano en Puerto Rico. El verano del 2023. Todo indica, que nada se mueve. Todo, y es todo, se ha quedado estático. El gobernador de turno, Pedro Pierluisi, sigue ahí, cosechando tiempo, y no esfuerzos, en un país que no ha avanzado nada, bajo los criterios programáticos por él definidos. Otro verano que llega, y entre otras cosas, el estatus colonial de la isla no se resuelve.
Uno se hace la pregunta, si la inercia política en Puerto Rico es parte del poder de estado federal, de mantener a la isla, el territorio colonial, en silencio. Aquí todo no es una fiesta. Se convierte en un acto de ocasión, en lo que en inglés se llama “happening”, y para nosotros nada pasa.
Sería bueno, lejos de seguir pensando en cómo administrar el territorio colonial, de forzar procesos desde abajo, de transformación de dicho orden. Los movimientos sociales en Puerto Rico, más allá de las luchas identitarias, podrían comenzar a llevar a cabo exigencias de transformación del orden colonial.
Puerto Rico no puede llegar a conmemorar 125 años de la invasión americana en la isla, si pensar en cómo salir de la misma. Eso es lo que más nos debe preocupar, cómo salir del entuerto colonia. Pensemos.